Cargando



Justicia ciega



MANUEL AHUMADA DE LA MADRID

La modernización del sistema ferroviario


Jueves 08 de Noviembre de 2018 8:16 am


EN Estados Unidos, a mediados del siglo antepasado se logró un objetivo que tendría consecuencias mayúsculas en el comercio de una incipiente Nación enfocada a esta actividad económica, la conexión de vías férreas entre el este y el oeste, de Nebraska hasta Sacramento, California, lo que según un Premio Nobel de Economía catapultó a nuestro vecino país del norte, hasta convertirlo en una superpotencia, fortalecida, desde luego, convenientemente por la industria de la guerra que produjo su intervención en las dos grandes conflagraciones mundiales del siglo pasado.

En Europa, es impensable su unidad en lo que hoy es la Unión Europea, sin la modernización de sus trenes y sin la perfección de sus sistemas ferroviarios. En México, en cambio, la gran proeza del ferrocarril pudiera atribuirse en un inicio al presidente Porfirio Díaz, con un rezago de cerca de 50 años respecto de Estados Unidos, pero las dificultades orográficas y presupuestales por las que atravesó nuestro país, Revolución incluida, impidieron el desarrollo esperado de una red ferroviaria eficiente que transportara lo mismo pasajeros que mercancía, y el orgullo porfiriano del tren que atravesaba el istmo de Tehuantepec fue desmantelado por Carranza, a cambio del reconocimiento del gobierno norteamericano como Presidente de México.

Al convertirse además en una empresa paraestatal, exclusiva del sector público por disposición constitucional, Ferrocarriles Nacionales abarrotó la jurisprudencia laboral emitida por la Suprema Corte de Justicia de la Nación y los Tribunales Colegiados, imponiéndole generalmente cargas insostenibles desde el punto de vista societario a sus abultados contratos de ley y a su deficiente administración, que favorecían al gremio de los trabajadores, pero que muy poco permitieron la modernización del sistema ferroviario y de los trenes.

Parece que muy pocos Presidentes en el siglo pasado le dieron la importancia a este medio de transporte masivo que abarata los costos del traslado de personas y mercancías, comparado con la utilización de transporte por carretera, sin dejar de reconocer la magnificencia de algunas obras de ingeniería que dieron gloria a esta profesión de mexicanos ilustres. Es famoso, turísticamente hablando, por ejemplo, el ferrocarril del Chepe, que atraviesa de manera majestuosa la Sierra Madre Oriental. 

Hoy destaca el interés del presidente electo, Andrés Manuel López Obrador, por impulsar la ampliación de la red ferroviaria conocida como Tren Maya, que abarcaría los estados de Chiapas, Campeche, Yucatán, Tabasco y Quintana Roo, con un potencial comercial y turístico enorme que detonaría aún más esa veta de oro que es el Caribe mexicano. Sin embargo, el proyecto impulsado por Vicente Fox para revivir una versión moderna del tren que atraviese el istmo de Tehuantepec, ahora que el canal de Panamá ha resultado insuficiente para el comercio marítimo, parece haber quedado en el olvido, y como señalara recientemente la Confederación de Asociaciones de Agentes Aduanales de la República Mexicana, se requiere la modernización de la red ferroviaria del sur de México, pero también de la que va de Manzanillo a Guadalajara, en un corredor logístico para el traslado de mercancías tan importante, que aun hoy no se explica la demora que se tuvo en hacer una obra de vital importancia para el puerto, como el túnel que conecta la Terminal I de contenedores, con el resto de la red ferroviaria hacia la Perla Tapatía.

Esperemos que estos proyectos no queden relegados y que favorezcan la agilización del comercio en esta zona occidental del país, algo que Estados Unidos entendió hace casi 2 siglos atrás.