El Pentágono desclasifica documentos sobre OVNIs en nuevo sitio web
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Domingo 03 de Septiembre de 2023 8:59 am
+ -Con ello, el gobierno estadounidense busca ´fomentar la transparencia y la apertura hacia el público en general
Uno de los científicos que quizá con mayor vehemencia se hayan referido al fenómeno OVNI fue Carl Sagan (1934-1996).
Antes de que terminara el siglo XX, este astrónomo y divulgador de la ciencia de origen estadounidense intentó explicar dicho fenómeno a partir de una distinción entre lo que significa la ciencia y su contraparte la pseudociencia.
Sobre la pseudociencia -o las pseudociencias en general- Sagan escribió que, en el caso de éstas, “las hipótesis suelen formularse precisamente de modo que sean invulnerables a cualquier experimento que ofrezca una posibilidad de refutación, por lo que en principio no pueden ser invalidadas”.
En lo que respecta a la ciencia, la forma de pensar y de producir conocimiento funciona a partir de validar o refutar ideas contrastándolas con la realidad. Y, si se es honesto, entonces debemos de desprendernos de nuestras ideas a partir de las evidencias que están en contradicción con lo que estamos creyendo.
Al respecto, Carl Sagan escribió nueve reglas del pensamiento escéptico, entre las que destacan: confirmar la realidad (independiente de los hechos); reconocer que siempre hay más de una hipótesis; no aferrarse a una hipótesis porque sea la nuestra; que las proposiciones que no pueden comprobarse ni demostrarse falsas no poseen mucho valor científico, entre otras.
Ahora bien: que las pseudociencias no puedan ser invalidadas al no admitir ningún tipo de prueba para verificar experimentalmente sus postulados e hipótesis, ha sido el caldo de cultivo para que el fenómeno de avistamientos de supuestas naves espaciales que nos visitan -o el hecho de que supuestamente cientos de personas, desde hace décadas, hayan sido abducidas por seres extraterrestres- sea considerado como un asunto real por una parte muy importante de la población.
De tal suerte que el debate en torno a la existencia de Objetos Voladores no Identificados, actualmente también llamados Fenómenos Anómalos no Identificados (UAP, por sus siglas en inglés), vuelve a avivarse a raíz de que hace poco más de un mes, David Grusch, un respetado exoficial de inteligencia, declaró en el Capitolio de los Estados Unidos -en una larga audiencia- que el gobierno se empecina en ocultar tanto naves de origen extraterrestre como restos no humanos.
Grusch no presentó pruebas con las cuales sustentar sus afirmaciones, salvo los testimonios que dice tener de 40 testigos que afirman haber visto “objetos no identificados no humanos”. Por lo tanto, lo que Grusch expresó en aquella audiencia no puede ni demostrarse ni refutarse; pero al menos sirve para que el gobierno de ese país, presionado para que se desclasifiquen documentos que por años han estado archivados en secreto, salgan finalmente a la luz.
De hecho, el Pentágono -en colaboración con la Oficina de Resolución de Anomalías en Todos los Dominios, (AARO, por sus siglas en inglés)- acaba de hacer público un sitio de internet, www.aaro.mil, en el que, poco a poco, se irán “subiendo” estos documentos a la red.
Según se puede leer en www.aaro.mil, “AARO aceptará informes de empleados, miembros del servicio o contratistas actuales o anteriores del gobierno de Estados Unidos, con conocimiento directo de los programas o actividades relacionados con los Fenómenos Anómalos no Identificados (que se remontan a 1945)”.
Además, en la misma página se menciona que “anunciaremos cuando un mecanismo de denuncia esté disponible para que otros lo utilicen”, por lo que, poco a poco, se irá alimentando la base de datos con documentos tanto de testimonios del pasado como con testimonios recientes.
Por su parte, Patrick Ryder, portavoz del Departamento de Defensa de Estados Unidos, dijo en un comunicado que “el objetivo principal del sitio web es fomentar la transparencia y la apertura hacia el público en general”.
Pero, ¿qué podrían contener estos documentos? Es muy probable que abarquen información relacionada con objetos no identificados (que efectivamente hasta el momento no tienen una explicación), pero de eso a que se trate de seres extraterrestres que viven entre nosotros o que nos vigilan desde naves espaciales, hay mucha distancia.
Por ejemplo, desde los años 60 y hasta los años 90 se extendió por todo el mundo, pero sobre todo en Gran Bretaña, un hecho que causó asombro y hasta pánico entre la población. Y es que repentinamente comenzaron a aparecer, con una frecuencia inusitada, círculos y pictogramas impresos en campos de trigo, avena y cebada.
Ante este fenómeno inusual, los científicos no encontraban una explicación, lo que llevó a que surgieran libros y revistas pseudocientíficas atribuyendo el origen de estos círculos a seres extraterrestres. Los ufólogos, por su parte, estaban encantados con que su discurso pudiera legitimarse a través de estas supuestas pruebas de vida más allá de nuestro planeta.
No obstante, en 1991, y como lo relata Carl Sagan en su libro El mundo y sus demonios, “Doug Brower y Dave Chorley, dos amigos de Southampton, Inglaterra, anunciaron que llevaban 15 años haciendo figuras en las cosechas”. De hecho, “hicieron una demostración ante los medios de comunicación de cómo hacían las formas”.
A raíz de esta confesión -y por otras razones que desconozco- el fenómeno de los círculos en campos de cultivo comenzó a perder fuerza y por tanto credibilidad. Tan es así que los bromistas que también los dibujaban en otros campos de cultivo del mundo repentinamente se esfumaron debido a que sus historias dejaron de ser veraces y ya no captaban de la misma forma la atención ni de los medios de comunicación ni de la mayoría de la población.
Ahora bien: ¿por qué mucha gente suele creer en estas historias? Sagan lo atribuye a que “las herramientas del escepticismo no suelen estar al alcance de los ciudadanos de nuestra sociedad” debido a que “nuestra política, economía, publicidad y religiones están inundadas de credulidad” y, además, dice, “los que mandan tienen un interés personal en no fomentar el escepticismo”.
Como podemos apreciar a partir de las palabras de Sagan, pronunciadas y escritas entre los años 80 y 90, éstas no han perdido vigencia, sino que, al contrario, cada vez resultan más certeras ante el contexto actual donde se les da más peso a las creencias que a la evidencia científica.
En definitiva, los documentos y testimonios que desclasifique el Pentágono en torno a los Fenómenos Anómalos no Identificados quizá sirvan para que se produzca un verdadero y sano debate público (tanto entre especialistas como de no especialistas, ufólogos y científicos incluidos) donde esperemos que la sociedad tenga la capacidad de juzgar y discernir si los avistamientos y otros fenómenos anómalos son en verdad (o no) de origen extraterrestre. Aunque todo apunta -y de acuerdo con la evidencia científica actual- a que su origen no está relacionado con la presencia de vida más allá de la Tierra.