Justicia ciega
MANUEL AHUMADA DE LA MADRID
Entornos escolares seguros
Jueves 06 de Diciembre de 2018 7:49 am
EL reto planteado a la fundación
Botnar por parte del Gobierno del Estado, para ser acreedores a una bolsa de
400 mil euros, consiste en reducir a cero la siniestralidad vial en los
entornos escolares, principalmente en aquellos que han quedado inmersos en la
mancha urbana, con una afluencia vehicular excesiva que complica las maniobras
de los agentes de Tránsito y de quienes acuden o salen de esas escuelas,
incrementando los riesgos de atropellamiento y choque por alcance que ponen en
peligro la vida e integridad de los escolapios, sino de los propios
automovilistas. Con recursos suficientes provenientes
de esta fundación suiza para realizar los estudios técnicos y las obras
pertinentes, así como con el entusiasta interés de colaborar en la tarea de
reordenar y rediseñar estos entornos escolares por parte de autoridades de los
municipios de Colima, Villa de Álvarez y del Gobierno del Estado, se firmó
recientemente el convenio que fue motivo de un evento público en octubre
pasado, al que acudieron funcionarios de las organizaciones internacionales que
respaldan este proyecto de seguridad vial dirigido a infantes y jóvenes,
pretendiendo con ello reducir los índices de mortandad infantil y juvenil, que
en nuestro estado ocupan el primer lugar. El reto no es sencillo, si se toma en
cuenta que en zonas altamente urbanizadas y con gran afluencia de vehículos la
tendencia a no respetar las reglas de tránsito y a circular a exceso de
velocidad en entornos escolares, a la hora de entrada y salida de las escuelas,
conlleva siempre la elevación de riesgos, que tarde o temprano pueden afectar a
esta población considerada de mayor vulnerabilidad peatonal. La tendencia a
cruzar la calle o avenida sin precaución es alta, en primera instancia, cuando
se llega tarde a la escuela, y en segunda, cuando se sale de ella con infinidad
de distractores o prisas propias de la edad, agigantado este riesgo ahora con
una nueva amenaza: el teléfono celular. La muerte o invalidez de un infante o
joven por atravesar arterias altamente transitadas y vehículos que parecen
siempre llevar prisa, debido a la distracción producida por el uso del teléfono
celular, ha llevado a países, como Alemania, a plantear la posibilidad de
colocar semáforos visuales adheridos al piso, a la banqueta, para lograr
nuevamente la atención del peatón, que pierde noción del entorno por el que
circula. No es pues, de ignorar, por otro lado,
que una buena parte de los accidentes se relacionan con la falta de cultura
vial y de respeto a las reglas de tránsito. Esa misma cultura de las
influencias e impunidad que permiten a muchos librar las multas, que
supuestamente se generan con la finalidad de forzar a la población al
cumplimiento de las normas viales. Son dos elementos, pues, que se
complementan, pues por una parte, aunque se trate de inculcar en la población
valores no sólo éticos, sino de respeto a las reglas y señalizaciones de
tránsito, poco se puede lograr, si no se instituyen medidas coercitivas que se
hagan cumplir, sea quien sea el infractor y el motivo para haber cometido la
infracción. Desde luego, en algún momento de
nuestra vida habríamos de caer en esa situación, pero a todos nos duele cuando
cala en el bolsillo. No se trata, obviamente, de establecer multas
exorbitantes, que lo único que provoquen sea su evasión, ni de aquellas que
cueste más expedirlas que cobrarlas, pero si una campaña de concientización
ciudadana va acompañada del ejercicio razonado del cumplimiento de las normas,
los efectos pueden observarse tal vez a la vuelta de la esquina.
Bajo estos esquemas, proyectos como el
de Botnar, “los niños y las niñas primero”, requieren para su éxito no sólo el
empeño de las autoridades involucradas, sino la participación proactiva de la
sociedad, que a veces nos impele a observar buen comportamiento. Sólo así se
logran, en corto plazo, estas metas. Es de gran relevancia, que como
participantes inmersos en un conglomerado social, podamos asumir el papel de
colaboradores de las instituciones de gobierno, a favor de un cambio de
mentalidad, en el que ni toda la carga del cambio recaiga en estas
instituciones, ni todo el peso se lo deje el aparato burocrático al ciudadano.