Baja fidelidad, alta especulación
ROLANDO CORDERA CAMPOS
Domingo 18 de Noviembre de 2018 8:36 am
NOS acercamos a momentos clave de la
vida nacional: el Proyecto de Presupuesto de Egresos de la Federación y el
mensaje de toma de posesión por parte del presidente López Obrador. Contra lo
que queríamos y esperábamos muchos, la fase final de la transición ha sido todo
menos tersa, plagada de altibajos financieros y cambiarios, pérdidas en los
índices que juegan en Bolsa y muchos cálculos no expresados todavía sobre lo
que, por ejemplo, significará la cancelación del proyecto del aeropuerto en
Texcoco, para las empresas que habían adelantado inversiones y compromisos. Lo ocurrido el jueves pasado con las
acciones bancarias y su impacto sobre el tipo de cambio, reveló tanto la
fragilidad económica del país y la imposibilidad de desacoplarse del dominio de
la alta finanza como su extrema propensión a resolver sus cortos plazos con
cargo a la especulación en gran escala. Tal es el mundo hostil en el que
vivimos y en el que tendrá que buscar espacios la promesa de cambio político y
económico del nuevo gobierno, su cuarta transformación del régimen que se ha
dado por colapsado. Ese desmayo, sin embargo, no da cuenta
de las capacidades de supervivencia de los poderes que lo sostenían, ni de sus
potencialidades destructivas en lo financiero, pero también en lo económico y,
de continuar sin solución, también en lo político. Una serie agresiva de caídas
en el tipo de cambio y la Bolsa podría llevar a una ruptura, si se quiere
parcial, de los principios y criterios de la economía abierta que han gobernado
el flanco económico del ahora calificado de viejo régimen, sobre todo si
sobreviene un descenso productivo, un congelamiento de proyectos de inversión y
como consecuencia fatal, una recesión en toda forma. Nada halagüeño el panorama para el
despertar de un nuevo mandato que promete la renovación de la política y, más
allá de ello, de la manera de hacer las cosas por parte de los que mandan. En
esas circunstancias, parece muy cuesta arriba proceder de inmediato a la reconstrucción
política que aparenta estar debajo de los planes de concentración del poder
desde las regiones, con los famosos súper delegados y otras lindezas de las que
apenas tenemos indicios. En el PEF habrá primicias o no, pero
lo que hoy impera es una extraña incertidumbre sobre su monto y asignaciones.
La austeridad, mal entendida y peor aplicada, no puede sino generar mayor
especulación dentro y fuera del sector público y, la lealtad a la que apela el
Presidente electo, no puede sino flaquear. El llamado respetuoso y sencillo hecho
por el Consejo Universitario de la UNAM, sobre la necesidad de un gasto público
seguro y sensato para las universidades públicas, debe tomarse en cuenta. El
llamamiento termina así: “una sociedad con bienestar requiere de la seguridad
de una educación pública, amplia y de calidad”.
El silencio y la opacidad que hasta
ahora reinan en los corredores de Hacienda, hablan de un coloquio de aprendices
de brujo, sometidos a los viejos ritos y consejas que hasta aquí nos trajeron,
luego de 30 años de experimento con el libre mercado y la jibarización del
Estado. La lealtad republicana merece otro trato.