Hámsters gángsters
Jesús Adín Valencia
Jueves 02 de Junio de 2022 9:24 pm
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A Yana y Alen,
por Hamilton y Rayita
Dormidos,
casi todo el día. Duermen con la panza hacia arriba o duermen hechos bola,
arropándose entre la alfombra de aserrín, dentro de la casita en la planta alta
o a la orilla de la resbaladilla; duermen en la propia rueda giratoria, bien
dormidito ese par de peludos.
Mis hijos tienen dos mascotas de lo más peculiar, no
sé si en todas las casas donde habitan hámsters sea lo mismo, o sólo en la
nuestra, por no haberles comprado una rueda silenciosa, porque de noche, toda
la santa noche, corren y corren y corren, la rueda gira y gira y gira.
Fieles a la naturaleza de roedores, andan activos en
la oscuridad, con intermitencias de ¿qué será? dos minutos, el silencio es
interrumpido –y nuestro sueño– por un, permítanme la onomatopeya,
taratarataratarataratararatarataratarataratarataratatara… tara…tarataratarataratararatararara…tarataratarraratara…
No me acostumbro, mis hijos sí, ellos tienen lo que se dice, «el sueño pesado».
–¿Oyes eso? –le dije a mi esposa, despertamos al mismo
tiempo el primer día.
–Otra vez -me respondió- ¿ahora donde será? se escucha
hacia la avenida.
–No, creo que es el eco, me parece que las
detonaciones vienen del norte.
Al darnos cuenta de quiénes eran los causantes,
reímos. Ahora, cada vez que despierto de noche, pongo atención, corroboro que
el sonido viene de la rueda giratorio y retomo el sueño, casi con la misma
intermitencia de siempre, pero imaginándome a Hamilton y Rayita con atuendos de
Los Intocables, Goodfellas, Scarface o para un casting de Martin Scorcese.
Entonces sonrío.
Pero me pongo triste. Jamás podré ser indiferente,
jamás me acostumbraré a tanta agitación cotidiana en las calles de mi Colima.
Gira la rueda como cilindro de revólver.