Un país tocando fondo y emergiendo
ROSA EVELIA VILLARRUEL FIGUEROA
Viernes 09 de Noviembre de 2018 9:05 am
UNA reflexión constante que nos
hacemos los seres humanos para darnos ánimos y continuar nuestro camino es que
todo tiene solución, menos la muerte, y que como el ave fénix –esa ave
mitológica que emergió desde las cenizas–, así nuestro país saldrá adelante en
esta ruta que ha iniciado hacia la reconstrucción, y paralelamente la
consolidación de un partido que le apostó a todo (hasta aliarse con otros
partidos no afines) para llegar al propósito planteado desde su origen: ser
mayoría y desde ahí hacer cambios de fondo. Quienes hemos tenido la oportunidad de
hacer campaña casa por casa, escuchando de viva voz los sentires y saberes de
personas, que son quienes menos tienen y hacen suyos los dichos de sus
ancestros, aseveran que para renovarse o cambiar “hay que tocar fondo”, pues la
fuerza de ese renacimiento viene acompañada de la experiencia y otras
sabidurías que habría que aprovechar, dándole una orientación diferente. Si bien es cierto que el bienestar de
un país no debería depender del partido más poderoso o mejor posicionado, sí
representa un parámetro a seguir, sobre todo en las condiciones en las que se
ha desarrollado la partidocracia en México, con institutos políticos fantasma,
que sólo han sido paleros de otros y fraccionados por diferencias internas;
otros, sostenidos en plataformas morales tambaleantes y endebles, que al menos
en la última elección no les sirvió de mucho. El hecho de que Morena haya avanzado a
pasos agigantados hacia una mediana consolidación o sumado fuerzas suficientes
para resistir los embates del gobierno neoliberal y llegar a ser gobierno, no
significa que está todo ganado. Los tumbos y tropiezos los vamos a seguir
experimentando, y más vale aprender bien de ellos, pues así son los procesos de
afianzamiento de los movimientos sociales que se plantean avanzar hacia otro
estado de cosas, sobre todo con estructuras bien arraigadas, como las que han sostenido
a nuestro país. Este periodo de transición no está
siendo nada terso, ojos propios y ajenos están muy atentos a cuanto movimiento
se está realizando sobre el evento más importante de las últimas décadas. Por
un lado, la oligarquía todavía en el poder, dando zarpazos a ver qué tantas
espadas alcanza a asestar antes de su salida, y por otra parte, los “ajenos” al
nuevo gobierno, que llegaron con la ola AMLO, quienes no alcanzan a comprender
su nuevo rol que la historia les ha otorgado y lo que intentan hacer desde
donde les toca, hacia afuera se percibe como desatino tras desatino. Para quienes pusimos nuestra confianza
en este cambio, sólo esperaríamos que continúe igual o creciendo, lo cual
dependerá del ensayo-error que en el camino vayamos observando, y a la fecha
creo que vamos a la par, circunstancia que puede ser un riesgo, dado lo ganado
en las urnas; el hilo de donde depende consolidar lo obtenido es muy delgado y
sólo se afianzará con un alto nivel de compromiso que cada quien le imprima a lo
que proceda después del 1 de diciembre. Como nunca, el país se reviste de un
movimiento y una energía diferente. Quienes se mantenían apáticos o apáticas,
quizás en un conformismo obligado, ahora opinan y se manifiestan abiertamente,
aun contra el próximo gobierno, lo que nos debe alentar a no cejar en mantener
esta ebullición, donde las redes sociales juegan un papel importante, pues
nadie puede decirse ahora ignorante de lo que sucede en nuestro país ni en
otros rincones del mundo, sumando e involucrando a toda la sociedad. Los anhelos son un sostén emocional
para todo ser humano, mantienen a nuestros corazones latentes y esperanzados en
que el siguiente día traiga consigo un nuevo propósito para seguir la ruta, y
aunque no se cumpla cabalmente, seguimos caminando hasta lograrlo. Nuestro
país, tan apaleado por las injusticias que históricamente le han impreso los
gobiernos en turno, tocó fondo, respira profundo y está emergiendo hacia un
futuro más prometedor.
*Ex secretaria de Mujeres de Morena
Colima