Cargando



Escenario político



GABRIEL GONZÁLEZ CASTELLANOS

Herencia tecnócrata


Miércoles 07 de Noviembre de 2018 7:58 am


A escasos días de que fenezca este sexenio, el monto de la deuda externa sigue creciendo y, por consecuencia, el aumento en pago de amortizaciones e intereses de la misma. Se incentivan los mecanismos para pretender conservar privilegios hacia los señores del dinero, que ven lastimados sus intereses económicos por las políticas públicas que aún no concretiza el gobierno popular de AMLO, y los gratuitos allegados del capital financiero, en calidad de representantes populares, gimotean inútilmente en las Cámaras.

Según datos de SHCP, la deuda externa del sector público federal, al segundo bimestre de 2018, es de un poco más de 200 mmdd y representa el 16.87 del PIB. En cuanto al pago de los intereses de dicha deuda, sólo en 2017 se erogaron recursos por 21 mil 613 mdd, lo que representa más de 430 mmdp. Un seguimiento a los números de la génesis de la deuda externa y de los intereses que se han pagado por la misma desde hace 36 años, dan cuenta de la calidad administrativa gerencial de los gobiernos tecnócratas.

¿A qué instituciones financieras llegan los recursos del erario por concepto de intereses de deuda externa? ¿Quiénes son los accionistas de esas instituciones? ¿De qué forma se hubiese financiado en su totalidad el frustrado aeropuerto de Texcoco? ¿De cuánto será el pago de los intereses para 2019, impuesto a otra administración federal? Hay hechos muy evidentes, con los cuales se entiende perfectamente a quiénes benefician las políticas públicas de un gobierno doméstico a los señores del dinero.

El desarrollo de la deuda externa y lo que implican sus pagos, con cargo a los contribuyentes, se encuentra muy cercano a la implementación del conjunto de acciones de gobierno marcadamente impopulares. No es, pues, solamente el sexenio del presidente Peña Nieto, sino que la catástrofe financiera que significan los pagos del sostenimiento de la deuda corresponden en su respectiva magnitud a los demás gobiernos tecnócratas.

Lo realizado por Peña Nieto en estos días restantes, a lo que se agregan las acciones de los grupos empresariales, banqueros y burguesía criolla, con sus gratuitos allegados, es la de reducir a su mínima expresión el margen de maniobra que pueda tener la administración de AMLO. Con ello, se incentivarán las poses de redentores de la iniciativa privada, acompañados de la escalada mediática por “no cumplir con lo prometido”.

En tanto, la actividad legislativa en el Congreso de la Unión no tiene precedentes, considerando la tendencia, objetivos, contenido y beneficiarios de las iniciativas de ley que se han aprobado hasta el momento. Contra ello, se han unido fuerzas políticas disímbolas, al menos en lo expuesto en sus documentos básicos, porque la actitud política, en los hechos reales, los define con plena identificación de ser eficientes peones de la oligarquía financiera.

Vociferan en juntar todos sus votos y unirlos a la mayoría legislativa para terminar con los gasolinazas, y acuden a la simpleza de los números, como buenos repetidores del discurso tecnócrata. ¿Qué significa eliminar el IEPS en el precio de la gasolina? ¿Por qué no se exigió eso, años atrás? ¿Disminuye el ingreso en impuestos destinados al erario? ¿Menos recursos económicos para el gobierno entrante?

Con la construcción de otra refinería, de inicio, se posibilita la producción paulatina de combustibles que se importan a las petroleras gringas, transformamos nuestro petróleo y disminuimos la dependencia. Al mismo tiempo, vulneramos al imperialismo, tendemos a la independencia económica y recuperamos soberanía nacional. En esa tesitura, el precio de las gasolinas es otro cantar, porque además, se puede recurrir a fuentes alternativas de energía.

Lo que no puede perderse de vista, es que las fuerzas reaccionarias de la vieja sociedad seguirán insistiendo en su quehacer de recuperar el poder político. Es lucha de clases.