Los enfados de Carlos III, primer problema de imagen para el nuevo rey
Miércoles 14 de Septiembre de 2022 1:37 pm
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La presión a la que está sometido el rey Carlos III, que en
la misma semana ha perdido a su madre y ha ascendido al trono tras décadas
espera, ha comenzado a pasarle factura en algunos actos públicos, en los que se
ha mostrado irritado por pequeños detalles del protocolo.
Las redes sociales arden con un vídeo en el que el monarca,
de 73 años, pierde la paciencia cuando está firmando el libro de visitas del
castillo de Hillsborough, sede oficial del Gobierno de Irlanda del Norte. “Por
Dios, odio esta pluma”, espeta Carlos III, tras mancharse la mano de tinta.
El monarca se levanta de la mesa y, visiblemente airado,
continúa expresando su frustración: “¡No puedo soportar esta maldita cosa! (…)
¡Lo hacen cada puñetera vez!”, se queja mientras se limpia con un pañuelo.
El enfado de Carlos III había empezado unos segundos antes,
cuando se da cuenta de que ha firmado con una fecha equivocada. Exasperado, el
monarca abandona la sala sin esperar a Camila, reina consorte, que todavía debe
estampar su rúbrica en el documento.
LA PERSONALIDAD DEL REY CARLOS III BAJO LA LUPA"I can't bear this bloody thing!": King Charles' signing ceremony at Northern Ireland's Hillsborough Castle made one thing clear – even royalty can't escape the frustration of an inadequate pen. pic.twitter.com/nzygNTLslX
— CBS News (@CBSNews) September 13, 2022
Este no es el primer contratiempo que sufre Carlos III con
objetos de papelería en los primeros seis días de su reinado. En la ceremonia
en la que se le proclamó oficialmente soberano, bajo la atenta mirada de varios
ex primeros ministros británicos y la cúpula del Estado, el primogénito de
Isabel II perdió el temple con un tintero mal colocado.
Su impaciente gesto para que un ayudante desplazara con presteza
el objeto que le impedía firmar con comodidad dio también la vuelta al mundo y
disparó las primeras especulaciones sobre la personalidad del nuevo rey.
También está siendo sometida al escrutinio de los medios
británicos su decisión de prescindir del centenar de empleados que trabajaban
en su residencia oficial como heredero, Clarence House, una vez convertido en
rey, algunos de los cuales serán recolocados en otros puestos.
Han resultado inevitables las comparaciones con su madre,
Isabel II, que durante sus siete décadas en el trono mantuvo la imagen de una
soberana discreta, diplomática y ajena a las polémicas personales.
Su primogénito, en cambio, ha protagonizado durante su etapa
como príncipe de Gales numerosas controversias y se ha inmiscuido en asuntos
políticos de los que la hasta ahora reina se mantenía siempre alejada.
Las especulaciones sobre algunas de sus injerencias se
confirmaron en 2015, cuando el Tribunal Supremo ordenó hacer públicos una serie
de documentos, bautizados por la prensa como las cartas de la “araña negra”,
que el ahora rey envió durante años a ministros y altos cargos del Gobierno
para presionar en favor de ciertos intereses políticos.
El entonces heredero al trono abandonaba en esos textos la
tradicional neutralidad de la monarquía y expresaba sus preocupaciones en
asuntos agrícolas -entre las propiedades que controla se cuentan numerosas
granjas y explotaciones-, leyes sobre modificación genética, el calentamiento
global, cuestiones sociales, así como sobre planificación urbana y
arquitectura.
"I can't bear this bloody thing!": King Charles' signing ceremony at Northern Ireland's Hillsborough Castle made one thing clear – even royalty can't escape the frustration of an inadequate pen. pic.twitter.com/nzygNTLslX
— CBS News (@CBSNews) September 13, 2022