Rodeadas de pingüinos e icebergs: así es pasar la Navidad en la oficina de correos del fin del mundo
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Sábado 24 de Diciembre de 2022 3:12 pm
+ -Cuatro británicas se preparan para pasar la Navidad en la oficina de correos más remota del planeta
Cuando Clare Ballantyne
llegó al lugar al que iba a llamar hogar durante los siguientes cinco meses, lo
encontró enterrado bajo metros de nieve. "Nos calentamos muy rápido
cavando un montón", dice con una sonrisa.
Clare fue elegida junto
con otras tres mujeres, Mairi Hilton, Lucy Bruzzone y Natalie Corbett, para
cuidar del remoto puerto de Port Lockroy, unos 1.466 kilómetros al sur de las
Islas Malvinas/Falklands.
Lograron imponerse a
miles de candidatos que también se postularon para gestionar la base durante el
verano antártico para el Fondo del Patrimonio Antártico de Reino Unido.
Lo que antiguamente fue
una base militar británica y una estación de investigación, hoy en día consta
de una oficina de correos, un museo y una tienda de regalos.
El equipo acoge a los
cruceros que pasan y vigila la población de unos mil pingüinos juanito que vive
en la isla.
Hablar con las mujeres
es extremadamente difícil, pero Clare y Mairi, la monitora de vida silvestre
del equipo, lograron relatar su experiencia a través de una línea de teléfono
satelital irregular.
"Hemos limpiado de
nieve el acceso a los edificios, asegurándonos de que los paneles solares estén
desbloqueados por la nieve y que todos funcionen, que tengamos suficiente agua
y gas y que estemos seguras para quedarnos en la isla", relata Clare.
La Marina Real británica vino a ayudar al equipo a arreglar el techo del museo, que había sido dañado por el peso de la nieve. Clare recuerda el momento en que los marineros se fueron y el equipo se quedó solo en la isla, rodeado solo de pingüinos e icebergs que flotaban silenciosamente en el canal. "Fue simplemente increíble", dice ella.
El trabajo de Clare,
como directora de correos, es enviar las postales que mandan a países de todo
el mundo los turistas que visitan la isla.
"El correo que
envío desde aquí tarda unas cuatro semanas en llegar a Reino Unido",
asegura. "Me entusiasma estar al principio de ese viaje".
El equipo lleva ya
varias semanas en Port Lockroy y se ha acostumbrado a una rutina bien
engrasada. "Nos levantamos a las 7 de la mañana", dice Mairi.
"Desayunamos y bajamos a quitar la nieve del lugar al que llegan los
viajeros".
"Tenemos un crucero
por la mañana. Los turistas vienen y visitan el museo, la tienda y ven los
pingüinos. Luego almorzamos y un segundo grupo de turistas llega por la tarde
hasta las 6. Por la noche cenamos, supervisamos a los pingüinos y hacemos cualquier
otra tarea que sea necesaria", agrega.
Relación
simbiótica
Port Lockroy es el
destino turístico más popular de la Antártida, con alrededor de 18.000
visitantes cada año. Pero se trata de una relación simbiótica: el equipo
depende en gran medida de la asistencia que brindan los barcos que pasan.
"No tenemos agua
corriente, así que obtenemos el agua potable de los cruceros", dice Mairi,
"y también nos duchamos allí".
"Recibimos fruta y
verdura fresca, y pan de los barcos que vienen de visita. Las tripulaciones nos
cuidan muy bien", agrega Clare.
Dado que no hay conexión
a internet en Port Lockroy, la principal manera que tiene el equipo para estar
en contacto con sus familias y mantenerse al día de lo que pasa en el mundo
exterior es usando el wifi de los barcos. Y aunque el equipo ha recibido
formación en primeros auxilios, si necesitan ver a un médico, pueden encontrar
uno a bordo de los barcos visitantes.
Pero no siempre es tan
sencillo. La imprevisibilidad del clima antártico podría de repente mantener al
equipo aislado durante días.
"Nunca se sabe lo
que traerá el día", dice Clare. "No sabes si vas a venir un barco por
la mañana, si va a haber una tormenta. Hay que ser muy flexible".
Aún así, y a pesar de
los desafíos, todavía están maravilladas por lo que les rodea. "Todas las
mañanas, cuando subes los escalones nevados del edificio, las montañas y los
icebergs en el canal que nos rodea, es simplemente hermoso y ver a los
pingüinos te hace sonreír", dice Clare.
Ante la pregunta de cómo
se sienten al ser las únicas cuatro humanas entre cientos de pingüinos
residentes, Mairi asegura que "no son tan ruidosos como esperaba. Son muy
buenos vecinos y es muy divertido verlos".
La tarea principal del
equipo con respecto a la vida silvestre es contar los huevos que se suelen
poner en esta época del año. Aunque Mairi afirma que el cambio en las
condiciones climáticas parece haber retrasado la temporada de reproducción.
"Hay mucha nieve y
tampoco tenemos hielo marino fijo en la bahía, lo cual es inusual. Los huevos
de los pingüinos no sobrevivirán si se depositan en la nieve, así que si sigue
habiendo estos inviernos más cálidos y templados no va a ser bueno para los
pingüinos de aquí".
Clare y Mairi aseguran
que todavía no han tenido mucho tiempo libre, pero están tratando de saborear
cada momento que pasan en la isla. ¿Y para Navidad?
"Nos tomamos el día
libre", dice Mairi. "Algunas vamos a hacer un pudín de Navidad, mince
pies (dulces tradicionales británicos) y galletas de jengibre. Simplemente nos
relajaremos y tendremos una cena de Navidad y haremos muchas de las cosas que
normalmente harías en casa, pero en la Antártida".