Desde la luna de Valencia
TERESA MOLLÁ CASTELLS
El género de la política
Miércoles 14 de Noviembre de 2018 7:28 am
COMO todo el mundo sabe, el próximo 26
de mayo tendrán lugar las elecciones municipales y europeas en todo el
territorio del Estado y las autonómicas en bastantes comunidades autónomas. Los
partidos ya están elaborando listas y programas, así como sus estrategias
electorales. No queda demasiado tiempo, al menos para quienes tienen que
dirigir esas campañas. Un adelanto de lo que puede suceder lo veremos en las
próximas elecciones andaluzas que tendrán lugar el próximo 2 de diciembre. Como sabemos, y a pesar de los
avances, la política sigue teniendo esencial y mayoritariamente un sesgo
masculino. La presencia de mujeres en los diferentes gobiernos no sólo es
importante, también es necesaria. Pero para que el engranaje del cambio hacia
un modelo político menos masculino y patriarcal funcione, hace falta que las
mujeres y los hombres tengan claro que el camino hacia la transformación social
pasa necesariamente por la igualdad real entre mujeres y hombres, de lo contrario,
la transformación por la que puedan apostar es una falacia. Hacer un esfuerzo continuado por
integrar la perspectiva de género en esas políticas implica avanzar hacia
sociedades más equitativas. Pero para hacer ese esfuerzo se requiere voluntad
de desaprender prácticas patriarcales aprendidas y reconocer que otros modos de
hacer política son posibles. Desaprender implica reconocer que el
consumo de prostitución es una forma de esclavitud. Al igual que lo es el
comercio de la niñez a través de vientres de alquiler. Desaprender significa
dar voz y escuchar a quienes no la tienen en plano de igualdad real que no
formal. En política, los gestos son muy
importantes, mucho, y las posiciones físicas ante una determinada situación han
de ser observadas con detenimiento. No sólo se ha de observar quienes toman la
palabra, por ejemplo. También hemos de observar qué dicen y cómo lo dicen. El inicialmente llamado “gobierno
feminista” de Sánchez, pese a la ilusión inicial, sólo está incluyendo la
perspectiva de género en algunos aspectos, pero nada más. Un gobierno realmente
feminista hubiese derogado ya las reformas laborales que empobrecen a la
población en general y a las mujeres en particular, por ejemplo. Hubiera impulsado la necesidad de
investigaciones específicas sobre la salud de mujeres a lo largo de todo su
ciclo vital. O hubiese modificado la reforma educativa para hacerla más
coeducativa. O hubiese regulado la situación de las cuidadoras no formales a
través de una reforma de la ley de dependencia. Y estos son sólo unos ejemplos.
Y nos encontramos con que “gobernar es complicado”, como expresó el propio
Sánchez, y salvo algunos asuntos puntuales, todo sigue igual. Pero si el gobierno de Sánchez es
esto, los anteriores del PP fueron bastante peores, puesto que además de no
permitir el avance de políticas sociales y con visión de género, congelaron y
recortaron todo lo que pudieron, silenciando voces con su ley Mordaza y otras
joyas que aprobaron, como la regresiva reforma de la educación o el intento de modificación
de la ley de salud sexual y reproductiva y de la interrupción voluntaria del
embarazo que el movimiento feminista, a través de la marcha “El tren de la
libertad” conseguimos parar. Además de recortar e incluso expoliar los recursos
destinados a la sensibilización, formación y prevención de las violencias
machistas, permitiendo de ese modo, y con su continuado silencio cómplice que
los asesinatos de mujeres continuaran e incluso aumentaran en algunos momentos. Pero el pasado ya no se puede corregir
y sólo se pueden sufrir sus consecuencias, pero no se puede cambiar. Y el
futuro está en ciernes. El próximo 26 de mayo hemos de depositar, de nuevo,
nuestros votos en las urnas. Y esa ha de ser nuestra llave de paso para
impulsar cambios de calado social. Para ello tendremos que mirar los programas
y ver quienes proponen, como Ciudadanos, la regulación de los vientres de
alquiler, por muchos eufemismos que se les pongan. Que se los van a poner. Observemos, escuchemos, desentrañemos
de sus mensajes si de verdad proponen cambios hacia una sociedad más equitativa
o, por el contrario nos piden el voto, o sea nuestra confianza, para mantener
el orden simbólico de la situación actual que, como sabemos, no es del todo
favorable para las mujeres y las niñas. Nuestra decisión en las urnas va a
determinar las políticas municipales y autonómicas (en algunos casos) en los
próximos 4 años y las europeas en los 5 que vienen. No nos perdamos en el
discurso de “todos los partidos son iguales”, porque no es cierto. Hay mucha
gente honrada, mujeres y hombres, trabajando en los partidos y desde los
partidos para ir cambiando la cultura de la corrupción en la que nos enfangaron
algunas gentes sin escrúpulos. Las mujeres jugaremos un papel
fundamental en las próximas elecciones y hemos de mirar, también, por nuestros
intereses como mujeres. Hemos de buscar entre las diferentes opciones, aquellas
que protejan nuestros intereses y nos propongan una vida libre de violencias
machistas, unos presupuestos con visión de género, una sanidad que atienda
nuestras necesidades específicas, una escuela que no transmita desigualdades ni
estereotipos de género, un urbanismo con perspectiva de género, una información
no sesgada, unas condiciones laborales dignas y libres de visiones y comportamientos
sexistas. Sabemos, porque lo comprobamos el
pasado 8 de marzo, que si nosotras paramos, se para el mundo. Ahora toca votar,
y comprobaremos que si buscamos las propuestas más igualitarias y las votamos,
habrá cambios que nos beneficiarán a nosotras, a ellos y a quienes vienen
detrás. Hagámoslo. Demos un paso adelante y
dejemos atrás propuestas que pretenden dejar todo como está y que nos siguen
cosificando y utilizando. Votemos con interés y para nuestro interés. Porque la
política tiene género y nosotras queremos políticas de género en todas las
decisiones, para ir lijando el género patriarcal de las actuales políticas.
*Corresponsal, España. Comunicadora de
Ontinyent/ Cimacnoticias