SABBATH

ARMANDO MARTÍNEZ DE LA ROSA
Serpientes
Sábado 28 de Julio de 2018 9:02 am
1.- Hace unos días, en uno de tantos municipios perdidos de México -hay unos 2 mil- hubo una estúpida matanza de serpientes en un parque público, para evitar que la gente que asiste al sitio corriera peligro o se asustara. Hubo un escándalo nacional entre grupos ambientalistas que, por supuesto, “condenaron” la masacre al modo que los políticos también las “condenan” o “reprueban” cuando se trata de personas en vez de resolver los crímenes. La información confundía culebras con víboras, algo frecuente. Tanto víboras como culebras son genéricamente serpientes, pero en la diferencia específica son distintas y distantes. Las culebras no son venenosas; las víboras, sí. Esa es una de las diferencias esenciales. Hay muchas más que van desde la forma de los ojos, de la cabeza y colocación de los colmillos hasta la ausencia de glándulas productoras de tóxicos. En Colima hay tres serpientes de tierra venenosas; de esas, dos son víboras: la de cascabel y el zolcuate; la otra es de los elápidos, familia a la que pertenece el coralillo, cuya toxicidad es muy elevada. Una cuarta especie de veneno mortal habita en Colima, pero no en tierra, sino en el mar. Es sumamente difícil que con su pequeña boca muerda, pero si llega a hacerlo, casi nadie sobrevive. [Permítaseme una digresión: al escribir “pequeña boca”, recordé el bolero Piensa en mí, uno de cuyos versos dice: “tu párvula boca, que siendo tan niña me enseñó a pecar…”.] 2.- Las víboras que más frecuentemente se encuentran las personas en el campo son las de cascabel. Hay muchas especies, unas más tóxicas que otras. Y mientras se camine en el monte donde es infrecuente la presencia humana, las probabilidades de encontrar una de estas serpientes se incrementan. Y aun más cuando se ingresa a su hábitat natural, que son las risqueras donde brotan los magueyes bravos, las así llamadas guamareras, donde las plantas de pencas aserradas protegen a los reptiles. Los cazadores solemos encontrarnos con varias especies de serpientes. En el caso de las venenosas, las víboras de cascabel son las más avistadas y, por desgracia, muertas por el temor que infunden. Hay razón en temerles, pero no basta eso para justificar aniquilarlas. En cierta ocasión, un compañero preguntó a gritos -ya había pasado la arreada de venado- qué hacer con una víbora de cascabel que había encontrado a la vera del sendero. -¡Pues mátala!- dijo alguien antes de que yo pudiera decir algo a favor del reptil. Sonó el disparo. Era un ejemplar de más o menos un metro con 70 centímetros de largo y 12 ó 14 cascabeles, no recuerdo con precisión. Lástima. Pudimos sólo espantarla y que se alejara de un lugar al que, por cierto, no hemos vuelto en al menos dos años, así que la probabilidad de reencontrarla habrían sido cero. 3.- Otros reptiles con mala prensa son los apalcuates. Hay un montón de mentiras sobre estos animales que son útiles al hombre porque se alimentan de roedores y otras alimañas que merman las cosechas. Alguien les inventó que les robaban la leche del pecho de la madre a los bebés lactantes y otras tonterías parecidas, y eso fue una sentencia de muerte. Los reptiles no pueden succionar porque carecen de músculos para esa función, que sí los tienen los mamíferos. La falta de información correcta nos lleva a veces a tratar como peligrosos a bichos que no lo son; no al menos para los humanos. Por fortuna, los apalcuates aún son abundantes. 4.- También son víctimas de la ignorancia o del tráfico de vida silvestre las malcoas, mazacuatas o boas constrictoras. Atrapadas fácilmente cuando son pequeñas, estas serpientes no venenosas son vendidas a modo de mascotas. Y hay quien las compra, para después deshacerse de ellas dejándolas libres incluso en zonas habitadas por personas. He ido a casas a rescatar algunas para luego liberarlas. Si bien las malcoas no son venenosas, sí son un riesgo para las personas cuando se trata de un bicho muy grande, digamos de tres o cuatro metros de largo, que es capaz se atrapar a un humano adulto y asfixiarlo si llega a constreñirle el tórax. No obstante, lo más común es que en un encuentro entre malcoa y persona, el bicho huya. Será agresiva cuando se le intente manipular o atacar. 5.- Las víboras, cuando intentan morder, casi siempre lanzan el ataque a la parte baja de la pierna, especialmente al tobillo o a la pantorrilla. El remedio en sencillo: si usted camina por terrenos de monte agreste, haga como los cazadores y use botas altas, de las llamadas “viboreras”. Las mordidas a las manos o los brazos se deben casi siempre a que se intenta manipularlas, lo cual sólo deben hacer los expertos y con la herramienta adecuada. En un encuentro fortuito con una de cascabel o cualquier serpiente venenosa, lo más prudente es retirarse. O como decía sabiamente Alfonso Rolón, ex alcalde de Villa de Álvarez: “No les busquen chichis a las culebras”.