Filosofía marismeña
RAMÓN LARRAÑAGA TORRÓNTEGUI
Religión y espiritualidad
Viernes 09 de Noviembre de 2018 9:03 am
GRANDES son los problemas a los que se
enfrentará la humanidad en materia espiritual; su futuro se muestra incierto en
cuanto a la religión y las funciones que ésta asuma. Evidentemente, no será
nada fácil, aún no está diseñada la estrategia de la Iglesia Católica para
lograr nuevamente posesionarse mediante correcciones. El ser humano tiene grandes
deficiencias, por lo que es factible que la Iglesia Católica debiera considerar
lo sensible para encontrar nuevos propósitos que la hagan atractiva, dado que
el bien superior se ha visto rebasado, aunque las personas son complicados en
su alcance y acción. Son pequeños al juzgar situaciones
desfavorables, lo que equivale a que gran parte de su tiempo lo dedique a
fomentar miedos o en comparar el lugar que ocupa en su sociedad; son muy pocos
los que llegan a esta vida con ventajas, por lo que tendríamos que esperar poco
de la masa manejable, la cual se muestra incapaz en decidir por sí sola. Las ideas en materia religiosa son
vagas, no aterrizan sobre el perfeccionamiento humano, al menos es lo que
existe en la actualidad. Mucha de la gente no es capaz en trabajar por sí
misma, rechaza el esfuerzo intelectual. Analiza desde un punto de vista que
todo lo que ve y oye no es suyo, gusta en emplearse con otros para aparentar
inteligencia, se aparta para autoadorarse, se degrada y blasfema su éxito. El nuevo ser humano que viene
fermentándose promete ser mejor, se muestra dispuesto a desplazar el
pensamiento cómodo religioso. Ve al cerebro como la mano que mueve la cuna de
la inteligencia, que produce y se apropia. Se va adaptando, controlando para usar
en forma eficiente, efectiva su vida futura. Esto es una señal de cambio en lo
inmediato. A la vibración espiritual la utiliza, aprende de ella y le saca
provecho, en consecuencia, la limitación por miedo religioso va quedando en una
acción que se dio en cierta etapa de la humanidad y una religión que se encargo
en obstaculizar. Lo espiritual y lo religioso son dos
campos de acción perfectamente enmarcados, y aunque se juntan, se puede sacar
provecho de ambos, si se deja fuera la arbitrariedad aprendida y las reglas
antiguas inquebrantables. El futuro en lo inmediato se muestra mejor y su punto
de partida es juzgar lo expuesto hasta hoy, reduciendo lo negativo de la
religión, estableciendo nuevas reglas en el entendimiento espiritual. La religión católica trata de lo
absoluto, se relaciona con el conocimiento, poder y culto. Y aunque éstos en su
acción van chocando, jamás tocan lo absoluto, por estar redondeados de emoción
y reverencia, es imposible manejarlas separadas. Los problemas de la triada
(Trinidad) son la comunicación y control ejercido para que las masas la
conciban como logro y propósito humano, por lo tanto, las masas católicas
evalúan su ética y moral.. Cualquier religión une o separa en sus
valores personales y prejuicios, obstaculizando el acercamiento cuando traen
diferente creencia. No se puede analizar a Dios en el mismo campo cuando un
creyente es temeroso o celoso de lo que considera su única tabla posible de
salvación. La religión católica entrega reputación mediante el acercamiento de forma
consistente, esto lo aprovecha el deshonesto, el poco inteligente, el que
deseaba ser visto en su sociedad como virtuoso (incluso el dispuesto a rechazar
la esencia religiosa para mantenerse a la vista de otros creyentes y poder
desde ese punto engañarlos). El principio de vacío espiritual es
por falta de un análisis profundo en la fe profesada y no en un ritual que hay
que cumplir, este es el verdadero riesgo de la herejía por condenar el espíritu
al que no se atreva a indagar. No es fácil rechazar la falsedad verbal que
encierran ciertos ministros católicos entre fieles fanatizados, quienes juzgan
sin conocimiento, con sentimiento encontrado y reverencia. No lo hacen de mala
fe, más bien están limitados en entendimiento para analizar su acción religiosa,
por ello no desean aclarar nada cuando son cuestionados.
Aprender religión es lo deseable para
mejorar con base en la experiencia, confirmar y aclarar lo sagrado de lo
profano, relacionar los sentimientos, interpretarlos, es tomar en serio la
forma afectiva de la creación divina. No es válido que lo católico opere
mediante imposición, trampas morales en las que nadie desea caer.