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Antonio Barbosa Heldt



Domingo 10 de Julio de 2022 8:27 am

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POCOS datos públicos existen de este personaje colimense. Por las escasas imágenes que hay de él, se aprecia que ya en su madurez, a los 65 años de edad cuando falleció, era un hombre alto, delgado y blanco de tez, pelo completamente cano, pulcro y refinado en sus formas. Fue hijo del señor Antonio Barbosa y de la señora Soledad Heldt. Nació en la ciudad de Colima el 13 de julio de 1908, hará 114 años este próximo miércoles. Sus hermanos, también muy reconocidos en lo social, cultural y académico, fueron: Miguel, Enriqueta y Humberto.
Luego de la educación básica, Antonio realizó sus estudios magisteriales en la Escuela Normal de Colima, de la que egresó en 1925, para más tarde, radicado en la Ciudad de México, ingresar a la Escuela Normal Superior, donde se especializó como técnico en educación, para de ahí desempeñarse como profesor en los estados de Baja California, Baja California Sur, Sonora, Sinaloa, el Distrito Federal, Veracruz y Oaxaca; sitios en los que se significó para ser considerado uno de los forjadores de la escuela rural mexicana; siendo además autor de varios trabajos educativos y obras histórico-biográficas, como: Gobernantes de México; Maestros de México y Cien años de la educación en México, entre otras.
No obstante que la vocación de Barbosa Heldt fue la magisterial, las circunstancias lo llevaron a ocupar cargos administrativos gubernamentales dentro del ámbito educativo, como en la Cuenca del Papaloapan y en el Departamento del Distrito Federal, en los que también sobresalió hasta llegar a la oficialía mayor de la Secretaría de Educación, cargo desde el que, dadas las condiciones, lo llevó a figurar en la política nacional del más alto nivel y, dentro de cualquier lógica de la época, a concretar su candidatura por el PRI para el gobierno del estado de Colima, meta que coronó después de su campaña por los diez municipios de la entidad con la elección de julio del fatídico año de 1973.
Sin embargo, con todo para continuar con su prolífica labor de servidor público y como suelen darse este tipo de acontecimientos, a escasos 43 días de asumir el más alto cargo estatal, siendo las 21:15 horas del martes 18 de septiembre de ese 1973, se suicidó, según la versión oficial, lo que se ratificó en tres cartas póstumas, una para sus ayudantes: Alfredo Hernández Magallón, secretario privado y Samuel Rodríguez, médico de cabecera; otra para Antonio Barbosa, su hijo mayor; y una más, dirigida al secretario de Gobernación, Mario Moya Palencia, misma que fue difundida por varios medios impresos.
Luego del acontecimiento hubo rumores que pusieron en duda la especie difundida, como el de que siendo zurdo natural el occiso, se hubiera disparado en la sien derecha; ambiente que se enrareció más con otros extraños hechos, las muertes de sus cercanos, Alfredo y Samuel. Quienes, a la semana, el primero, y el segundo, dos semanas después, fallecieron en la Ciudad de México, por “sendos síncopes cardiacos”, de los que, según Aguayo Figueroa, Ismael (Anecdotario Político Colimense. 1976/2007. Pp. 172) ya se tenían antecedentes. 
No obstante de esa incredulidad y, en mucho, del humor negro local, surgió el “¡tú, sigues!” del vendedor de carnitas aquel que, batea sobre la cabeza, “tijera” al hombro y cubeta en mano, a gritos de voceador lo popularizara por los corredores del Palacio de Gobierno, donde al paso vendía su producto y que, a la fecha, aún usan sus sucesores, como distintivo del pequeño negocio familiar ubicado en la esquina de las calles Cuauhtémoc y 16 de septiembre del centro de la ciudad de Colima.
Un año después, para el ciclo escolar 1974-1975, la escuela secundaria federal de Armería adoptó oficialmente su nombre, en honra póstuma de este destacado mentor y político colimense que, al quitarse la vida, quizá privó a nuestro estado de Colima de la posibilidad de ver otro futuro llevados por su alta guía moral, solvencia, responsabilidad, prestigio, experiencia pública, visión administrativa, compromiso social y probada honradez, con los que ejemplarmente se había conducido a lo largo de toda su vida, don Antonio Barbosa Heldt.

NOÉ GUERRA PIMENTEL



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