Indicador Político
CARLOS RAMÍREZ
Disputa
Viernes 09 de Noviembre de 2018 9:04 am
LA invocación del ex presidente Carlos
Salinas de Gortari, del consejero florentino Maquiavelo, para darle un marco
histórico de referencia a la coyuntura actual pendular de la llegada de un
grupo populista al Gobierno Federal, puso nerviosos a muchos. Pero se trató de
una lectura sesgada de una de las obras del italiano, El Príncipe, que por
cierto no es la más brillante. Salinas utilizó una categoría
politológica que tiene otro escenario: habló del momento maquiavélico como una
forma de caracterizar lo que ocurre hoy en México. Sin embargo, el “momento
maquiavélico” tiene otra referencia: es el estudio que realizó John Pocock en
1975 para definir el tiempo histórico que produjo las ideas del florentino y el
discurso ideológico ajustado a ese instante histórico. En todo caso, la invocación de Salinas
de Gortari a Maquiavelo para tratar de explicar una situación política más de
500 años después de haber publicado el opúsculo Acerca de los principados o El
Príncipe, quiso extraer una lección de cómo acaban las democracias, una línea
de pensamiento que conectó directamente a Aristóteles con Maquiavelo. Pero
seguramente sin quererlo, el ex presidente convocó el momento maquiavélico de
finales del Siglo 15 en el enfrentamiento entre Maquiavelo con el sacerdote
ultraconservador Girolamo Savonarola entre las concepciones del Estado como
ejercicio del poder y la religión como determinante en el funcionamiento de las
instituciones públicas. Savonarola fue, en términos
conceptuales modernos, un populista conservador. Su Tratado acerca del régimen
y el gobierno de la ciudad de Florencia se basa en el dominio ideológico de la
religión, la filosofía moral, la virtud tanto del gobernante como del súbdito y
bajo el argumento de que “la ciudad que debe ser feliz, debe de tener todas las
virtudes”, además de “oír las causas de los pobres”. Fue Savonarola el que llevó la
humildad cotidiana del poder hasta el extremo de quemar las vanidades, los
artículos superfluos echados a una pira e incendiados en lo que se conoce
históricamente como “la hoguera de las vanidades”. Arremetió contra la iglesia
de lujos y le dijo al papa Alejandro VI (Rodrigo Borgia) que “en la lujuria
(iglesia) te has convertido en una descarada meretriz”. En respuesta, el papa
lo juzgó, condenó y lo quemó en la Piazza della Signoria en Florencia, donde
hay una placa redonda en el lugar exacto del cumplimiento de la sentencia. Maquiavelo, en cambio, fue la
racionalidad de la inteligencia, la razón de Estado. El momento maquiavélico
que estudió Pocock nada tuvo que ver con el instante de conflicto en su
circunstancia histórica, Salinas de Gortari sólo hizo referencia a algunas de
las frases sacadas de El Príncipe, cómo pueden los monarcas mantener el control
de los principados y de los Discursos sobre la primera década de Tito Livio o
cómo fortalecer las repúblicas. El debate no directo entre Maquiavelo
y Savonarola sí podría tener un referente en el momento político mexicano
actual entre el sentido del Estado del primero y el populismo del segundo. En
el capítulo LIII del libro I, Maquiavelo resaltó que “el pueblo, engañado por
una falsa apariencia de bien, desea muchas veces su propia ruina”. Y agregó:
“no existe camino más fácil para arruinar a una República en la que el pueblo
tenga autoridad que embarcarla en empresas osadas”; “habiendo el pueblo dado
por supuesta la victoria, cuando se produce el fracaso no culpa de ello a la
fortuna, ni a la importancia de quien estaba al mando, sino a la maldad e
ignorancia de éste, y por eso la mayoría de las veces le mata o le encarcela o
le destierra”. En el capítulo LVIII, Maquiavelo
señaló que “los gobiernos han necesitado ser regulados por las leyes, porque un
príncipe que pueda hacer lo que quiera está loco y un pueblo que pueda hacer lo
que quiera no es sabio”. Por ello, señala la traductora Ana Martínez Arancón,
“para Maquiavelo, la república es el gobierno que representa la normalidad, la
vida cotidiana de un Estado bajo el imperio de la ley, y en cambio, el
principado es casi siempre una situación de fuerza”. Si algún momento maquiavélico existe
hoy en México se localiza en dos rubros: el contrapunto del populismo de
Savonarola, su república feliz y moral, y el análisis de Maquiavélico sobre los
discursos de Tito Livio para concluir que el modelo ideal de gobierno es la
república de instituciones, contrapesos y Estado regulado, y no los principados
de voluntad de un solo hombre, no sólo el de López Obrador, sino el del PRI
salinista que fueron principados con disfraz de República. Y no debe olvidarse que Maquiavelo fue
un consejero gelatinoso que se inclinaba al mejor postor, aconsejando a los
príncipes como ser republicanos y a los republicanos como ser príncipes. Y
Salinas de Gortari no es Maquiavelo moderno. Política para dummies: La política es
la síntesis de la lucha de contrarios. indicadorpoliticomx@gmail.com
@carlosramirezh