Huellas del Virreinato en Colima
Domingo 19 de Marzo de 2023 8:39 am
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COLIMA, Coliman o Collyman es una denominación de origen ideográfico, es decir, es un concepto o idea representada gráficamente y no una descripción fonética, como lo precisa Javier Bravo Magaña, por lo que la interpretación correcta del pictograma de la lámina 18 de la Matrícula de Tributos (1522-1523) del códice Boturini, del que se hizo la copia para el códice Mendocino en 1541, no nos habla de una población o puebla establecida, sino que solo nos da una referencia geográfica: “es el lugar donde tuerce el río”, aludiendo a la cercanía con el pueblo de Caxitlan en la actual jurisdicción de Tecomán. (Terríquez Sámano, Ernesto, Historia de un equívoco. 2015. Gobierno del Estado de Colima).
La de Colima fue la octava fundación hispánica, después de la Villa Rica de la Veracruz (1519), Segura de la Frontera–Tepeaca (1519), Tenochtitlan (1521), Santa Ma. Zacatula (1522), Espíritu Santo–Coatzacoalcos (1522), Medellín (1522) y Pánuco (1523); a la postre, asiento de la originalmente extensa Provincia de Colima que reconoció Francisco Cortés sobre 1524. Luego de la Conquista, con el repartimiento de encomiendas, muchos naturales fueron sometidos a trabajos forzados en minas y cacaotales, mientras el modelo económico medieval europeo se imponía. La despoblación aborigen obligó a los europeos a recurrir a nativos africanos que se mercaban en la Ciudad de México y en Nueva Galicia.
Nueva España tenía una sola religión, la católica, representada desde 1524 y hasta 1775, cuando fueron expulsadas y sus bienes confiscados, por 10 órdenes religiosas enunciadas en orden de arribo: Franciscanos, Dominicos, Agustinos, Jesuitas, Mercedarios, Carmelitas, Hipólitos, Juaninos, Antoninos, Filipenses, Betlemitas y Camilos, vigilada y sancionada de 1571 a 1820 por el Tribunal del Santo Oficio. Las tres entidades conventuales con presencia en Colima y de las que, aunque en ruinas, sus sedes subsisten.
Miguel José Pérez Ponce de León, en Descripción de Colima en 1789, el último alcalde mayor de Colima, dice: “de Valladolid a Colima el Camino real hay 79 leguas con unos 20 parajes de arrieros, y aun cuando no hay ningún mesón, tampoco falta donde parar, y por el camino hay mucho sombrío y agua y pastos. La muchedumbre de sus árboles que unos producen hermosas flores que llaman primaveras, y otros tamarindos, de estos dos tienen los patios de las casas. La plaza y los edificios son de una proporción regular; todos sobre techados de teja. Las calles guardan las reglas de su antigüedad, que acreditan con ser estrechas, cuyo defecto es por la ubicación del lugar”.
Como Partido, desde diciembre de 1786, cuando por Real Cédula la Corona española creó las 12 intendencias, la antigua Alcaldía mayor de Colima pasó a depender de la Intendencia de Valladolid. Como tal sus límites fueron: Zapotlán, Pizándaro, Motines de Oro y Amula.
Del asentamiento principal del Partido, D. Lasaga, afirmó: “La traza es ajedrezada y sus casas de teja de proporción irregular son bajas, húmedas y de ninguna comodidad ni aire, con corralones grandes. Las calles estrechas y sin nombre, la plaza de Armas al centro, en torno se alza la iglesia parroquial con torre, las casas reales con corredor al frente, la Sala de cabildos, la Real cárcel, el estanco de tabaco y la casa del diezmo. En las calles laterales: la casa del párroco y la Real alcabalas.
Respecto a la población, Diego de Lasaga consigna que la jurisdicción del Partido de Colima contaba, según su censo levantado en 1792, con 7 mil 643 habitantes, de los que mil 939 eran españoles, 85 castizos, 181 mestizos y 2 mil 109 mulatos. Lasaga no cuenta a los indios, quienes, es de suponer, en su condición de nómadas, habitaban en haciendas, ranchos aledaños y arrabales.
Desde 1535, con la institución del gobierno virreinal, hasta el 27 de septiembre de 1821, con la declaración de la independencia, transcurrieron 286 años, periodo que se gestó una idiosincrasia diversa y diferente a la del europeo, producto del mestizaje heredado de cuatro razas: nativa, europea, africana y asiática, que se expresa en nuestro aspecto, usos, hábitos, lenguaje y visión estética.