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Oráculo político



PEDRO CASTILLO VALDEZ

Poder y dinero


Jueves 06 de Diciembre de 2018 7:54 am


EL binomio poder-dinero en el ejercicio de la política, siendo bien ejecutado y manteniendo un equilibrio entre ellos, genera estabilidad en un régimen político, tan necesaria ésta en un contexto nacional, donde los recursos públicos son limitados y la política ha tenido una tendencia a perder su sentido ideológico, convirtiéndose en una simple praxis electorera. 

Ejemplos hay muchos que refuerzan la tesis hankista respecto a que un político pobre es un pobre político, dándole mayor inclinación en la balanza al dinero, para con ello obtener el control político del Estado, tesis que vino siendo la marca de agua de nuestro sistema político mexicano durante los últimos 30 años.

Por otro lado, la postura lopezobradorista sobre este binomio, en donde le da mayor inclinación al poder sobre el dinero, bajo las primicias de primero los pobres y la de no puede haber un gobierno rico con un pueblo pobre, ha venido a replantear la forma en que estas dos esferas tendrán que interrelacionarse durante los próximos 6 años.

Mientras que en la tesis hankista el dinero termina por ser un objeto tangible de intercambio en la búsqueda del poder político, por el contrario, la postura lopezobradorista está sustentada en algo intangible, donde el poder político se sostiene bajo el discurso de expectativa y esperanza, reducido a la reestructuración moral.

Si bien los dos apartados buscan de alguna forma el mismo fin, que es el poder, la inclinación de la balanza sobre uno u otro, termina por romper en ciertas circunstancias la estabilidad política, dando pasos como el que vivimos el pasado 1 de julio de este año. 

Sin querer adentrarme en aspectos de discusión ideológica sobre la constante lucha por el poder en un Estado tanto de Maquiavelo, Gramsci, San Agustín, Moro o Hobbes, la política significa ese arte de sortear y equilibrar las distintas esferas que están involucradas dentro del Estado, para lograr obtener el poder, pero sobre todo, el de mantenerlo.

Esta disputa es lo que pone en entredicho diversas decisiones, acciones y discursos de la clase política que, en algunos casos, no termina por representar esas expectativas, pero que son necesarias asumirlas, para mantener el equilibrio del binomio poder-dinero. Ahí está, por ejemplo, lo del tema de la cancelación del aeropuerto de Texcoco o la asignación de los recursos que dio la Cámara de Diputados recientemente a los propios diputados.

En el caso de Colima se da otro ejemplo de este binomio, donde resalta el actuar del secretario de Finanzas del Gobierno del Estado, Carlos Noriega García, quien aglutina la esfera del dinero y que ha sabido emplear para poder generar ese equilibrio con el poder, ya que recientemente logró sacar de forma plausible e insólita el Presupuesto de Egresos 2019, en un Congreso donde su jefe, el gobernador Ignacio Peralta Sánchez, no tiene la mayoría, pero que salió con el voto unánime de los 24 diputados presentes.

Este oficio político del secretario, que en estos 3 años ha venido tejiendo fino, le ha permitido desplegar en diversas áreas de la esfera del poder personajes afines, como Mario de la Madrid en el Poder Judicial, Andrés García Noriega en el Tribunal de Justicia Administrativo, Manuel Ahumada en Movilidad, Francisco Yáñez en Infocol; su esposa, Margarita Moreno, en el DIF; Kristian Meiners en Administración y Gestión Pública, y Walter Oldenbourg en Fomento Económico, por citar a algunos, esto con el objetivo de consolidar un proyecto político de cara a 2021, el cual no necesariamente sea él quien encabece. ¡Despierta, Colima!

 

CLARABOYAS

 

1.- Discordancia Es la palabra que puede caracterizar perfectamente a los diputados de la LIX Legislatura en nuestro estado, quienes sin ningún rubor cambian de partido político como si fuera de ropa interior; un día son verdes, otro día azules, después rojos, luego amarillos, finalmente guindas y después de que ya no hay más, vuelven a empezar. Es necesaria una reforma electoral para evitar estos brincolines.

¡Hasta la próxima!

 

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