Murió Sambo, la elefanta que se convirtió en símbolo de la capital de Camboya
Viernes 20 de Octubre de 2023 8:27 am
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La elefanta
Sambo, que durante décadas se convirtió en un símbolo de Nom Pen y de la
trágica historia de Camboya, ha muerto a los 63 años en un santuario en el
noreste del país, informó la organización que la cuidaba.
"Hoy
tenemos que compartir una noticia muy triste. Nuestra bella y dulce Sambo ha
fallecido durante la noche. Después de una larga batalla contra una infección
dental, su salud se deterioró en el último mes", publicó en Facebook la
organización Elephant Valley Project la noche del jueves.
Desde que a
principios de la década de 1980 su dueño se instaló con ella en Nom Pen, la
elefanta se fue convirtiendo en un símbolo de la capital camboyana, donde su
figura en los alrededores del templo Wat Phnom llegó a ser parte del paisaje
urbano.
En sus 63
años de vida, el paquidermo de 3,2 toneladas ha sufrido todos los avatares que
marcaron la historia del país asiático en el último medio siglo: golpeado por
los vaivenes de la Guerra Fría y destrozado por la guerra civil y el régimen de
los Jemeres Rojos (1975-1979), que causó la muerte de al menos 1,5 millones de
camboyanos.
Cuando los
Jemeres Rojos se hicieron con el poder, el dueño de Sambo, Sin Sorn, tuvo que
entregarla junto a sus cinco otros paquidermos a las autoridades, cuyos pésimos
cuidados causaron la muerte de los cinco animales, con Sambo como única
superviviente.
Al terminar
la guerra en 1979, a Sin Sorn le llegó la noticia de que Sambo había
sobrevivido y terminó por encontrarla, muy débil, en las montañas.
Sorn la cuidó para que recuperara la salud y se la llevó con él a Nom Pen, donde se ganó la vida dando paseos en elefante a los niños y los turistas que, poco a poco, iban llegando a un país devastado.
Con el
rápido desarrollo de Camboya desde los años 90, la figura de Sambo en el centro
de una ciudad se fue convirtiendo en un icono y en uno de los reclamos para los
turistas, que la alimentaban con frutas.
En 2012 dejó
de "trabajar" por un problema en la pata y por las quejas de las
autoridades de que provocaba atascos en una ciudad que había crecido a toda
velocidad y ya no tenía nada que ver con aquella a la que había llegado 30 años
atrás.
En 2014, a
sus 54 años, se separó de su dueño, que la entregó a la organización Elephant
Valley Project para su traslado al santuario que gestionan en la selva de la
provincia de Mondolkiri, al noreste del país, donde ha pasado en la naturaleza
sus nueve últimos años.