Uso abusivo de los relativos

Ramón Moreno Rodríguez* / Solitarias palabras en el bolsillo
Martes 03 de Octubre de 2023 11:07 am
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Entendemos
por cliché, en estos temas que nos ocupan, a aquellas fórmulas que se repiten
cansinamente, que están vacías de sentido y que con frecuencia están asociadas
a errores escriturales. Con el adverbio donde pasa esto. En nuestros días el
uso de éste se ha hecho tan abusivo que es molesto ver un noticiero o un
programa de entrevistas o la declaración de un político, porque en tres o
cuatro minutos dijeron diez o quince veces o más el adverbio donde.
Tal partícula, junto con otros del mismo
tipo (cual, cuando, como, cuanto) se les llama también adverbios relativos
porque sirven, no tanto para calificar a los verbos (función natural de los
adverbios), sino para relacionar dos enunciados. Tal sucede con la expresión
Cada día desfallecen las fuerzas de nuestro corazón, donde se aloja la
satisfacción de nuestros apetitos.
Como se puede observar, esta proposición
se compone de dos oraciones, la primera podrías quedar así: Cada día
desfallecen las fuerzas de nuestro corazón. La segunda podría ser: En el
corazón se aloja la satisfacción de nuestros apetitos. El adverbio, como se
puede observar, funcionó como elemento de engarce, además de que sustituyó, en
la segunda, al sustantivo (el lugar) corazón. En fin, perdón por repetirlo,
estos adverbios pueden servir para engastar o relacionar dos elementos de
nuestra escritura y por eso se llaman relativos. Pues bien, muchos escritores
inexpertos o descuidados abusan de este uso y convierten en fórmula o cliché
tal adverbio y engarzan unos tras otros los enunciados; con tal proceder crean
cadenas de ideas complejas y no pocas veces obtusas.
¿Por qué se da ese fenómeno? Por
descuido. Es muy cómodo escribir como se habla y entonces el que lo hace movido
por el impulso y la irreflexión producen lluvias de ideas por las que van
saltando sin ton ni son de una idea a otra. A este proceder se le agrega otro
error fatal, que los elementos engastados no son lugares y por lo tanto no
admiten el adverbio donde.
En nuestros días, este fenómeno se ha
generalizado y es muy frecuente encontrar en el lenguaje periodístico este tipo
de construcciones. Sea por caso el siguiente: Una columna de manifestantes
marchó coreando violentas consignas, donde no faltaron desde los insultos al
presidente, como actos vandálicos contra los comercios. Como se puede observar,
las dos oraciones que constituyen esta proposición se enlazaron con el adverbio
donde, pero no venía a cuento hacerlo porque las consignas no son un lugar y
por lo tanto hace absurdo el enunciado todo.
Por otro lado, observe el lector que en
realidad no era necesario tal engarce porque eran dos los mensajes que se
pretendía enviar, por un lado, una manifestación vociferante y por el otro, el
daño contra los comercios y la imagen de un presidente. En este tipo de casos
mejor es separar que unir y así construir una proposición más ortodoxa en su
estructura y decir, por ejemplo: Una columna de manifestantes coreó violentas
consignas a lo largo de su recorrido. Al final de la marcha, frente al palacio,
gritó insultos contra el presidente, además de que los enfurecidos
manifestantes rompieron los vidrios de varias tiendas.
Este tipo de usos del adverbio relativo
donde, como ya dije, está muy de moda y me ha sido muy difícil erradicar de la
escritura de mis alumnos. Por otro lado, debo decir que no es un fenómeno
nuevo. He leído textos del siglo XVII, por ejemplo, en que me he encontrado
ocasionalmente esta curiosa y absurda estructura, pero nunca la había percibido
como ahora la miro: una verdadera plaga que como el lirio acuático en los ríos,
azolva la escritura de los autores desprevenidos.
Veamos un ejemplo que me encontré hace
poco en un periódico de circulación nacional. Dice el reportero: Briseño de Los
Santos fue detenido en la colonia Santa Catarina, en Tláhuac, donde de acuerdo
con los primeros reportes se conoció que se refugió después de las agresiones y
donde tras el seguimiento a través de las cámaras de videovigilancia, los
policías de la SSC dieron alcance.
Lo primero que hay que decir es la
acumulación de la información: el que escribe quiere decir todo al mismo
tiempo. Imposible. Segundo, el exceso del abuso: dos veces utilizó el adverbio,
y aunque la segunda sí es un uso correcto, porque en efecto, el segundo donde
sí sustituye a un lugar (la colonia) no deja de ser una lluvia de ideas atroz.
Y como ya dijimos, innecesaria, porque se puede cortar y empezar de nuevo. El
punto y coma o el punto y seguido y el recomenzar, quizá con un nexo o conector
corregiría tan grave vicio. Si el enunciado ya se alargó por meter tres
elementos unidos con donde, se hace más enredado porque el segundo y el tercero
iniciaron con oraciones incidentales a las que inopinadamente no les puso sus
obligatorias comas (“de acuerdo con los primeros reportes” y “tras el
seguimiento a través de las cámaras de videovigilancia”). Es decir, sin
incidentales la proposición quedaría así: Briseño De Los Santos fue detenido en
la colonia Santa Catarina, en Tláhuac, donde se conoció que se refugió después
de las agresiones y donde los policías de la SSC dieron alcance. Dice la
primera oración engarzada que en Santa Catarina se conoció que se refugió, lo
cual es absurdo, es en Santa Catarina donde encontró el refugio, simplemente.
En fin, es tiempo de concluir esta breve
nota sobre estos atroces clichés, la solución ya la sabe el amable lector:
evitar la lluvia de ideas y cortar con un punto y coma o un punto y seguido y
empezar de nuevo. Claro que al proceder así se eliminaría el uso de donde, cosa
que no estaría mal, porque, aunque algunos escritores piensan que es elegante,
ya hemos visto que más bien es descuidado y desagradable.
*Doctor
en literatura española. Imparte clases en la carrera de Letras Hispánicas en la
UdeG, Cusur.
ramon.moreno@cusur.udg.mx