Razones
JORGE FERNÁNDEZ MENÉNDEZ
El PAN del anayismo sin Anaya
Viernes 09 de Noviembre de 2018 9:05 am
ESTE domingo, el PAN elegirá su nueva
dirigencia nacional en el momento de mayor desaliento de ese partido, que fue
la principal fuerza opositora durante 18 de los últimos 30 años; los otros 12
estuvo en el poder. Hoy sigue siendo la principal oposición, por lo menos en
números en el Congreso y los estados, pero su capacidad está francamente
disminuida por falta de una línea clara, por el cruel desdibujamiento que tuvo
durante la pasada campaña electoral y por sus divisiones internas. Es verdad que mucho de ese
debilitamiento fue responsabilidad de la gestión de Ricardo Anaya, sobre todo
por su empeño de saltar de la presidencia del partido a la candidatura
presidencial, por haber utilizado como un instrumento para ello una alianza
cupular con el PRD y Movimiento Ciudadano, que nunca fue asumida por los
panistas por razones ideológicas, sobre todo porque no se efectuó ningún
ejercicio interno para definir democráticamente ni la alianza electoral ni la
candidatura. Para nadie era un secreto que entre
los panistas, Margarita Zavala (e incluso Rafael Moreno Valle) tenían mucha más
popularidad que Anaya, tampoco fue Margarita la única que en algún momento
estuvo cerca de López Obrador en las encuestas. Pero por esa trama oscura que
se construyó por el trabajo de Anaya y su equipo, Margarita y su gente fueron
orilladas a irse del PAN, lo mismo que la mayoría de los gobernadores y otros
dirigentes que se mantuvieron en el partido, pero que no respaldaron la
candidatura de Ricardo. El sábado 30 de junio, horas antes de la elección
presidencial, la dirigencia anayista, como seguramente no tenía otra cosa que
hacer, decidió expulsar del partido, sin ningún elemento de cargo que lo
justificara, a Ernesto Cordero, Eufrosina Cruz y a Jorge Luis Lavalle, sumando
división a la división. Apenas el miércoles pasado, el TEPJF revocó esas
expulsiones, por falta de mérito. La candidatura de Anaya nunca terminó
de aterrizar entre el panismo (y tampoco entre el perredismo, porque muchos de
sus electores prefirieron votar por López Obrador antes que por un candidato
proveniente del PAN). La mejor demostración fue la diferencia de votos entre la
candidatura de Anaya, la de los gobernadores y legisladores de su partido. Han pasado los meses y Anaya ha dejado
la dirigencia partidaria sin que nada sepamos de él, mucho menos, de su parte y
de la directiva que lo acompañó en esta aventura, hemos tenido algún tipo de
autocrítica. Al contrario, hoy, uno de sus principales operadores, uno de los
responsables directos de esa hecatombe electoral, Marko Cortés, es el candidato
con mayores posibilidades de ganar la presidencia del partido, en un acuerdo
difícil de explicar del anayismo con buena parte de sus principales rivales.
Damián Zepeda, que fue el presidente del PAN en la campaña electoral, ha sido
premiado con el liderazgo de la bancada blanquiazul en el Senado, a pesar de
que existen entre los senadores panistas cuadros más experimentados, con mayor
peso político y con menor responsabilidad en la derrota electoral, desde Rafael
Moreno Valle hasta Josefina Vázquez Mota. El partido llega dividido, con
Margarita Zavala fuera del mismo, con muchos militantes desconcertados, con
gobernadores que están jugando sus propias cartas de cara a la asunción del
nuevo Gobierno Federal, con bancadas en San Lázaro y senadores débiles y sin
más posibilidades que alguna respuesta puntual. Y con Felipe Calderón
declarando que en 2019 estaría pensando en crear un nuevo partido político, si
el PAN sigue esta ruta. Cortés, muy probablemente ganará los
comicios internos, porque el control del padrón, reducido a poco más de 280 mil
militantes, está en manos de su grupo y porque lo apoyan la mayoría de los
personajes que se han quedado con algún espacio de poder en el partido,
pensando más en cómo se posicionarán en los próximos comicios federales, que en
una dirigencia fuerte que logre unificar a tantas partes hoy dispersas y
enfrentadas. Por supuesto que en política pueden
suceder muchas cosas, y también es verdad que en el PAN y su entorno hay
militantes y dirigentes capaces de configurar alternativas reales a la triste
situación en la que ha quedado el partido. También es verdad que si hubiera un
PAN unido y con una clara visión de futuro, se podría convertir en una alternativa
real, porque sigue conservando posiciones políticas importantes en buena parte
del país. Pero creo que el domingo darán un paso
atrás, que no saldrán fortalecidos, sino debilitados; creo que no puede una
fuerza política recuperarse de una derrota como la sufrida en julio, sin hacer
una autocrítica profunda, un ajuste de cuentas interno que le permita
trascender sus errores. Y eso no lo están haciendo. Todo parece ser una simple
elección de transición, una tregua de una batalla futura que quién sabe si la
realidad política les dará tiempo de librar. PISTAS
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