UMAE No. 21 del IMSS Nuevo León reconstruye con éxito columna destrozada de paciente postrado
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Miércoles 09 de Noviembre de 2022 5:32 pm
+ -Trabajaron los cirujanos durante ocho horas en una columna colapsada debido a una tuberculosis vertebral, llamada Mal de Pott
En el marco del 70
aniversario de la Unidad Médica de Alta Especialidad (UMAE) Hospital de
Traumatología y Ortopedia No. 21 del Instituto Mexicano del Seguro Social
(IMSS) en Nuevo León, un equipo de especialistas logró una proeza:
reconstruyeron una columna destrozada a causa de una tuberculosis vertebral.
Después de siete años de
dolor y seis meses postrado en cama, don Rodolfo León Rodríguez, chofer y
trabajador de mantenimiento, no imaginaba que la felicidad volvería a su vida.
La unidad recibe muchos
pacientes con daño vertebral, pero a don Rodolfo una tuberculosis le destrozó
la columna hasta dejarlo postrado en cama, explicó el jefe del Departamento
Clínico de Columna en la UMAE No. 21, doctor Joel León Ruiz.
En 2015, el paciente de
55 años, originario de Matamoros, Tamaulipas, presentó molestias de espalda a
causa de una infección que se controló con medicamento. Para 2019, el dolor
volvió más intenso en la región lumbar, acompañado de sensaciones de choques
eléctricos en las piernas y debilidad muscular; para entonces ya requería
muletas.
Ante esto, el servicio
de Patología del hospital realizó estudios, los cuales arrojaron diagnóstico de
tuberculosis vertebral, llamado Mal de Pott, el cual había ya destruido el 60
por ciento de su columna.
Cuando estaba todo listo
para una cirugía de salvamento, se atravesó la pandemia. Finalmente, se
programó la intervención para don Rodolfo el 18 de marzo de 2022.
El médico a cargo de la
cirugía, doctor Abraham Isáis Gómez, especialista en Traumatología y Ortopedia
con subespecialidad en Columna Vertebral, señaló que la experiencia en el
quirófano fue un verdadero desafío para él y sus colegas, los doctores José
Pablo Rodríguez López y Othoniel Cruz Jiménez.
Al inicio de la cirugía,
los cirujanos encontraron una columna colapsada, con una masa amorfa que
contenía huesos destruidos, ligamentos, nervios y músculos fuera de su lugar.
“Lo problemático fue que
era como si hubiera explotado una bomba y tienes todos los pedazos por todas
partes”, explicó Isáis Gómez.
El primer reto fue el
abordaje. La deformación anatómica impidió a los cirujanos llegar a la columna
en forma habitual. Con dificultad evaluaron el daño, descubrieron la zona y
determinaron con exactitud dónde colocarían los tornillos y los injertos de
hueso extraídos de la columna del paciente.
Los tres cirujanos
trabajaron de manera sincronizada por ocho horas en una minuciosa técnica
ortopédica que consiste en elaborar pequeños cuadritos de hueso, llamados
“chips”, para darles forma y reconstruir la columna, hasta que quedó lista.
Una vez que la nueva
estructura se colocó en la zona destruida, junto con los ocho tornillos, dos
barras y un travesaño, procedieron a la complicada descompresión, en la que con
sumo cuidado tuvieron que retirar pedazos de hueso, ligamentos y fibrosis que
comprimían y dañaban los nervios. Además, eliminaron las cicatrices que había
dejado la tuberculosis.
Al concluir la cirugía,
para los médicos fue sorprendente la recuperación del paciente, quien a los
cuatro días abandonó el hospital para volver a casa.
“Yo salí tan bien que no
sabía si me habían hecho cirugía, porque no sentía ningún dolor, nada, hasta le
dije a mi esposa: ‘revísame la espalda’”, compartió el paciente.
Don Rodolfo recuerda que
cada dos meses viajaba de Matamoros a Monterrey para su tratamiento contra la
tuberculosis. Inicialmente llegaba al hospital en muletas, posteriormente en
silla de ruedas y finalmente en camilla. “Intentaba levantarme, pero ya no
podía, tardaba una hora y media”, recordó.
Con profunda alegría, el
paciente agradeció al doctor Jesús Domínguez, quien por dos años le atendió en
el proceso de su enfermedad en el consultorio 13 del mismo hospital y a todos
los médicos que lo atendieron.
“Ellos (los médicos) son
ángeles que me hicieron una hermosa cirugía, son una maravilla, me regresaron
mi salud, la felicidad volvió a mi vida, porque recuperé la libertad y no solo
cumplí mi sueño de caminar, también volví a conducir y pasear en bicicleta”,
expresó sonriente.
Para el doctor Isáis
Gómez no importó el cansancio de ocho horas continuas en el quirófano, “lo más
gratificante es ver que el paciente vuelva a levantarse, a caminar y recibir
las gracias… eso no tiene precio”, compartió con emoción.
“El IMSS tiene la
capacidad de hacer cosas maravillosas”, afirmó Gómez. “Trabajar en la
emblemática UMAE No. 21, que está por cumplir 70 años, es un gran orgullo,
seguiremos haciendo casos exitosos para engrandecer su historia”.
Este hospital realiza
500 intervenciones de columna al año, de las cuales sólo 50 son
reconstrucciones, pero el caso de don Rodolfo fue para los médicos un verdadero
desafío que enfrentaron con éxito.