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Los intocables, tocados



RAÚL PÉREZ OSORIO


Martes 13 de Noviembre de 2018 8:13 am


EL corazón del neoliberalismo está tocado, no existe la menor duda al respecto. En los países en donde han manipulado a los pueblos a través de los medios de comunicación para imponerles representantes a modo de las finanzas mundiales, como es el doloroso caso reciente del Presidente electo en Brasil, nos da una prueba palpable del tipo de personas que ese sistema económico necesita para mantener a raya la justicia y el progreso de los pueblos.

Esperemos que no pasen a mayores los daños que puede causar el troglodita carioca. La moral envenenada que fluye en su sangre, es producto de las reglas financieras del neoliberalismo, independientemente de los traumas o complejos personales, familiares y laborales, que lo exhiben como un personaje despreciable.

Cuando un país o sociedad acepta, sin objetar, injusticias –políticas financieras, religiosas, morales y económicas–, se denigra su esencia intelectual. Afortunadamente, nuestro país parece entrar en el camino que dignifica a los pueblos, el criterio y la dignidad.

Se presenta la iniciativa de ley llamada Transparencia y Ordenamiento de los Servicios Financieros y de Instituciones de Crédito en Materia de Comisiones Bancarias, con el fin de cortarles las filosas uñas a los banqueros que a través de 17 rubros hacen lo que se les da la gana con los usuarios de la banca, tales como consulta de saldos, pago de clientes por otras entidades financieras, retirar en efectivo, no facturar por montos menores, movimientos y una infinidad de acciones, que son el corazón de la cleptocracia.

Ocurrencia: Que los banqueros exhiban ante el pueblo de México si lo que se dice es verdad o mentira. También que mencionen si no han abusado de los usuarios de la banca, con pruebas documentales; además, dada su filantropía, que elaboren una propuesta que sea pública y digan de qué manera manejan el dinero de los mexicanos y por la cual cobran infinidad de comisiones por recursos que no son de ellos, porque todo lo que tocan lo convierten en oro –para ellos–. De esos Midas está harto el país.

¿Cuándo los grupos financieros han movido a sus huestes o afines, para protestar por las masacres de jóvenes y mujeres que tienen asolado al país, y sobre todo cuando intervienen en crímenes personajes del poder público o el crimen organizado? Su silencio es total, y eso dice mucho, por su insensibilidad a lo humano, y se conmocionan cuando les tocan sus intereses económicos.

Justo y loable la lucha que están dando infinidad de jubilados y pensionados, donde ya prácticamente se va doblando una injusticia impuesta por anteriores gobiernos, cuando se impuso la Unidad de Medida y Actualización (UMA) en lugar del salario mínimo, lo que estaba afectando el ingreso de pensionados y jubilados.

Cambiando de tema. Quiero referirme a los presidentes municipales de Colima y Villa de Álvarez, Leoncio Morán y Felipe Cruz. La ciudadanía ratificó su confianza, cuando ya habían ocupado esos cargos anteriormente, es decir, los ediles respetaron la confianza en ellos depositada por parte de la población. Un acicate para el resto de presidencias municipales del estado de Colima.

Momentos de nostalgia. Recientemente me di cuenta del fallecimiento de Francis Lai, músico francés, autor de bellísimas melodías, quien acompañado de Danielle Licari hicieron furor, por lo incomparable de algunas de sus interpretaciones musicales, tales como Historia de amor, Trece días en Francia y muchas más.

Finalmente, el que esto escribe tuvo oportunidad de dar clase en la escuela secundaria Técnica No. 6; fueron muchos los jóvenes que conocí. Me entristeció una noticia, ya que me acabo de enterar que hace algunos meses falleció la alumna Lorena Aguirre, que me pedía leer en clases este poema de Federico García Lorca:

“Córdoba. Lejana y sola./ Jaca negra, luna grande, y aceitunas en mi alforja./ Aunque sepa los caminos/ yo nunca llegaré a Córdoba./ Por el llano,/ por el viento,/ jaca negra,/ luna roja./ La muerte me está mirando desde las torres de Córdoba./ ¡Ay qué camino tan largo!,/ ¡Ay mi jaca valerosa!,/ ¡Ay que la muerte me espera,/ antes de llegar a Córdoba!/ Córdoba. Lejana y sola”.