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Investigador: Olvido nos hace vulnerables



Lunes 07 de Noviembre de 2022 9:37 am

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En conmemoración del Día Mundial de Concienciación sobre Tsunamis 2022, Raymundo Padilla Lozoya participó con su ponencia “Memoria Histórica de los Tsunamis en México”, en el Foro Internacional de Tsunamis Costa de México.
Fue organizado por la Coordinación Nacional de Protección Civil y el Centro Nacional de Prevención de Desastres.
El objetivo de esta ponencia, dijo Padilla Lozoya, “es mostrar que la memoria histórica aporta información para comprender la amenaza y los impactos de los tsunamis que se han presentado en México, y que dicha memoria es la puerta de acceso para comprender mejor las respuestas sociales ante los tsunamis y sus impactos”.
Al iniciar su exposición, comentó que la historia en común entre México y Japón inició en 1597, pues debido a varios desastres, el emperador Toyotomi Hideyoshi ordenó ejecutar a un grupo de franciscanos, entre ellos a Felipe de la Casas Martínez.
“Esto nos habla de cómo influyen los fenómenos naturales en aspectos de la cultura desde el pasado hasta nuestros días; es un claro ejemplo de un vehículo de la memoria, como le llamamos los historiadores”.
Mencionó que los historiadores han estudiado los sucesos de los tsunamis de 1787, 1816 y 1932 en Cuyutlán, Armería, y que en este último ya se contaba con instrumentos de medición.
“La memoria histórica en este caso se asocia a relatos de sobrevivientes y también se vincula a fotografías y periódicos porque ilustran las afectaciones en viviendas y en la zona de Cuyutlán”.
Agregó que el conocimiento del riesgo no solo se basa en instrumentos de monitoreo y aparatos electrónicos, sino que se constituye por factores sociales como la percepción y cómo la gente se relaciona con cierto peligro.
“En cuanto a percepción, es importante conocer las representaciones más importantes de una comunidad con relación a una amenaza, por ejemplo, cómo se le brinda tributo a la Virgen de la Candelaria el 2 de febrero, para conmemorarla, y también para agradecerle los favores recibidos, sobre todo los asociados con el tsunami de 22 de junio de 1932”.
Estos espacios, argumentó, “se pueden aprovechar para proporcionar información de calidad a estas personas y no dejarles solo con la decisión en un aspecto subjetivo, religioso, sino promover acciones específicas para prevenir el riesgo por los tsunamis en la zona”.
Resaltó que hay dos caminos: acostumbrarnos a la cultura de los desastres que se presentan frecuentemente o desarrollar una cultura preventiva.

Manolika SILVA ROSALES



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