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Colimenses por el mundo: El que lo protege todo



Domingo 24 de Abril de 2022 8:33 am

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¿Cuántas personas han intentado hacer realidad el famoso sueño americano?, ese sueño que anhelan quienes buscan la oportunidad de prosperar y lograr una vida plena sin que importe las circunstancias que los rodean. Quizás nunca conozcamos el número exacto, pero desde hace muchísimo tiempo una gran cantidad de latinos –y desde luego de mexicanos– han decidido cruzar la frontera de nuestro país para encontrar mejores condiciones de vida.
En esas miles de historias se encuentra la de Gabriel y María de Jesús Martínez, quienes un buen día de 1978 decidieron probar su suerte: dejar Colima y emigrar a Estados Unidos, llevando con ellos a su pequeño hijo de apenas un año y medio de edad. Hoy ese niño, llamado Álvaro, tiene 46 años y es Director Técnico de Univisión en Fresno California, casa productora en la que trabaja desde hace ya 27 años. Esta es una pequeña parte de su historia.
Los Baños fue el lugar que sus papás eligieron para iniciar su nueva vida. Una ciudad del condado de Merced, California, cerca del empalme de la Ruta Estatal 152 y la Interestatal 5, llamada así debido a los humedales creados por un manantial ubicado en el occidente del Valle de San Joaquín, y aunque en español se escribe con “ñ”, el nombre oficial en inglés suele aparecer con “n”, o sea, “Los Banos”.
Es aquí donde Álvaro o Al, como lo llaman los “gringos”, al no poder pronunciar su nombre completo, realizó sus estudios desde preescolar hasta concluir su preparación en la Universidad Estatal de Fresno. Álvaro, quien tiene un hermano llamado Alberto, está felizmente casado con Lorena González Martínez, a quien logró convencer de llamar a sus hijos Charles Xavier, Alexander Logan y Landen Kyell, nombres que de ninguna manera son una coincidencia, ya que se confiesa un gran fanático de los superhéroes. ¿Su preferido?, Superman.
En familia disfrutan de salir, viajar y recorrer el estado de California. Su formación académica le ha permitido laborar en medios de comunicación; justamente este espectro del mundo de la información y la tecnología lo llevó a colocarse frente a una oportunidad que no esperaba y que, sin embargo, hoy disfruta enormemente: la invaluable posibilidad de servir y ayudar a otras personas.
¿Qué es lo que ve Álvaro, que lo lleva a solidarizarse de manera tan humana y desinteresada?, estoy segura que en cada migrante ve cómo se repite una y otra vez la historia de sus padres, al llegar a un país diferente, en el que tuvieron que empezar desde cero. Por ello, para Álvaro tender su mano a quien lo necesita es una manera de retribuir también todo lo que en su momento la vida le ha obsequiado de manera tan generosa.
Pese a que fue un gran cambio en la vida de su familia, haber llegado a un lugar con una alta concentración de mexicanos y portugueses, hizo que la transición fuera un poco más sencilla para irse adaptando a su nueva realidad, pues no recuerda una sola vez en la que haya experimentado un trato diferente por ser mexicano. Y aunque no deja de agradecer las oportunidades que le ha dado este país en cuanto a educación y posibilidades laborales que le abrieron las puertas y que gracias a mucho esfuerzo, dedicación y trabajo logró hacer realidad el sueño americano, tampoco olvida sus orígenes y sus raíces. Quienes lo conocen hablan siempre de su calidez humana, de su genuino interés por ayudar a nuestros paisanos y dejar muy claro lo orgulloso que está de ser colimense.
Álvaro gusta de coleccionar aparatos eléctricos, que aunque ahora ya están en desuso, seguramente tienen para él una fuerte carga emotiva. Colecciona discos de vinilo, los que parecían platillos voladores; también colecciona casetes, aquellos a los que avanzábamos o retrocedíamos metiendo una pluma en el carrete que sostenía la cinta; así como discos compactos, iPods, celulares de primera generación, cámaras reproductoras, televisiones de los años 50 y autos Deicast.
Cuando recuerda Colima no puede dejar de pensar en la época de lluvias, entonces empiezan a aparecer en su mente imágenes de parcelas llenas de pencas de plátanos, de palmas cargadas de cocos e incluso cree saborear el jugo de zanahoria con betabel que tanto disfruta cuando regresa a nuestra tierra.
Qué lindo es saber de un colimense con este espíritu de servicio para nuestros paisanos que se ven obligados por diferentes circunstancias a dejar su hogar, aunque después de todo no es nada raro, pues según el significado de los nombres, la teoría que cobra más fuerza es que su nombre procede del término germánico Alwar, formado por All, que significa “todo”, y war, que significa “prudente”, por lo que puede ser traducido como “el hombre protector” o “el que lo protege todo”.
En este mundo a veces tan poco solidario, ¿existe algo mejor que ayudar al prójimo aun sin conocerlo? No lo creo, aquí pura gente buena, colimense tenía que ser. Gracias, Álvaro, por hacer un espacio y compartir parte de tu historia para Colimenses por el mundo.
Muchísimas gracias a mi amigo Armando Polanco, escritor a quien admiro por su excelente prosa y su calidez humana, por ser mi enlace para este reportaje. Dedico este reportaje a todas y todos nuestros paisanos que algún día salieron de nuestra tierra, reconocemos todos sus esfuerzos, todos sus sacrificios. Recuerden que permanecen en nuestra memoria y corazón y siempre serán bienvenidos. Si naciste en Colima, vives en el extranjero y te interesa contar tu historia o conoces a alguien que desee hacerlo, escríbeme, me encantará compartirla.
nana_cortes@hotmail.com

ADRIANA CORTÉS ÁLVAREZ



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