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​Empanadas de Villa de Álvarez



Domingo 02 de Octubre de 2022 8:11 am

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CADA año, desde hace décadas (salvo en 2020 y 2021, cuando por el Covid el Ayuntamiento, con el respaldo de una docena de panaderos, implementó La ruta de la empanada), la vida del centro de la cabecera municipal de Villa de Álvarez se ha vestido de fiesta, gracias a quienes por cientos se encuentran en la sana costumbre de compartir algo que los identifica, las empanadas, y, con ello, una de las usanzas más arraigadas de la región que, en original honra a Francisco de Asís, es una indiscutible expresión cultural propia de los habitantes conurbados, precisamente donde se originó y mantiene esta deliciosa tradición local.
En Villa de Álvarez*, Colima, la conmemoración es el 4 de octubre, día del patrono de este pueblo, aunque la venta corre desde el fin de semana anterior, pero ¿desde cuándo acá? Con certeza nadie lo sabe, aunque su auge comercial es de la década de los 80s, con inicios señeros en los años 70s del siglo pasado, siendo las dulces las de mayor representación y consumo, como las de coco, camote, piña y crema de leche, aunque también las saladas, como las de picadillo, como contenido de ese panecillo horneado en forma de corazón, salpicado con azúcar coloreada en rojo y el contorno cariado; representación que, en ese orden, simboliza la forma del piadoso corazón de San Francisco, la sangre de los estigmas cristianos del beato y el imprescindible lazo del hábito monástico. 
El otro motivo de duda y de infundida como infundada confusión, es el origen de “¡Padrino, mis empanadas!”, expresión que, hay que aclarar, indiscutiblemente fue retomada de la original, surgida espontáneamente y fortalecida con el tiempo, la de la feria de Colima, misma que con otras, como la de “¡Ya huele a feria!” y “¡Barato como en la feria!”, para ese motivo también cayó en desuso, luego de que en 1958 el festejo fue trasladado del jardín Núñez a lo que era la unidad deportiva “Ignacio Zaragoza”, sobre la calzada Pedro A. Galván.
Empero ¿De dónde son las empanadas? Bueno, su elaboración es remota, nace con la domesticación y el cultivo del trigo, hará unos 12 mil años, aunque su elaboración específica probablemente viene de los egipcios, no obstante, la arqueología la ubica en la Europa medieval, con los pastores, viajeros y arrieros, cuando surge el concepto “empanar”, es decir, depositar algo en masa de pan, para cocerlo en el horno, esto, con el propósito de que se conservara por más tiempo para su consumo, durante las travesías usualmente largas a pie, lomo de bestia o carretela, que tenía que hacer la gente de entonces.
Provenientes del llamado viejo mundo, probablemente durante el siglo XVI las empanadas fueron distribuidas y enriquecieron gran parte de la gastronomía nacional en sus diversas recetas y cocciones, la mayoría similares a los pastes, generalmente dulces, que al tiempo contrastaron con las variedades saladas de Pachuca, provenientes de Inglaterra, por ejemplo. 
La ruta histórica de la empanada se bifurca entre las creatividades regionales del país, como en Sinaloa, donde son dulces, de maíz y trigo al horno, con relleno de dulce de guayaba, calabaza, piloncillo o cajeta. Al sur, en Oaxaca, son tres las que más se degustan, la de mole verde y amarillo, y la llamada quesadilla con queso Oaxaca, flor de calabaza y champiñones. En Puebla se degustan las de mole, tinga o rajas, y con otras combinaciones como la hawaiana y la de jamón con queso. 
Al norte, son populares las dulces con relleno de frutas y espolvoreadas con azúcar glas, sin freír y con sabor similar al de una galleta rellena. En Chiapas y en la costa golfo, en Veracruz, las de maíz, fritas y rellenas de pollo, carne de res o queso; como también los volovanes jarochos, cuya forma es distinta, con relleno de carne de jaiba, o las empandas fritas de Tabasco, rellenas de pejelagarto. Por lo pronto y desde aquí y antes de ¡Padrino, mis empanadas! 
*Villa de Álvarez. Como debe enunciarse, al menos por una autoridad que se respete y por sus propios vecinos, en honra de quien a favor de nuestra soberanía perdiera la vida; y, contra quienes, ajenos o ignorantes, por “moda”, arbitrariamente lo omiten.

NOÉ GUERRA PIMENTEL



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