Sueño mexicano de haitianos, vender, lavar, cargar, servir; hacen de todo para sobrevivir
Conscientes de que llegar a Estados Unidos es complicado y riesgoso, la mejor opción para miles de migrantes ha sido emplearse en labores informales o precarias para costear su estancia en nuestro paí
Lunes 12 de Febrero de 2024 8:44 am
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Cargadores, vendedores ambulantes,
albañiles, lavadores de autos, peluqueros y meseros son algunos de los
distintos oficios que miles de migrantes haitianos realizan para subsistir en
México.
“Yo estoy vendiendo verduras, que no
son mías, son del patrón. Dependiendo de la venta, me paga. Me fui de mi país
por la mafia, la inseguridad, porque hay mucho criminal allá. Quiero bienestar
en mi vida y por eso es que me vine aquí”, relató José, originario de Haití y
quien lleva ya cinco meses en la Ciudad de México.
“A mí me gusta el trabajo, tengo 27
años y sólo le digo a Dios: ‘¡Dame fuerzas!’ Aquí han sido muy buenos conmigo y
me han apoyado mucho dándome trabajo”, contó Blay, quien lleva tres meses
trabajando en una tienda de abarrotes, en la alcaldía Tláhuac.
De enero a agosto de 2023 fueron 77
mil 519 las solicitudes de asilo que recibió la Comisión Nacional de Ayuda a
Refugiados (Comar). De ese total, 18 mil 883 (24%) fueron de migrantes
haitianos, estimando que cada día ingresan por la frontera sur entre 250 y 300
personas procedentes de ese país, quienes ahora habitan en distintas partes de
México.
Al menos en la CDMX, en las alcaldías
Tláhuac e Iztapalapa, es donde hay más población de migrantes haitianos, sobre
todo en campamentos a los que ya se les conoce como El pequeño Haití.
El propósito de todos y cada uno de
ellos es el mismo: tener una mejor calidad de vida. Aunque para algunos su
objetivo sigue siendo concretar el llamado sueño americano y entrar a Estados
Unidos, para otros México es la mejor opción para tener desarrollo y
oportunidades.
Tras un largo camino y muchas
dificultades, se han instalado aquí para trabajar y después, en algún momento,
poder traerse a su familia.
“Hace dos meses llegué a México, pero
mi intención no es quedarme aquí, quiero irme a Estados Unidos”, dijo Elda,
quien vino acompañada de su hija de ocho años. Actualmente rentan un cuarto en
Tláhuac, pero su situación ha sido difícil, sobre todo por la barrera del
idioma, ya que la niña sólo habla francés y Elda se hace entender con un poco
de español.
“Mi deseo es llegar a Canadá a ver a
mi familia, sobre todo a mi hermana. Tengo como 16 años que no los veo y es lo
que más deseo porque los extraño mucho. Por eso salí de mi país, para poder
tener una mejor calidad de vida porque en Haití está muy difícil”, lamentó
Blay.
Sin embargo, la necesidad de los
migrantes les ha permitido a varias personas enriquecerse a costa del trabajo
de otros: al menos en la CDMX las condiciones de vivienda que les ofrecen son
muy malas y, sobre todo, caras, llegando a pagar hasta 12 mil pesos por un
pequeño cuarto en el que ni siquiera tienen camas. La mayoría duerme en el
suelo o, si bien les va, en colchonetas.
También hay quienes les rentan más
barato o les prestan el patio o jardín de sus casas para que ahí coloquen sus
casas de campaña y puedan dormir.
“Hay gente muy buena, pero la vivienda
no está bien. Los mexicanos nos rentan un cuartito para seis o diez personas y
cada uno paga mil pesos. Eso no está bien porque nosotros no podemos pagar eso”,
dijo Nickelson, quien llegó al país hace cuatro meses acompañado de su esposa y
su hija.
Como no ha podido conseguir trabajo,
su familia le está enviando dinero desde Haití con la intención de que después
él pueda recuperarlo y traerse a sus padres y hermanos desde su país de origen.
La ayuda de los vecinos no se limita a
darles trabajo o cederles espacios, pues también les permiten pasar al baño o
los invitan a comer.
“Ayudándonos, porque ellos también
tienen necesidades. Todos somos seres humanos y necesitamos de los otros. Me da
gusto que ellos nos entiendan y darles un trabajo”, señaló Rosita Yahuitl,
quien tiene un puesto de alimentos en el tianguis de Cananea, en Tláhuac, y
emplea a haitianos.
Blay ha podido trabajar en la tienda
gracias al apoyo de Jacqueline Iturbe, dueña del negocio y quien junto con su
esposo se ha preocupado por brindarles apoyo de distintas maneras. Ahí, los
haitianos pueden encontrar alimentos como los que consumen en su país y, de
esta manera, sentirse como en casa.
“Mi marido surte en la Central de
Abasto y no es tan común (lo que comen) como el plátano verde, yuca, camote, el
tan famoso calalú, berenjenas, poros; es lo que ellos nos piden o es lo que él
trata de ofrecerles, ya que consumen muchas verduras, 90% de su alimentación es
verdura. Así que nosotros tratamos de ofrecerles mejores precios, ya que en
otros lados se los venden muy caros y nosotros, al contrario, tratamos de
apoyarlos”, dijo la mujer.
Por otro lado, hay quienes están
inconformes ante esta situación, ya que consideran inhumano que los migrantes
estén acampando en la calle, pero además aseguran que se sienten inseguros.
“Sí dan un poco de mal aspecto sus
casitas de campaña, por la higiene. Sabemos que todos tenemos necesidades e
incluso su país es más pobre que el de nosotros, pero habría que ver qué hacer
con eso y poner un límite. Desgraciadamente México es paso para Estados Unidos,
vienen todos, pasan por acá y aunque la gente ha tratado de ayudarlos, muchos
han respondido mal, robando o situaciones que ponen en peligro a la gente”,
aseguró la señora Silvia Cuéllar, quien visita constantemente la zona.
“No tienen en dónde hacer sus
necesidades. Ellos están sufriendo igual que nosotros, cada uno en su forma”,
dijo la señora Verónica Villegas, vecina de la Unidad Habitacional Villa de los
Trabajadores, en Tláhuac.
Ante esta situación, nadie quiere
trabajar vigilando la unidad, por lo que tanto ella como otras vecinas tienen
que resguardar el área las 24 horas del día, lo que, asegura, las pone en
riesgo.
Los migrantes han escapado de su país,
se han visto obligados a vivir en condiciones precarias en México, buscando día
a día qué comer, dónde dormir, cómo generar dinero y también intentando ser
aceptados, ya que muchos han sufrido racismo.
Ante esta situación, mencionan que lo
único que piden a los mexicanos son oportunidades para crecer profesional,
económica y emocionalmente, pues no es nada fácil dejar a sus familias, su país
y su cultura para emprender este caminar, sobre todo si son excluidos en los
países por donde transitan.