Amores perros
Domingo 26 de Marzo de 2023 8:48 am
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BETH Rivera recuerda que tenía algunos 8 años cuando le pidió a su mamá que la llevara a un refugio para perros que se encontraba justo a un lado del Panteón Ingles en la Ciudad de México, lugar en donde residía.
Concluida la visita, entregaron un pequeño donativo y al verlo, una de las encargadas considero que el nombre que debería escribirse en el recibo debía de ser el de la niña, ya que había sido ella la de la idea de visitar el refugio y apoyar. Este pequeño detalle que en ese momento fue visto como un simple trámite, pudo quizá ser el detonante para que en el futuro Beth consagrara su vida al rescate y cuidado de perritos, y que hoy en día la Casa Hogar para Animales de Colima A.C. que fundó, dirige y cuida, y que se encuentra ubicada a 5 minutos de la comunidad de Piscila, en Colima, albergue a 230 perros, ocho gatos, 50 cerdos, siete chivos, 15 burritos, algunos patos y a Oscar, un toro, que merece mención aparte, por ser el indiscutible rey del lugar, y que con poco más de media tonelada pasea libremente su impresionante figura negra, y gusta de ser acariciado cual bebe, así como también de patear los tinacos de agua como si fueran piezas de juguete en miniatura.
A los 17 años Beth realizó su primer rescate, una perrita extraviada a la que no pudieron encontrar a sus dueños, por lo que pasó a ser parte de la familia; a partir de ahí inició con esta noble labor de brindar una mejor vida a los lomitos peludos; primero lo hizo como rescatista independiente, tema en un principio complicado porque al vivir en casa paterna sus papás no compartían sus mismas ideas, situación que cambió una vez que se casó, porque ya con su propio espacio pudo empezar a albergar más animalitos, de manera que el rescate se convirtió en una dinámica familiar perfectamente entendida y con un dejo de satisfacción relata que en casa, cuando Ángel, Paulina o Donahí, que son sus hijos, llegaban con un perrito de la calle, nunca fueron regañados, sino todo lo contrario, siempre hubo lugar para uno más.
Ha sido un camino largo, porque por cuestiones de trabajo Beth ha tenido que mudarse a diferentes ciudades, pero adonde ha llegado, ha tratado en la medida de lo posible de continuar con su labor de rescate, lo mismo en San Juan del Rio, Querétaro, que en el Puerto de Manzanillo o en Mazatlán.
En estos tiempos rescatar y procurar que los animalitos tengan una vida libre de violencia es una actividad reconocida e incluso aplaudida, porque hablamos de la generosidad del ser humano para con otras especies, la conciencia que ahora tenemos como sociedad con respecto a los animales de compañía ha cambiado, y mucho de ello se lo debemos a personas como Beth, que pese a tener todo en contra, han logrado abrir camino para que las nuevas generaciones modifiquen prácticas de crueldad animal anteriormente aceptadas, sin embargo, hace casi 40 años que Beth inicio con esta actividad, rescatarlos era visto como una locura, ¿para qué rescatas?, ¿qué vas a hacer con tanto animal? Le decían, aún así continuo con esta extraordinaria labor interminable y agotadora, de todos los días, pues aquí no hay días de descanso, vacaciones, días festivos o sueldos.
Beth ha empeñado tiempo de ella, de familia, recursos propios, tranquilidad y comodidad en esta causa, y sólo cuando la escuchas hablar con el amor que lo hace de sus animalitos entiendes que el cuidado y bienestar de estos es simplemente su vida.
Sentadas bajo un pequeño solar, me dejó impactada como es que reconoce a cada perrito y como es que recuerda el nombre de cada uno de ellos. A mitad de la entrevista ya teníamos por lo menos a 10 de todos los colores y tamaños alrededor nuestro, y otros arriba de sus piernas, muy atentos a nuestra charla. Es extraordinario sentir el amor que esas criaturas nos dan muy a pesar de haber sido abandonados a su suerte en el mejor de los casos, porque cada uno tiene su historia que a veces, es de extrema crueldad, pues hubiese sido mejor, aunque no lo ideal, que sólo los hubieran abandonado, y no haberles causado tanto daño, como lo hicieron con Botitas, un perrito rescatado en Comala al que le habían cortado los deditos de sus cuatro patas, luego de un episodio de esta naturaleza y del evidente trauma es imposible que socialice, pero aun así lo hace con la hija de Beth o con Valiente, otro peludito que al ser rescato en Tecomán aún tenía clavado un enorme cuchillo en su lomo, crueldad infinita increíblemente olvidada por estos perritos que a la menor provocación mueven sus colitas y ofrecen un incondicional amor perruno.
Con toda la experiencia acumulada en estos años, Beth tiene muy claro cómo se podría contrarrestar el abandono y maltrato animal: esterilizaciones masivas y obligadas, creación de leyes en las que se involucre a personas expertas en el tema, y por ende aplicación de estos reglamentos. Porque la labor de Beth no es sólo rescatar, dar amor y atención a estos seres abandonados, su labor va mucho más allá.
La Casa Hogar para Animales realiza campañas permanentes de concientización sobre la responsabilidad que implica tener una mascota, igualmente hacen esterilizaciones para tratar de acortar la estadística de abandono, así como campañas de adopción, y todo este engranaje se hace a través de donaciones, aportaciones voluntarias, croquetones, rifas, eventos, venta de artículos de segunda mano en el bazar localizado en calle Ignacio Sandoval 126, abierto de lunes a sábado de 9 de la mañana a 2 de la tarde, y todo lo demás que se pueda, aquí todo suma.
La labor es inmensa y aún queda mucho por hacer en pro de los animales abandonados y maltratados, pero es de reconocer que gracias al trabajo de personas como Beth y de seguramente muchos más el camino ya es más corto.
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