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Escenario político



GABRIEL GONZÁLEZ CASTELLANOS

¿Recomendaciones?


Miércoles 14 de Noviembre de 2018 7:44 am


LA administración pública federal que fenece, permanece indiferente, impasible ante la serie de eventos que se constituyen en la embestida de los señores del dinero, para pretender quebrantar la endeble economía dependiente de nuestro país. Peña Nieto puede tomar medidas al respecto, que favorezcan al país y a la mayoría de la población, pero prefiere satisfacer los requerimientos de ganancia de los adinerados.

Esgrime, a propósito de la escalada de los banqueros y empresarios, en aparente postura docta sobre el tema, que no va a aportar recetas o recomendaciones sobre el evento en comento. ¿Qué sugerencias puede hacer, cuando hay una historia de sexenios neoliberales, cuyos titulares se han definido como garantes de los intereses monopólicos?

Las respuestas a hechos motivados por el capital financiero tienen su expresión en la génesis de las llamadas reformas estructurales, fundamentadas en privatizar todo lo que se pueda privatizar y adecuar la legislación a los criterios empresariales. Utilizar las reservas estratégicas del Banco de México es actitud cotidiana para asegurar las ganancias del capital especulativo, y si se trata de privatizar, ya no hay más.

Todas esas “sugerencias”, válidas sólo para la burguesía, obstaculizan el desarrollo del resto de la sociedad. La acumulación del capital y sus formas de desarrollo se manifiestan en grado inconcebible, y los polos opuestos de la misma expresan, por un lado, la riqueza de un selecto grupo de supermillonarios, y por otro, el grado de pobreza de millones de mexicanos.

No es casual que aquellas sociedades subordinadas al capital financiero se vean sujetas, en algún momento caprichoso, a la volubilidad de la oligarquía financiera que impacta negativamente en las condiciones de vida de los asalariados. La anarquía de la producción, la libre competencia, la explotación del trabajo asalariado, la socialización de la producción y la apropiación privada de los resultados de la misma, el injusto reparto de la riqueza y otras características capitalistas, se constituyen como elementos causales de que la mayoría de la sociedad se vea envuelta en el serio deterioro de sus condiciones de vida.

Fenómenos como la recesión, el alza generalizada de los precios en los artículos de primera necesidad, la espiral inflacionaria, los continuos deslizamientos de la moneda, la devaluación de la misma, etcétera, además de ser inherentes al desarrollo de esa injusta sociedad de la inducción mercantil, puede agudizarse al momento que el capital especulativo se encapricha ante decisiones políticas que no le favorecen.

A través de la reciente historia de nuestro país, los regímenes tecnócratas han seguido un proceso de entrega y sometimiento de nuestra economía, recursos naturales y soberanía nacional, al rampante capital financiero.

Gobiernos dóciles (en el mejor de los epítetos), muy sensibles al sometimiento, han sido responsables con sus cotidianos actos de gobierno, de que nuestro país manifieste de inmediato los efectos negativos que se suscitan ante la embestida de los señores del dinero.

Los hechos y las estadísticas comprueban que la modernidad neoliberal sólo beneficia a la macroeconomía, que se finca y sustenta en la depauperación de las grandes mayorías, o lo que es lo mismo, millones de personas generan riqueza para que se la apropie una reducida minoría.

La dependencia económica se combate con medidas tendentes a la independencia económica; la sujeción de las exportaciones a un solo país, se combate diversificándolas a más países, y mejor que sean de gobiernos democráticos con pasado común, para fortalecer al mercado interno.

Lo que verdaderamente importa es que la ciudadanía tenga la plena conciencia y certeza de la necesidad de brindar permanentemente su apoyo decidido a un gobierno democrático representativo, en realidad, de los intereses populares, que ya inicia.