Paisaje de rosa morada
Norma Navarrete
Viernes 01 de Abril de 2022 6:29 pm
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Por
si no,
por
si lograra observar el reflejo de avión,
en
la pantalla de mi celular.
Por
si lograra recordar dónde quedó
el
botón del suéter de la felicidad.
Por
si lograra llegar a la barca en medio mar
y
sonreír a la profundidad.
Con
la esperanza de la maternidad
de
nombre Tayra en travesía.
Por
si una mariposa volara incansable
y
pudiera copiar sus habilidades,
para
elaborar el mapa de vuelo para mis alas,
en
una obra de teatro.
Por
si no salieran las piedras de su letargo y hablaran.
Me
permitiría doblar la tristeza,
que
me acompañara menos
y
dejarla en una vieja caja
llena
de pétalos de rosa,
para
que no sienta el vacío..
Quisiera
darle un nuevo rostro a la primavera,
Ahora
los pájaros pelean el uso de la voz
en
anunciarla.
Falta
poco para que las flores pequeñas,
salgan
al azar,
broten,
muestren su nueva cara de rosa morada.
El
recuerdo de un encuentro,
saluda
con el puño
como
una costumbre fantástica
gracias
al fin de la pandemia.
Sonreír y ofrecerse amigo de alguien
en
un regalo del tamaño de las alas de mariposa.
El
mundo cabe en una pequeña caja
de
juego de niños, donde puedes escribir
con
letras invisibles la palabra felicidad,
que
circula por la sangre
cual
si fuera en pista de autos de colores.
¿A
qué sabrá el día de mañana cuando aterrice
de
nuevo en mi corazón?
¿Sabrá
que no puedo creer el no haberme contagiado
después
de contemplar la agonía de muchos?
Recibieron
un nombre de covid,
fueron
incinerados y después los despedimos
con
imaginación.
Al
centro de un río pálido
donde
las libélulas mojan sus zapatillas.
Mañana
será el día para sentir menos la tristeza
Y
salir aún con el cubrebocas y la esperanza
dibujada
a un costado de nosotros.
La
pandemia, el choque de puños,
los
encuentros de amistad:
son
un ramo de rosas significativo.
La
muerte se pasea
con
el collar de un colibrí,
sola,
hambrienta y cansada.
Sola,
hambrienta y cansada,
sueña
la vida de viaje en un tren de cristal
de
un cuento japonés,
donde
los pasajeros son niños
y
nunca pierden la ilusión ni la sonrisa.
Guardan
el cabello de un encuentro,
con
música nocturna y decir de palabras
que
nadan en lo profundo,
como
náufragos entre las olas,
no
abandonan el mar,
la
compañía instantánea de siempre.
Para
sentarme frente al paisaje de rosa morada,
de
rosa morada, todos los días temprano.