Otra consulta
RODRIGO MARTÍNEZ OROZCO
Jueves 15 de Noviembre de 2018 8:18 am
LÓPEZ Obrador dio a conocer que el 24
y el 25 de noviembre se llevará a cabo una nueva consulta, esta vez para
conocer la opinión del “pueblo” sobre tres proyectos de infraestructura, como
el Tren Maya y 10 programas sociales, como la pensión de los adultos mayores.
Además, confiando en un resultado favorable en la consulta, anunció que la
refinería y el tren comenzarán a ser construidos este año. ¿Qué problemas
podemos observar en estos anuncios, decisiones y procedimientos? ¿Qué podrían
significar estas acciones en términos meramente políticos, es decir, en el
ejercicio del poder? Primero, la consulta. A diferencia del
asunto del aeropuerto, esta segunda consulta contempla pocos días para que los
potenciales votantes se formen una opinión lo más informada posible (aunque,
como ya he señalado, las opiniones superficiales de los muchos nunca podrán
reemplazar las competencias técnicas de los pocos). Además de poco tiempo,
habrá más proyectos y programas a considerar. Durante la campaña, López Obrador
habló de todas esas propuestas que ahora quiere someter a consulta. La campaña,
pues, fue el momento del “qué”, pero el ejercicio del gobierno implica el paso
al “cómo”. Sin embargo, en esta consulta poco podremos saber acerca del cómo,
especialmente en cuanto al modo de financiar cuatro megaproyectos (si incluimos
el nuevo aeropuerto) a la vez. Y esto nos lleva al segundo problema. En campaña, Morena publicó su plan de
gobierno, en el que explícitamente se aseguraba que los proyectos y programas
sociales serían realizados gradualmente, de acuerdo con la disponibilidad
presupuestal. Como la “cuarta transformación” llevaría varios años, las grandes
obras de infraestructura serían realizadas de manera responsable, únicamente
después de que el combate a la corrupción generara los recursos suficientes.
Sin embargo, las fechas anunciadas por López Obrador contradicen lo dicho en
campaña. Más allá de si estamos de acuerdo con los cuatro megaproyectos de
infraestructura y de los 10 programas sociales, parece altamente riesgoso
emprenderlos todos a la vez, sin antes presentar estudios serios sobre su
viabilidad técnica y financiera. ¿Hace falta un nuevo aeropuerto? Sí. ¿Hace
falta la reactivación ferroviaria de México? Sí. ¿Hace falta ajustar los
múltiples e ineficientes programas sociales? Sí. Pero hacer todo esto a la vez
sin explicar cómo a la ciudadanía y sin un plan claro y preciso, puede traer
serios problemas al futuro de las finanzas mexicanas.
Por último, habrá que preguntarse qué
podrían significar todas estas decisiones, es decir, cuál es el sentido
político de las consultas y de las relaciones de AMLO con las bancadas
legislativas de Morena. La consulta sobre el aeropuerto tenía como objetivo
legitimar una decisión polémica con potencial para disminuir la popularidad del
Presidente electo. Pero además, AMLO mandó un mensaje a los diferentes poderes,
institucionales y fácticos: él tenía la posibilidad legítima de guiar y
arbitrar las relaciones entre la ciudadanía, los poderes económicos y
políticos. Además, la licencia concedida a Manuel Velasco, el financiamiento de
la consulta sobre el aeropuerto y el llamado “monrealazo” sobre las comisiones
bancarias, han sido pequeños incendios que López Obrador se apresuró a apagar,
haciendo uso de su investidura y figura caudillista. No parece haber razones
para creerlo, pero esperemos que después de la toma de posesión, AMLO y Morena
pasen del “qué” al “cómo”, que es ejercicio de gobierno. De otra manera,
seguiremos en el terreno de la incertidumbre y de la confianza a ciegas (que se
desgasta rápidamente). La crítica y las exigencias ciudadanas se vuelven muy
importantes en este tipo de escenarios.