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Razones



JORGE FERNÁNDEZ MENÉNDEZ

La centralización del poder y la seguridad


Viernes 16 de Noviembre de 2018 7:58 am


EN la estrategia de seguridad y pacificación son muchos los puntos que quedan como una expresión de deseos o como parte, ha dicho Alejandro Hope, del “pensamiento mágico” del que en ocasiones hace gala la próxima administración: cómo se erradicará la corrupción, cómo se implementará una “regeneración ética”, que se acompañará de una “constitución moral”, y según el presidente electo, Andrés Manuel López Obrador, se reflejará en el rescate de la familia “que le hemos dejado a la derecha”.

Hay temas más delicados que tampoco quedan claros: “Ante la imposibilidad de derrotar grupos criminales”, dijo Alfonso Durazo, se habla de una amnistía, pero no se establecen términos, sigo pensando que se confunde la situación de la criminalidad en México con los movimientos armados y guerrilleros de Centro y Sudamérica, o que se quiere repetir un esquema similar a los acuerdos de paz entre el gobierno de Colombia y las FARC, sin comprender que estamos ante fenómenos muy diferentes.

Se habla de la regularización (legalización) de drogas, sin especificar cuáles; se supone que, en primer lugar, la mariguana, lo que no está mal, pero se sigue pensando que esa decisión tendrá influencia en el control de la seguridad del país, cuando la criminalidad tiene hoy tantas y tan múltiples facetas, que es imposible concluir en que la legalización tendrá efecto real sobre la inseguridad.

Pero el centro del plan de seguridad pasa por otra parte: por la creación de la Guardia Nacional, con todo lo que ello implica. También allí hay dudas o preguntas sin respuesta. ¿Qué pasará con la Policía Federal? ¿Se incorporarán elementos de la PF a la Guardia Nacional o toda la PF se disolverá en la Guardia Nacional? Lo cierto es que hasta la medianoche del miércoles, los mandos de la PF no tenían la más mínima información de cuál sería su destino y el de su institución, de sus mandos, de sus equipos, de su estructura. ¿Qué pasará con las policías estatales y municipales? No se habla de ellas en el plan, y parece evidente que sin una reforma profunda, en esas instancias, recuperar la seguridad será, por lo menos, difícil. No hay una propuesta de modelo policial.

Pero, decíamos, hay una tendencia inocultable en el plan, y López Obrador lo explicó muy bien en su intervención: se seguía apostando a fortalecer los cuerpos policiales federales o se daba el paso hacia la militarización de los cuerpos de seguridad. No es una alternativa nueva: ha estado sobre la mesa durante años, sobre todo a lo largo de los 2 últimos sexenios, y siempre hubo resistencia a dar ese paso. López Obrador, que había propuesto exactamente lo contrario en la campaña, ha decidido darlo.

La creación de la Guardia Nacional bajo mando directo de la Sedena, la división del país en 266 regiones, encabezadas las fuerzas de seguridad en cada una de ellas por un mando militar, no sólo implica un giro notable en la estrategia de seguridad, sino incluso en el diseño institucional planteado incluso por el propio Presidente electo: si la Guardia Nacional se convierte en la institución encargada de garantizar la seguridad pública en todo el país y depende directamente, en todos los sentidos, desde el presupuestal hasta el operativo, de la Secretaría de la Defensa Nacional, si incluso la Guardia Nacional tendrá capacidad de investigación y de asistir a los ministerios públicos (¿qué pasará entonces con la Agencia de Investigación Criminal?, otra pregunta sin respuesta), ¿qué sentido tiene la nueva Secretaría de Seguridad? Por lo que dijo Durazo, se encargará de la normatividad, de la inteligencia, de la protección civil y de la coordinación del Gabinete de seguridad, ¿no se podría haber hecho lo mismo desde una Secretaría de Gobernación “tradicional”?

Es difícil saber qué saldrá del nuevo esquema, es verdad que estamos tan mal, que difícilmente se podría estar peor en el ámbito de la inseguridad, pero estamos dando como país un paso que será muy difícil revertir el día de mañana. Como dijo López Obrador, un esquema similar lo tienen también países como España o Francia, pero en realidad, lo más cercano a lo que se está proponiendo es la Policía Nacional de Colombia.

El esquema es prácticamente el mismo, con un diseño institucional también muy similar. Se argumentará, con razón, que el Estado en Colombia está centralizado, por ende, también sus instituciones de seguridad, pero la verdad es que si miramos desde una óptica más amplia lo que está proponiendo, en todos los ámbitos, el próximo gobierno, también descubriremos que vamos hacia una centralización indudable del poder.

Lo vemos en el diseño presupuestal, en la designación de los delegados especiales en los estados, en los programas sociales, en el manejo de la infraestructura, y lo confirmamos ahora en la seguridad. “Vamos hacia un cambio de régimen”, es lo que siempre se dice, pero no se termina de comprender que ese cambio implica una fuerte centralización del poder en el Ejecutivo federal. Y eso es lo que refrenda esta estrategia de seguridad y la creación de la Guardia Nacional, cuyo jefe, se dijo el miércoles, será el Presidente de la República, y cuyos mandos operativos serán de la Secretaría de la Defensa Nacional.