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Griselda Álvarez, la primera mujer gobernadora en México



Introdujo el erotismo en su literatura, cuando era tabú en los textos escritos por mujeres.

Viernes 01 de Noviembre de 2024 11:54 am

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Mujer brillante y multidisciplinaria, militante feminista que protagonizó actos valientes y revolucionarios en medio de una sociedad conservadora como la nuestra

Griselda Álvarez Ponce de León, nació el 5 de abril de 1913 en Guadalajara, Jalisco. Fue bisnieta de Manuel Álvarez Zamora (ilustre mexicano, diputado en el Congreso Constituyente de 1857 y primer Gobernador de Colima), e hija de Miguel Álvarez García (gobernador de Colima de 1919 a 1923) y María Dolores Ponce de León.

 

Realizó sus estudios en la Escuela Normal de Maestros y se licenció en Letras Españolas por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). En 1977 inició su carrera política al ser electa senadora por el estado de Jalisco para el periodo de 1977 a 1979. En ese último año —según refiere Patricia Galeana—, le comunicó al entonces presidente José López Portillo su intención de contender por la gubernatura de Colima y él le respondió: “Consúltelo con el pueblo”. Ante ello, le respondió con gallardía, defendiendo su determinación: “La consulta está hecha y el pueblo está de acuerdo”.

 

La congresista ganó la gubernatura, convirtiéndose en la primera mujer en la historia de México que alcanzó tal responsabilidad y distinción. Este cargo lo ejerció bajo el lema: Educar para progresar. En ese sentido, realizó una carrera vertical y fructífera en diversos campos de la administración pública: educadora, funcionaria pública, luchadora por los derechos de las mujeres, senadora y primera mujer gobernadora de México.

 

Gracias a su buen desempeño, ejemplo de integridad, trabajo y capacidad de dirección —como destaca Patricia Galeana—, Griselda Álvarez forjó el camino “para que las mujeres mexicanas se incorporaran a la toma de decisiones en nuestro país”. Marcó un antes y un después en la política mexicana al romper el monopolio del poder masculino y demostrar que la mujer posee iguales capacidades para contribuir al desarrollo de su patria. Concluida su administración, fue nombrada directora del Museo Nacional de Arte.

 

Griselda fue una feminista militante hasta su muerte, ocurrida el 26 de marzo de 2009. Creó el Centro de Atención a la Mujer, A. C., fundó la Alianza de Mujeres de México y la Asociación Mexicana de Bienestar Social, además de ser Presidenta Honoraria Vitalicia de la Federación de Mujeres Universitarias, A. C. (FEMU).

 

Entre los muchos reconocimientos que recibió destacan la Medalla Belisario Domínguez, máxima presea que otorga el Senado de la República a hombres y mujeres que se hayan distinguido por su obra política, social y cultural; y la Medalla Rey de Colimán que le concedió el Congreso del Estado de Colima en 2013, como reconocimiento póstumo en el marco del centenario de su natalicio.

 

Asimismo, dictó conferencias en países como Argentina, Panamá, Perú y Francia, abordando temas feministas y poesía mexicana. Fue miembro de la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística y del Fondo Estatal para la Cultura y Las Artes en Colima; e integrante del Patronato del Archivo Histórico del Municipio de Colima.

Como periodista colaboró en diversos periódicos, entre ellos: Excélsior, Novedades y Ovaciones; y en la revista Siempre! Publicó 18 libros de las más diversas temáticas. Entre ellos Cementerio de pájaros, Desierta compañía, Letanía erótica para la paz, con traducciones al ruso, checo, hindú, inglés, portugués y francés; La sombra niña, Anatomía superficial, Algunas mujeres en la historia de México, Glosa de la Constitución en sonetos, obra calificada como única, ya que en ningún otro país del mundo existe algo similar, pues rompió el paradigma de la incompatibilidad entre la imaginación poética y la rigurosidad parlamentaria.

 

La obra de Griselda Álvarez —destaca el investigador Sergio García Ramírez—, “reconstruye la Constitución en poemas; glosas. He ahí un ensayo laborioso para que la Constitución se lea con otro sabor en la boca, en fáciles obleas, sabrosas, persuasivas. La Constitución es nuestro cimiento y, como tal, escrito sobre la piedra, con caracteres profundos y grandiosos, que a veces cubre la arena del desierto advenedizo. Es difícil que mane el agua de esa piedra, tomada de una cantera poderosa y provista para otros menesteres. Pero puede salirle rocío, si una mano diestra y suave lo reclama: es la mano de Griselda, que saca agua de la piedra”.

 

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AGENCIAS



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