Red abierta
ARMANDO MARTÍNEZ OROZCO
Triste México, pero podemos
Viernes 09 de Noviembre de 2018 9:06 am
ACASO, cuando no se tienen más
palabras qué lanzar, o cuando se grita hacia todas partes y no se es escuchado
en ninguna, ha de dedicarse tiempo no al silencio precisamente, pero sí al
análisis detallado del mundo, del entorno, de lo inmediato y lo mediato, del
dolor presente y de la esperanza futura. Lamentablemente a México se le ha
dejado desnudo y sangrante, prostituido al peor postor, expuesto al mundo en su
ignominia, muerto en tumbas clandestinas, en desapariciones forzadas, en
crímenes impunes; vejado cínicamente en la ausencia del respeto a la persona, a
la ley, al elemental sentido humano, y harto hasta el cansancio de todo eso y
mucho más. También lamentablemente, este país
nuestro de cada día está lleno de rabia en su odio a los gasolinazos que han
significado atraco en la compra y despojo mediante las consecuencias económicas
de combustibles caros. Rabia y odio a las desapariciones, a
los secuestros, a los asesinatos, a la muerte barata, a tanta violencia de un
día sí y otro también; a rebeliones frustradas, pero no se ve a sí mismo
organizado, sino con una ira descompuesta al aire, yendo hacia ningún lado. México también está en las calles, es
cierto, encendido como una flama esporádica, repentina insumisión que termina
no yendo hacia ninguna parte. Como si fueran ensayos de futuro, como muestra de
que un día, finalmente, sí vendrá la insurgencia general y las voces ya no se
callarán. ¿Cuándo? Cualquier día, cualquier año… México está cansado de casi un siglo
de priismo, de su necedad de aferrarse al poder perdido, de sus promesas rotas;
de panismos, de narcotráfico. Lleno está México de incertidumbre, desasosiego,
de no ver la luz al final del largo túnel por el que aún transcurrimos. Sin embargo, México, que trabaja desde
las 4 de la mañana en el mercado o que reparte periódicos mientras muchos otros
todavía duermen; el que madruga para echar a andar las máquinas, el que se
levanta a oscuras para llevar a otros al sitio de trabajo; la mujer que cocina
antes de que el alba asome; el México, esposa paciente o asalariado con deudas
y estrés por doquier; el país de los que trabajan y se esfuerzan; de los que
estudian a conciencia por una esperanza; esa Nación no pidió nunca este baño de
sangre nacional, esta pobreza innecesaria que tiene solución y que tampoco está
dispuesta a una sola mentira más. México asfixiado y con los dientes de
fuera, defendiéndose a arañazos del gran monstruo presidencial del PRI, sin
siquiera rasguñarlo, escupiéndole sin alcanzarlo, gritándole desde una mudez
permanente, pacífico, porque si no, habrá verdaderos problemas con quienes
detentan la autoridad. Indígena este México y burlándose de
sí mismo desde hace bastante tiempo, reducida la identidad de los pueblos
originarios a la preciosidad de su artesanía y nada más, como si eso fuera su
destino. México molesto en su lloriqueo por lo que sucede y a la vez corruptor
de agentes de tránsito y escandalizado con los grandes sobornos del poder
político y económico. México, ese absurdo, máximo despreciador de su propio
origen y entregado en cada punto del territorio nacional a las grandes
corporaciones internacionales que vienen, escarban, despojan, se enriquecen y
se van. Ojalá no olvidemos caminar juntos otra
vez, juntos como un solo México, aun después de la tempestad. Y que no vendamos
nuestra alma al diablo cuando un día la victoria esté tan cerca, porque así, en
otros hitos de la historia nuestra, por la venta de almas al demonio, han
llegado otros grandes, rotundos fracasos históricos. Que el cielo prometido sea
nuestra propia promesa y aquí en la tierra, y que ninguna actitud mesiánica,
autoritaria o de falsa oposición venga a vendernos humo que no será. Triste e iracundo México, también me
estás doliendo bastante.
Y contra todo, la esperanza pervive,
porque de esa tristeza y de esa ira puede saltar la chispa y encender la llama
que nos ilumine el futuro. Es posible, es probable, es deseable. Podemos tener
otro México haciéndolo; país de paz y trabajo. Podemos.