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Innovemos algo ¡ya!



MARÍA EUGENIA GONZÁLEZ PEREYRA

Él, amable vecino


Domingo 11 de Noviembre de 2018 8:48 am


SI algo me estremece profundamente, me confronta y me transporta a cuestionamientos de lacerante rebeldía que no alcanzo a dimensionar, es este afán de los monstruos por destruir la más bella semilla del amor; me quiebro en impotencia ante el abuso; ante el quebranto de la inocencia… ¡no puedo y no quiero ser empática con eso!, lo que sí puedo, es saber que soy amor que se expresa en un ser, y así, y sólo así, puedo amar al enemigo. De tal suerte que sólo, y sólo si él quiere y pide ayuda, podría yo entonces intentar acompañarlo a destejer esa maraña de miedos, abusos, lealtades inconscientes e infiernos personales que lo han convertido en un ser capaz de humillar, ofender, vejar, herir y lacerar a otro ser.

Únicamente sin juicio, en la profunda aceptación de mi humanidad, que implica el potencial de maldad en mí, es desde donde puedo yo, entonces sí, servir al “malo”, ese quien algún día nació inocente y a quien algún tipo vampiro le convirtió en algo igual a él. Quizás te parezca exagerado, pero una persona atormentada y confundida contiende internamente en contra de su propia maldad en ejercicio, e idealmente ha de ser, sin temor, tendiente al dar y no al arrebatar: sus emociones esperan a ser atendidas y validadas. Todo depredador puede detenerse y parar el destino que lo alcanzará; cada día que se niegue la fuerza en la vulnerabilidad de quien ama, se perderá más, hasta el día en que las consecuencias de su cruel proceder le superen.

Y sí, el villano lo que quiere es ser reconocido y amado, pero no sabe cómo hacerlo; y sólo sabe de abuso, arrebatos, quebrantos; de sembrar dolor al precio de su infinita soledad. Reconocerles no es sencillo, pocos son los que abiertamente muestran la maldad; los más, se esconden en una doble moral y bajo una máscara de pureza engañan, como dicen, caras vemos… corazones no sabemos.

A ellos, los inmersos en su espejismo de maldad, a los que creen que sólo sometiendo al débil o destruyendo al fuerte pueden ser alguien, a esos los invito a detenerse un instante y respirar; los conmino a ver que quizás aún no es tarde, que sí se puede aprender, y desconectar los senderos de caos y dolor.

Hay investigaciones profundas en neurología, psiquiatría y psicología que han demostrado que la ansiedad, la depresión o la necesidad de destruir, van más allá de tan sólo la ansiedad, estrés o traumas añejos; se sabe hoy que una mente en calma, se libera de yugos pesados.

Quizás él, amable vecino, esconda turbios deseos, y el discreto y amoroso pretendiente pueda ser un depredador que  a poco te congelará en la humillante situación de la violencia relacional… ¡Sí!, esconden su infierno, ese que extienden hasta sus vulnerables y confinantes presas, y todo esto ocurre porque quizás no toleran ver  la dulzura ajena, la pureza nueva, y la quieran controlar hasta estrangularla, y así no ver cuánto la anhelan, cuánto la envidian. Un monstruo es un tomador, que busca a un dador para confundirlo y destruirlo. Innovemos algo ¡ya!, seamos valientes; ¡pidamos ayuda, por favor!, tanto para dejar de ser la presa, como para dejar de ser el cazador.

Quienes usan al otro para obtener beneficios y son incapaces de promover la dicha del otro, son abusadores, y hacen sentir y hasta creer al otro que es su culpa, que lo merece y que le deben temor y respeto… Si tú lastimas, si tienes ideas ocultas que resguardas para no ser señalado, si te sabes atrapado entre el infierno y el cielo, si te consume la culpa, si no puedes ser transparente y si has lastimado, o imaginado corromper a un ser inocente, si te fascinan las niñas, si quieres enamorar a un niño, si en el fondo gozas viendo a tu pareja sometida, o si simplemente sabiendo que no lo amas te quedas a sangrarle beneficios económicos y sociales… entonces, tú estás del lado del depredador y, si quieres, puedes aprender a ejercer tu potencial de amabilidad, ternura y compasión.

 

*Terapeuta

 

innovemosalgoya@gmail.com