Así operaba el rancho de Teuchitlán, campo de adiestramiento y exterminio del CJNG
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Martes 11 de Marzo de 2025 5:46 pm
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El Colectivo Guerreros Buscadores de Jalisco halló una fosa clandestina en Teuchitlán, aproximadamente a una hora de Guadalajara, que funcionaba como un centro de adiestramiento y exterminio. Testimonios de una víctima que logró escapar revelan detalles sobre la vida dentro del lugar.
El centro de reclutamiento operaba en el Rancho Izaguirre, donde se encontraron hornos crematorios, droga espolvoreada y objetos personales como ropa, mochilas y libretas. Según los reportes, el sitio era controlado por integrantes del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG). Cientos de jóvenes eran engañados con falsas ofertas de empleo y llevados al lugar para ser entrenados y posteriormente integrados a la organización criminal.
En entrevista con Azucena Uresti, la líder del Colectivo Guerreros Buscadores de Jalisco, Indira Navarro, compartió el testimonio de un joven que habría sido reclutado en el Rancho Izaguirre.
Según la víctima, los jóvenes eran captados a través de ofertas de trabajo falsas en redes sociales, que prometían empleos como electricistas o ayudantes generales. Los interesados acudían a la central de autobuses de Guadalajara, donde recibían indicaciones sobre el vehículo que los recogería.
Al abordar, eran despojados de sus pertenencias y vendados de los ojos. Después de un trayecto de aproximadamente una hora, llegaban al centro de reclutamiento y exterminio en Teuchitlán.
Al ingresar al rancho, los jóvenes eran formados en fila y se les asignaba un apodo con el que les pasaban lista. “Yo conté poco más de 200 personas cuando llegamos”, relató el sobreviviente.
En esta etapa, los reclutados eran sometidos a entrenamientos físicos extremos, que incluían ejercicios con llantas de autos, simulaciones de combate con armas de gotcha, pasos pecho tierra bajo alambres de púas y laberintos. Si alguien se quejaba, caía o fallaba, era ejecutado. Por las noches, dormían en un cuarto con techo de lámina, sobre una lona y con una cobija para 10 personas. “Dormíamos como taquitos, como cucharita”, relató la víctima.
El testigo mencionó que había pocas mujeres reclutadas, pero casi ninguna lograba completar el entrenamiento inicial.
Los reclutados que morían eran trasladados a una habitación denominada "La Carnicería", donde los desmembraban antes de incinerarlos en hornos clandestinos, construidos con piedras y ladrillos por los propios reclutas.
“El horno se usaba varias veces. Hacíamos una cama de piedra, echábamos gasolina y quemaban los cuerpos ahí”, relató el sobreviviente.
Aquellos que superaban el primer entrenamiento, que duraba aproximadamente 30 días, eran enviados a la segunda fase, conocida como "La Escuelita", donde recibían adiestramiento especializado de exmilitares. Después de este proceso, los sobrevivientes eran enviados a combatir en regiones como Zacatecas y Michoacán. “Si la librabas, te mandaban a ‘La Escuelita’”, contó la víctima.
Los jóvenes que sobrevivían a las dos primeras fases eran trasladados a la sierra, sin comunicación alguna. “Éramos los mejores elementos, pero de 200 quedábamos 30”, detalló el testigo. Si lograban escapar tras la muerte de su comandante, podían abandonar el grupo y buscar ayuda.
Según Indira Navarro, el rancho operó por más de 3 años, con una rotación constante de reclutas y una cantidad incalculable de víctimas calcinadas.
Señaló que las autoridades municipales de la administración pasada conocían la existencia del predio, pero no reportaron hallazgos coincidentes con los del Colectivo Guerreros Buscadores de Jalisco.
Actualmente, las autoridades fiscales de la administración en turno han mostrado disposición para colaborar en la investigación, mientras peritos forenses analizan la evidencia encontrada en el sitio.