Empresario turco crea en su jardín un “arca de Noé” de animales abandonados
Domingo 22 de Mayo de 2022 10:32 pm
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Docena y media de perros, un caballo, un burro y 46
gaviotas, acompañados por tres gatos. Estos son los compañeros de casa de Mert
Akkök, un empresario de 48 años dedicado a acoger a animales heridos o enfermos
en su jardín en Estambul.
Al principio fueron solo los perros, cuenta Mert a Efe,
mientras que la pequeña burra, llamada Kadife (Terciopelo), intenta robarle el
vaso de té de la mano. Vivía entonces en un piso en el centro de Estambul y
alguna vez se traía a casa a un perro callejero herido o enfermo para cuidarlo.
Algo nada raro en Estambul, donde hasta por las calles más
elegantes se pasean perros “sin dueño“: la gente del barrio los considera
propiedad común y los cuida.
La sanidad gratuita está incluida: todo veterinario de la
ciudad está obligado a atenderlos, igual que a los gatos que pueblan aceras y
tejados de la ciudad.
En Estambul tenemos una de las regulaciones más humanitarias
del mundo respecto a animales callejeros. La ley no permite sacrificarlos, solo
los castran y los dejan en la calle de nuevo. Hay probablemente más de un
millón de perros en Estambul, y de los gatos ni hablamos“, estima Mert.
Pero tras acoger a varios perros convalecientes en casa, los
vecinos de Mert empezaban a quejarse y hace cinco años el empresario se mudó a
una casa con jardín en la periferia, donde ahora cuida a casi un centenar de
animales.
GAVIOTAS CAÍDAS DEL NIDO
Los perros se pasean por las tres plantas de la casa:
descansan en el sofá, acuden al dormitorio y se tumban sobre la mesa de
trabajo, desde donde Mert organiza sus negocios.
Trabaja en el sector de la salud y conecta a hospitales
privados de toda Europa con potenciales clientes de cirugía estética,
trasplantes de pelo o inseminación artificial.
Un trabajo que exige frecuentes viajes durante los que tiene
que dejar el cuidado de sus animales en manos de un empleado.
todas incapaces de volar. Casi siempre se trata de polluelos
que se caen del nido por intentar volar antes de saber.
“La gente los encuentra, busca en internet qué hacer con un
polluelo de gaviota y se encuentran con mi perfil en las redes sociales, un
tipo loco que cuida de gaviotas”, cuenta Mert.
Junto a las gaviotas se pasean tres gatos que comparten con
sus compañeras aladas el manojo de pescado fresco que el dueño reparte cada
mañana.
Dos de ellos ya nacieron aquí, relata Mert, y están
acostumbrados. Respetarán incluso el nido que una pareja de gaviotas ha puesto
en la hierba del jardín y donde, por el momento, hay dos huevos verde oliva.
Cuando salgan los polluelos engrosarán la colonia: junto a
las 35 gaviotas discapacitadas hay otras once que sí pueden volar, pero que
siempre regresan al coto: algunas han nacido aquí.
UNA BURRA VIAJA EN TAXI
En la parte central del jardín busca cariño humano la joven
burrita. Kadife es de Diyarbakir, una ciudad al sureste de Anatolia, a unos mil
kilómetros de Estambul. Alguien observó a un borriquillo recién nacido junto al
cuerpo de su madre muerta cerca de la carretera.
“Me contactaron porque me conocían de las redes sociales y
yo no pude decir que no. Me la mandaron con un taxi”, cuenta Mert. “Al
principio, Reyhan, la yegua, estaba un poco celosa, pero ahora se llevan muy
bien”, cuenta.
También Reyhan es huérfana, explica: “Es de una granja
cercana, nació débil y medio ciega; cuando vendieron a su madre iban a dejarla
morir, así que la compré y la crié con un biberón con leche de otra yegua de
otro pueblo; ahora cree que yo soy su padre”.