La Escuela Vasco de Quiroga otorgó la presea “Ángela Escobosa Haas” al señor Alfredo Vázquez Munguía
Miércoles 13 de Diciembre de 2023 2:52 pm
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En
el marco de las celebraciones por el aniversario número 61 de la Escuela de
Trabajo Social Vasco de Quiroga, esta institución entregó la presea “Ángela
Escobosa Haas” al señor Alfredo Vázquez Munguía, quien desde hace más de
cuarenta años a través de la Pastoral Penitenciaria ha realizado labor social
en apoyo de las personas privadas de su libertad en los reclusorios de Colima.
Esta
presea, que se entrega por vez primera, tiene como origen una propuesta
realizada ante el consejo educativo por la propia madre Ángela Escobosa Haas
(qepd) y por el maestro Ramiro Cisneros García, quienes consideraron importante
reconocer a quienes realizan una acción social transformadora como la hizo Don
Vasco de Quiroga en las tierras michoacanas, sin el afán protagónico, con el
debido cuidado a la dignidad de las personas con quienes han vivido su misión,
personas incansables y profundamente humanas.
En
palabras del maestro Ramiro Cisneros, el señor Alfredo Vázquez es un cristiano,
profundamente humano, un hombre que ha optado por el compromiso social con
profundo apego al Evangelio, que es dar sin distinguir, pero dar hasta el
corazón.
Alfredo
Vázquez es un hombre bueno que ha dedicado su vida a sembrar esperanzas, un
hombre sencillo y fiel en el seguimiento a Jesús, el pobre de Nazaret, un
hombre que muestra lo luminosos que podemos ser los cristianos.
La
siguiente reseña fue escrita por Ma. Elena Nava García, integrante de la
congregación religiosa de Misioneras Eucarísticas de María Inmaculada (MEMI):
El
señor Alfredo Vázquez Munguía nació el 12 de octubre de 1936 en Colima, Colima.
Hijo de Camilo Vázquez y Ernestina Munguía, se casó el 12 de septiembre de 1964
con Silvia Nava García. Fruto de su amor tuvieron 7 hijos, 5 mujeres y 2
varones, además de que abrieron las puertas de su corazón y de su hogar durante
21 años a una niña a quien consideran como su propia hija.
Alfredo
es un hombre de fe, servicial, amable, sencillo, sociable, optimista, acogedor,
alegre, cumplidor de sus obligaciones como esposo y padre de familia. En su
juventud perteneció a la Asociación Católica de la Juventud Mexicana y ya
casado hizo el Cursillo Número 1 en la Diócesis de Colima y hasta ahora la
camiseta "de colores" sigue trayéndola puesta. Desde hace más de 40
años realiza con pasión su labor apostólica desde la Pastoral Penitenciaria.
La
preocupación por los presos lo ha llevado a dedicar más de la mitad de su vida
a buscar la liberación integral de ellos. Movido por el amor de Dios ha buscado
remediar un poco el dolor que trae consigo estar privado de la libertad.
Podemos
aplicar a Alfredo esta frase tomada del salmo 40 "Bienaventurado el que
atiende al necesitado y pobre".
Sus
visitas al Centro de Reinserción Social (Cereso) de Colima:
1.
Hacen presente a Jesús a través de la Eucaristía, que asegura sea celebrada
sobre todo los domingos por el párroco de La Merced o algún otro sacerdote.
2.
Alegran el corazón de los presos, porque les lleva higiénicos, medicina, ropa,
abrigo, pero sobre todo amor, alegría y esperanza.
3.
Trascienden, van más allá. Alfredo regresa a casa y saca un montón de papelitos
pequeños sucios, maltratados, pero que contienen el número de teléfono de una
abuela, una tía, una madre, un hijo o algún familiar de los presos. Habla con
las familias, les informa, les habla de ellos, de su realidad y en muchas
ocasiones les visita en sus domicilios particulares.
4.
Se prolongan. Porque él todo el tiempo está pensando en los presos, en sus
necesidades. En sus pláticas, invariablemente toca el tema y está planeando la
siguiente visita.
Su
vida de entrega a esta Pastoral que atiende a uno de los Sectores más
vulnerables de nuestra Sociedad es un ejemplo de vida cristiana. El organiza
los tiempos litúrgicos fuertes como la Cuaresma, Semana Santa, Fiestas a María
de Guadalupe, Navidad, así como la celebración de Sacramentos de Bautismo,
Reconciliación, Primera Comunión, Confirmación, Matrimonio.
Alfredo
abre las puertas de su hogar. Es frecuente que hombres que han salido de la
cárcel lleguen hablándole por la cochera de su casa: "Don Alfredito deme
un taco, no he encontrado trabajo". Brindándole un trato digno, a veces
hasta llamándole por su nombre o apodo, lo pasa, lo sienta y comparte el pan
con él. Si no se encuentra, el hombre dice "Alfredito me conoce... sabe
que soy de confianza" y su esposa le da taco. En incontables ocasiones ha
hospedado familiares de presos por varios días en su casa, -aun sin conocerlos-
quedándose a dormir en sus recámaras, usando sus camas, comedor, todo. A lo
largo de estos años Alfredo y su familia han tenido 2 vivencias fuertes del
evangelio -en distinto tiempo- llevar a la persona recién salida de la cárcel a
vivir a su casa, convivir con ella por más de 1 año.
Dios
le permitió a Alfredo tener una experiencia fundante que fortaleció aún más su
amor a esta Pastoral. Fue hace alrededor de 20 años que por error estuvo preso
3 días en una celda. Vivió en carne propia lo que esto significa.
Este
y otros gestos me hacen recordar las palabras del chileno San Alberto Hurtado
Cruchaga, canonizado en 2005 y fundador de Los Hogares de Cristo en ese País
"Que haya respeto al pobre, que haya camas, platos, cucharas, todo para
ellos, que nuestra pastoral a los pobres no sea un mero acto de beneficencia o
una caridad fría".
Alfredo
ve en el preso a Cristo y comprende muy bien lo que la Doctrina Social encierra
y representa. Sabe que el Cristianismo o es social o no es. Su celo
incontenible por esta Pastoral, lo ha impulsado a que la promesa de Jesús
"He venido a traer vida y vida en abundancia" se realice en los
presos, por eso propicia Fines de semana de
desintoxicación, retiros, cursos, talleres de oración y vida, etcétera,
que les ayude a ser mejores personas.
Algo
que también es admirable en Alfredo es que es tenaz, vence las dificultades a
fuerza de bien tanto en su familia como en la Iglesia y Sociedad. Nada lo
detiene, es un hombre libre, su voz es profética, apuesta por los presos, es
capaz de todo. Lucha porque le vuelvan a permitir llevar algunas cosas, que en
momentos se vuelven prohibiciones so pretexto de que eso toca proveerlo a la
institución.
Está
llegando el momento en que Alfredo entregue la estafeta a otras personas y
entonces se convierte en un reto fortalecer un equipo sólido que tenga la
convicción de que la Pastoral Penitenciaria es parte importante del proceso
sinodal que estamos haciendo a nivel diocesano.
En
Alfredito -como lo llaman los presos- desde ya se cumple la promesa de Jesús:
"Vengan benditos de mi Padre, tomen posesión del Reino, porque abrieron
las puertas de su hogar al sin techo y hambriento, porque estuve encarcelado y
fueron a verme".
El
reconocimiento fue entregado a Alfredo Vázquez “por su trayectoria solidaria en
apoyo a las personas privadas de su libertad, mostrando un rostro humano,
generoso y fraterno que rescata su dignidad de una manera respetuosa”.
En
el evento de entrega de la presea estuvieron presentes, además del homenajeado,
el maestro Ramiro Cisneros García; las directoras de la Escuela de Trabajo
Social Vasco de Quiroga en el nivel licenciatura, Carmen Jiménez Solano, y en
el nivel técnico, Clara Alcántara Torres, así como integrantes del consejo
educativo: Marigel Castillo Cázares, Rubí Gómez Aro, Ángeles Lucas Máximo,
Josefina Bejarano Padilla, René Hernández Corona, y Jorge Torres de la
Asociación Civil Vasco de Quiroga.