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Love, Death and Robots, más y mejor



Brandon Enciso Alcaraz

Lunes 06 de Junio de 2022 12:00 am

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Love, Death and Robots ha vuelto en una tercera temporada, una que me complace decir, mantiene el alto estándar y refina su calidad.

Una crítica a temporadas anteriores fue que, en ciertas ocasiones, se abusaba de la sexualidad al contar algunas historias, metiéndonos segmentos que nada aportaban. Esta tercera temporada pulió eso, y si bien el sexo hace un par de apariciones ahí, lo cierto es que mejoró su presencia y, en uno de los casos, es más bien con fines cómicos.

Pero ¿qué nos ofrece esta tercera temporada? Empezamos con Tres robots, estrategias de escape, el primer episodio con continuidad de esta antología, donde el grupo de, valga la redundancia, tres robots, explora las ruinas de la humanidad, analizando cómo diferentes grupos de supervivientes intentaron hacer frente al apocalipsis sin éxito, aprovechando para hacer crítica a ideas extremistas, diferencias de clases y a la casta política, rematado con un chiste que parece plantear una narrativa secundaria de qué llevó a la humanidad a su fin, o cuando menos, de quién nos sobrevivió.

El segundo capítulo, y quizá el mejor de esta edición, es Mal viaje, donde acompañamos a una tripulación de un mar embravecido en su encuentro con una criatura marina que negocia para ser llevada a tierra firme. El episodio da un par de giros en su narrativa, llenos de sorpresas, nos daremos cuenta que no había solo un monstruo a bordo.

El propio pulso de la máquina es el tercer segmento, donde una misión de exploración en una luna de Júpiter sale mal, y la única superviviente intentará salvarse, encontrándose en el camino con un peculiar interlocutor, y dándonos de paso unos visuales impresionantes.

Seguimos con La noche de los minimuertos, un episodio cómico donde se utiliza un estilo de animación que hace parecer todo una gran-pequeña maqueta. El apocalipsis zombie se libera, mutantes surgen, muchos homenajes a películas del género y una humanidad disparata, para cerrar con un chiste que refleja la insignificancia universal de nuestro inminente fin.

Continuamos con algo que parece una parodia de varias películas de acción ochenteras, donde hasta el diseño de los personajes es una broma, y que exuda tanto macho-power, que no puede no ser hilarante. Equipo mortal es el capítulo de soldados cliché bañados en aceite de bebé que se deben enfrentar a un monstruo cuasi-imbatible; divertido, sin duda, pero no llega a la altura del que lo precede.

El enjambre nos quita la sonrisa para ir a una trama más seria, donde un científico se embarca en el estudio de una extraña colonia extraterrestre de la cual buscará aprovecharse, con resultados un tanto inesperados. Un buen capítulo que me recordó mucho al cuento Aquí yace el Wub, de Phillip K. Dick (muy recomendable, por cierto), pero que a mi gusto, peca de hacer un salto en su narrativa, eso sí, no nos dio el típico final que se espera en este tipo de tramas, y el terror que crea la última develación, es algo que se queda.

Acercándonos al final, otro capítulo relajado. Las ratas de Mason es la historia de un granjero que se enfrenta a una plaga de roedores inteligentes, para cuyo combate adquiere máquinas tan avanzadas, que no sería descabellado pensar que son los primeros pasos de Skynet. Entretenido, brutal, cómico de una forma muy oscura, todo el espíritu de la antología se puede encontrar aquí.

Nuestro penúltimo episodio se titula Sepultados en salas abovedadas, el cual repite a soldados de fuerzas especiales como protagonistas, pero esta vez con un tono mucho más serio y una animación de sobra más realista. En resumen, un equipo de la Delta Force estadounidense entra a una cueva para rescatar a un rehén, y se topan con que quizá los textos de Lovecraft no eran ficción, no diré más.

Para finalizar, el que para muchos es el plato fuerte de esta temporada, y quizá, de todo lo que va de la antología, Jíbaro, un episodio visceral, cruento, violento, bello, delicado y tosco; una comitiva de caballeros enfrenta a una dama de un lago, una extraña criatura sirenesca que con su canto los atrae a todos, excepto a uno, un joven sordo que se vuelve nuestro protagonista en una persecución, un baile y un asesinato tan intensos, que es imposible no sentir cierto agobio. Quizá el capítulo más artístico de todos, con lecturas que, hasta ahora, me ha encantado intercambiar con mis amigos.

Y recuerden, la animación es un medio, no un género.

 

 

Brandon Enciso Alcaraz



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