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Pasar haciendo caminos: Pasar haciendo caminos



Domingo 11 de Septiembre de 2022 8:27 am

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ERNESTO Cortés Medina tenía 18 años cuando realizó su primer viaje, su destino, Paraguay, después vinieron Panamá, Cuba, Canadá, Colombia, Uruguay, Argentina, el Ecuador, Estados Unidos,  las Islas Galápagos, y a los 23 años, junto con su hermano Fidel, viajó a Europa por un mes, haciendo música por las calles, lo que  recuerda como una locura de viaje. Con tantos kilómetros recorridos, estoy segura que podría realizar un sinfín de reportajes de cada lugar que ha visitado, pero me centraré  en uno, tan exótico como lejano: la ciudad de Estambul, antiguamente conocida como Bizancio y Constantinopla, que es el centro histórico, cultural y económico de Turquía, y que cuenta con una particularidad que la hace ser única en el mundo, ya que está dividida por el estrecho de Bósforo, un canal de agua salada, que separa Europa de Asia, lo que quiere decir que en cuestión de minutos puedes pasar de un continente a otro. 
Con más de 15 millones de habitantes, es una de las ciudades más pobladas del mundo, y si bien en ella cohabitan cristianos y judíos, la mayoría de su población es Musulmana. Pero empecemos por el principio. Fue durante una estancia de 5 años en Colombia que Ernesto sintió que tenía que encontrar un nuevo destino, andar otros caminos, por lo que pensó que esta inquietud lo llevaría a la India, así que emprendió el viaje haciendo escala en Europa, lo que le permitió pasar un tiempo con su familia para después continuar por Francia, Portugal, Lisboa, Eslovenia y finalmente llegar a Turquía, en donde se suponía que haría una estancia corta, sin embargo, bastó un solo fin de semana para que Ernesto decidiera permanecer en este lugar, pues sentía que tenía que explorarlo y dedicarle más tiempo, por lo que inició los trámites para obtener un permiso de residencia temporal por un año, que fue muy complicado, pero al final lo consiguió. Ernesto relata que al principio fue muy difícil, ya que el idioma es absoluta y completamente diferente al nuestro, pues no existe el mínimo parecido con el español o con las lenguas romances, un idioma plagado de palabras árabes y persas el cual tuvo que ir  aprendiendo poco a poco, preguntando y tomando notas que apuntaba en su libreta de cómo decir o pedir las cosas. En sus primeros días, relata que vivió en lugares en donde compartía su estancia con otras personas o cuartos para estudiantes, hasta que eventualmente rentó su propio departamento.  Al preguntarle cuál fue el motivo por el que decidió quedarse en este lugar, no duda en la respuesta: la extraordinaria cultura y particularmente la música, pues tienen un sistema musical diferente, porque mientras en occidente se manejan medios tonos, allá son micro tonos,  razón por la que nuestros instrumentos ni siquiera pueden reproducir sus sonidos. La comida es punto y aparte, la tradición culinaria de medio oriente es milenaria. Turquía históricamente ha sido el lugar de las especias, por lo que su comida ésta llena de ellas, lo que la hace muy exótica. A menudo Ernesto comía platillos de los que no sabía cómo describir sus sabores porque simplemente no sabía con qué compararlos. Y aun siendo lugares tan distantes, Ernesto habla de las similitudes: La familia, el respeto que se inculca hacia los abuelos o personas mayores y desde luego, la hospitalidad, ya que explica que dentro de la cultura musulmana los visitantes tienen un estatus importante, así que siempre son tratados con atención y amabilidad. 
Una de las anécdotas que tiene presente es cuando tuvo la oportunidad de conocer uno de los lugares más espectaculares que dice, ha visitado: Irán, que a decir de él, es un país moderno con un avanzado grado de tecnología en el que las personas son amables, lo que quedó más que demostrado en su viaje a las islas Qeshm y Ormuz, ubicadas en el Golfo pérsico, esta última con una particular característica ya que el suelo de ahí, al tener una alta concentración de óxido de hierro, da al paisaje un característico tono, por lo que la arena es rojiza y las olas del mar tienen también un color rosado, “es como estar en otro planeta”, dice Ernesto, pues resulta que aquí nunca habían visto a un mexicano, por lo que los policías del aeropuerto dieron aviso al demás personal para que fueran a ver su pasaporte que los tenían tan maravillados como sorprendidos. Fue también aquí donde Ernesto vivió una de las experiencias más divertidas, pues estando en este lugar tan remoto observó a lo lejos una pequeña “chozita” que resultó ser un café al que entró, y al preguntarle los comensales sobre su país de origen, en su afán de hospitalidad le pusieron la canción de Despacito, un éxito de  reggaetón compuesto por un puertorriqueño, a lo que  una vez que agradeció el gesto, les explico que no tenía nada que ver con México, sin embargo entendió que para ellos Puerto Rico era lo más cerca que pudieron ubicar a nuestro país. Actualmente, Ernesto, quien es egresado de la carrera de Periodismo de la Facultad de Letras y Comunicación de la Universidad de Colima, tiene 43 años y se encuentra a la espera de su próximo destino, en  la playa de Zipolite, ubicada en el sur de Oaxaca, en donde administra un hostal además de impartir clases sobre un método psicocorporal llamado Movimiento Inteligente, el cual ha impartido en varios de los países que ha visitado. 
Aquí, un colimense que literalmente recorre el mundo guitarra en mano absorbiendo cultura y tradición, y  llevando a cada destino, por más remoto que se encuentre, sus vastos conocimientos musicales con una de las mejores cartas de presentación que tenemos: nuestra música. Muchas gracias, Ernesto, por compartir un poquito de tu ya largo peregrinar que te ha convertido en un consumado trotamundos, y muchísimas gracias también a Armando Cortés, su papá, quien realizó un extraordinario trabajo con sus hijos. Naciste en Colima, vives en el extranjero y deseas compartir tu historia o conoces a alguien que desee hacerlo, escríbeme, me encantará compartirla con los lectores de Colimenses por el mundo. 
Nana_Cortes@Hotmail.Com.

ADRIANA CORTÉS ÁLVAREZ



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