Toneladas de peces muertos en río entre Polonia y Alemania hunden el turismo
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Sábado 27 de Agosto de 2022 11:47 am
+ -El olor de pez muerto es intenso; entre 200 y 300 kilos de peces han sido sacados durante estos dos últimos días, sobre un total de 300 toneladas
Con el rostro
demacrado por el cansancio, Piotr Wloch escruta la corriente del Óder desde el
lado polaco de este río fronterizo con Alemania que arrastró toneladas de peces
muertos por la contaminación. Sus barcas para turistas yacen ahí, inmóviles y
vacías.
Después de
que esa contaminación de origen aún desconocido destruyera la vida fluvial, su
pequeña empresa de paseos en barco, situada en Cigacice, cerca de Zielona Gora
(oeste), ha visto cómo sus reservas caían un 90%, como la actividad de
numerosos empresarios de la región.
“Solamente
ahora me doy cuenta de la magnitud de lo que ha ocurrido” declara a la AFP. “Ayer,
dormí todo el día, porque estaba deprimido, incapaz de moverme”, relata.
300
toneladas de peces muertos
En el pequeño
puerto turístico de Cigacice, bomberos en canoa neumática siguen recogiendo
peces muertos, mientras los empleados de los servicios de protección del
medioambiente extraen muestras de agua para analizarla.
El olor de
pez muerto es intenso. Entre 200 y 300 kilos de peces han sido sacados en
Cigacice durante estos dos últimos días, sobre un total de 300 toneladas en el
Óder desde principios de agosto, según las autoridades polacas y alemanas.
Y el muelle
sigue vacío.
“Todo el
mundo tiene miedo (...) La vida se ha detenido”, se lamenta Lukasz Duch,
director de la base de ocio de Cigacice.
“Antes de la
contaminación, en un buen fin de semana, a Cigacice llegaban entre 5,000 y 10,000
turistas”, asegura. “Este lugar estaba lleno de vida (...) Ahora, las empresas
no ganan nada en temporada alta”.
Aunque las
primeras señales de contaminación aparecieron en el Bajo Óder a fines de julio,
la zona de Cigacice fue golpeada el 8 de agosto.
Miles de
peces muertos empezaron a flotar en el agua. En toda la región, habitantes y
bomberos locales acudieron a limpiar el río. El gobierno solo reaccionó el 12
de agosto, lo que le valió una ola de críticas de parte de las autoridades
locales y de la vecina Alemania.
“Si
hubiéramos tenido esta información dos semanas antes, nos habríamos preparado”,
explica Wojciech Soltys, alcalde de Sulechow, municipio del que depende
Cigacice.
El Óder nace
en la República Checa y de allí pasa a Polonia, donde marca la frontera natural
con Alemania antes de desembocar en el Báltico. Hasta fines de los años 1990
estaba extremadamente contaminado, herencia de la industria de la época
comunista.
En 1997, tras
una masiva inundación, el río se limpió, y la gente volvió a acercarse a sus
orillas.
Piotr Wloch
impulsó ese movimiento. “Hemos trabajado mucho para que la gente viniera a
bañarse, a disfrutar. En los años 80 y 90, el río tenía un aspecto terrible”.
“Hoy, la
gente vuelve a tener miedo del río, va a ser difícil restablecer la confianza”,
opina Wloch con tristeza
“El Óder se
parece a un canal de desagüe industrial”, constata por su lado Krzysztof
Fedorowicz, propietario de un viñedo situado en Laz, a un kilómetro del río.
Bomba
de relojería
Él, como
muchos otros, temían ya una catástrofe.
“El Óder era
una bomba de relojería. Sabíamos muy bien que numerosas instalaciones
industriales en Silesia vertían directamente al río desagües”, afirma, culpando
de ello a los servicios estatales.
Las
autoridades polacas y alemanas estiman que esta catástrofe podría estar
vinculada a una mini alga tóxica, cuya aparición habría sido provocada por
vertidos de residuos industriales del lado polaco.
“La
contaminación descontrolada ha conducido a una cadena de acontecimientos
difícilmente imaginable”, explica el profesor Grzegorz Gabrys, jefe del
departamento de zoología de la Universidad de Zielona Gora.
“Además de
los peces, hemos observado la muerte de numerosos organismos, como las almejas.
Si se confirma que todos estos organismos han desparecido del ecosistema, las
consecuencias de la catástrofe podrían extenderse sobre varios años”, advierte.
Según él ante
los desafíos climáticos, la antaño frase célebre de Bill Clinton, “¡la
economía, idiota!” debería ser hoy “¡la naturaleza, idiota!”.