El español de Argentina y de España en México
Solitarias palabras en el bolsillo/Ramón Moreno Rodríguez
Viernes 16 de Junio de 2023 3:30 pm
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El español que usamos en
México es muy rico en cuanto al léxico, las construcciones sintácticas y la
realización del habla. Seguimos al pie con el español castizo que nos fijó por
primera vez Elio Antonio de Nebrija en el principio del Renacimiento. Cuando
dije que nuestro español es muy rico, también me refería que hay diversidad al
nombrar una cosa o lugar, por ejemplo, el famosísimo buen día o buenos días.
Muchas personas prefieren la primera y muchas otras la segunda opción y se
aferran a la idea de que su elección es la correcta.
No obstante,
como todas las hablas y los idiolectos concretos, padecemos algunos vicios que
afean de vez en vez nuestra concreción de la lengua. Por ejemplo, los mexicanos
abusamos del pronombre “le” y siempre se lo ponemos a casi todos los verbos,
aunque no venga al caso (cómprale, dígale, saludarle, óigale, súbale, etc, etc).
Otra piedra en nuestro zapato es el uso abusivo de los diminutivos; en el
lenguaje –como en la tecnología los japoneses–, todo lo hacemos y lo queremos
pequeño; es canónico de estos ejemplos el famoso “ahorita” por ahora mismo y el atroz “ahoritita” por, de inmediato; aunque esa inmediatez nos
tiene sin cuidado y con mucha frecuencia intentamos disimular con él, un
deliberado retardo.
Ni qué decir de la entonación de las chicas de la Ibero, que hablan como si
trajeran el migajón en la boca o la sinfonía cantada del habla tepiteña que
consagrara en el cine Pepe el Toro. Y
otro tanto sucede con el complejísimo –para nosotros– uso del pronombre átono
“los”, en posición de objeto directo, pues nunca logramos distinguir que
debemos decir “se lo dije” y siempre decimos erróneamente “se los dije”.
Pues bien, de esos vicios en nuestro
español mexicano hay dos de los que hoy hablaré y que, tengo para mí, que no
son inventos ni enredos nuestros, sino que le hemos comprado la moda a otros
países. Me refiero al uso del adverbio recién,
regido con verbo conjugado y la sustitución que hemos ido haciendo de la
palabra gasolinería por gasolinera. Veamos.
El adverbio recién, apocope de reciente y
recientemente, se rige con verbos en participio; esto es, que cuando pongamos a
un lado de este adverbio un verbo, no debe estar conjugado (recién compré) sino
debe construirse con participio (recién comprado). Si es deseo del hablante que
no quede en el aire quién realiza la acción (comprado, construido) sino que por
el contrario sea patente que yo la realizo (compré, construí), debería usar la
forma no sintética del adverbio y entonces decir recientemente compré este teléfono, pero no, recién compré este teléfono. Pues bien, hace unas décadas, los
mexicanos construíamos perfectamente el adverbio recién+participio, pero de un
tiempo a esta parte nos ha dado por usarlo erróneamente y lo que antes hacíamos
bien, ahora lo hacemos mal.
¿A qué se debe esta dejación de lo correcto
y la torpe adopción de lo incorrecto? Al prestigio lingüístico. En este caso
concreto, al prestigio y a la autoridad que le concedemos a formas que a
nosotros nos suenan novedosas (y lo son) y por ello, por ser extranjeras y por
ser nuevas, les damos total crédito y las adoptamos sin darnos cuenta de
nuestra torpeza.
No lo sé de cierto, pero tengo la sospecha
que ese uso nos vino de Argentina. No tengo pruebas para sostenerlo, pero la
inferencia que hago es que, en términos generales, en el resto de
Hispanoamérica se usaba correctamente recién, por ejemplo, en Colombia, Ecuador
o Perú. No obstante, su uso inapropiado en Argentina era (y lo sigue siendo) de
la manera como explicamos arriba. Por ello es mi inferencia en tal dirección.
Además, debemos tomar en cuenta que a finales de la década de los años setenta
del pasado siglo hubo una fuerte migración de argentinos a nuestro país; quizá
por ahí nos vino ese uso que analizamos.
Sea como fuere, el caso es que muchos
mexicanos, sobre todo en cierto contexto de habla culta o que pretende ser
culta, se ha metido esta manera de construir oraciones y quienes lo usan, muy
orondos y muy originales, no se dan cuenta que han metido la pata en el lodazal
de la incorrección.
Por otro lado está el uso de gasolinera en
lugar de gasolinería. Si bien podemos señalar que empezamos a utilizar
recién+verbo conjugado hacia la década de los años setenta del pasado siglo, el
caso de este sustantivo debió entrar en nuestro léxico en los años ochenta o
acaso en los noventa, también del pasado siglo XX, cuando ya teníamos mucho
tiempo usando gasolinería y poco a poco la ha ido sustituyendo. Tampoco tengo
pruebas, pero opino que debió llegarnos de España. Veamos el fenómeno.
La construcción de nuevas palabras se hace,
entre otras formas, a través de la derivación. Es decir, que usamos una
determinada como punto de partida para construir una nueva, pues le agregamos a
esa primera (primitiva) algún morfema o un lexema o prefijo o un sufijo y así
obtenemos la nueva (derivada o neologismo); por ejemplo, panadería procede de
pan.
Veamos
el mexicano uso de gasolinería. La derivamos de gasolina (que a su vez provino
de la universalmente aceptada gas+oil+ina) y le agregamos el sufijo -ería, que
se utiliza en sastrería (de sastre) o en confitería (de confites) o en
tintorería (de tintura). Es decir, que esta partícula nos sirve para aludir a
un oficio (el del sastre) o un taller (el de las confituras) o el lugar donde
se vende o se aplica ese género (el tinte). A mi parecer el neologismo es
apropiado, es decir, está bien construido y fue bien aceptado por los hablantes
de la lengua en nuestro país. No obstante, en España el neologismo que ellos
usan se construyó con la misma palabra primitiva (gasolina) pero utilizaron el sufijo
-era para construir su nueva palabra
y que significa el lugar u objeto donde
se guarda o hay cierta cosa, como aceitera, de aceite; pimentera de
pimienta, y así sucesivamente. Es también mi parecer que la construcción es
apropiado y está bien construido, y también fue bien aceptado por los hablantes
de aquel país.
Creo que a raíz de la imposición de la
democracia en aquella nación (1978) los intercambios y los influjos que de allá
nos vienen se intensificaron y a causa de los medios masivos de comunicación
los mexicanos empezamos a copiar su gusto por gasolinera y a desechar por supuestamente incorrecta gasolinería. De tal manera se ha
impuesto esta moda, que he escuchado a no pocos alumnos que me dicen nunca
haber escuchado la palabra gasolinería, sino solamente gasolinera.
Opino que, como ya dije en otra entrega,
son ambos neologismos, una manera de ver la realidad (lo mencioné a raíz de que
acá en México decimos “cuarto para las once” y allá “las once menos cuarto”) y
ninguno es mejor ni peor. No obstante, reina en muchas personas la confusión de
creer que nuestra gasolinería es
incorrecto. El cuestionamiento que se le puede hacer (y se peca de
ultracorrección) es que una gasolinería ni es un oficio ni es un taller. Es muy
fácil deshacer esta objeción, porque, como ya se vio en dos de los ejemplos
puestos (confitería, tintorería), este sufijo alude también al lugar donde se
vende o se aplica algo, cosa que, como todos sabemos, es lo que sucede en las
gasolinerías, que se aplica y también se vende gasolina.
Por otro lado, también se le puede hacer
una pega a gasolinera, aunque también
creo que es un exceso de prurito. Por los ejemplos vistos (aceitera, pimentera)
en efecto, en una gasolinera se almacena y se resguarda gasolina, pero en una
aceitera o en una pimentera no se expende o no se aplica el aceite o la
pimienta. Son sólo depósitos, almacenes, y una gasolinera es más que un
almacén.
En fin, que no se trata de enmendarles la
plana a los españoles; si a ellos les gusta gasolinera, está muy bien, con su
pan se lo coman, como dice el refrán. Lo que se me hace curioso es que estando
bien dicho gasolinería, en un
ejercicio inapropiado de ultracorrección, muchos mexicanos prefieran gasolinera porque creen que es erróneo
gasolinería. Es el mismo caso, ya aludido en otra ocasión, de buen día en oposición del correctísimo buenos días.
Creo que por lo antes dicho, mi conclusión
es que debemos dejar de usar recién+verbo conjugado por incorrecto y gasolinera
porque es una torpe inferencia de que gasolinería es un error.