Innovemos algo ¡ya!
MARÍA EUGENIA GONZÁLEZ PEREYRA
Con todo y sus colores
Domingo 09 de Diciembre de 2018 8:49 am
¿HAS reparado, cómo la vida nos
sorprende sin avisar y nos sube a corrientes no planeadas? Mi consejo, en esos
casos, es aceptar el cambio, no resistirnos, cambiar las estrategias y
continuar en el tablero: Porque si queremos que todo sea como debe de ser
(según nuestros paradigmas), nos va a doler. Lidiar con sensaciones y
pensamientos de ansiedad nos socava y debilita, nos arroja a un espacio
delirante de miedos, aprensiones y profundas tristezas, que nos avienta a
truculentos rincones de la psique. La negación, consciente o no, y el querer
controlar nos enferma. La ansiedad a veces se adueña del volante y nos conduce
a terruños inhóspitos y extenuantes. Las personas que atraviesan síntomas
del trastorno por ansiedad, durante un tiempo logran aparentar estar
funcionales y pagan el precio de una desolada realidad; no lo cuentan,
aumentando así, paradójicamente, el estrés. Quizás así lo hacen por miedo a ser
etiquetados de locos, o porque asimilaron que era mejor no sentir; tal vez, al
crecer aprendimos que hacer lo correcto y no fallar era lo adecuado, pues de lo
contrario, la indiferencia, el repudio, el castigo y hasta los golpes nos mostraron
que sólo “está bien” lo que a mamá o a los adultos confiables les parece
correcto, de tal suerte que nos conformamos con una percepción de doble nivel:
entre lo que yo siento y callo, y lo que debe ser y me dicen que está bien. La ansiedad y su angustia se lee en
miedo, pensamientos obsesivos, confusión y un profundo sufrimiento; pocas veces
esto se debe a una falla física del cerebro, pues como ya se ha dicho, las
emociones juegan un papel preponderante en lo que vivimos y sentimos. Nos toca
entonces a nosotros, las personas cercanas a alguien que se atrevió a mostrar
su ansiedad, ser amorosas; recordemos que si uno cae, el otro lo levanta, y que
esto es vía de doble sentido; hoy por ti, mañana alguien más por mí. ¡Por
favor, no enjuicies a nadie!, porque el estar en un cuadro de ansiedad es un
tema delicado, que requiere atención profesional tanto de psiquiatría como de
terapia psicoemocional; piensa que el estrés por mantener la cordura genera
momentos ingratos y que sólo los conoce quien los padece. La ansiedad es el síntoma físico
resultado de un golpe de adrenalina; ante la amenaza, producimos grandes
cantidades de adrenalina que nos dan capacidad de la mejor respuesta ante el
peligro, pero también nos altera el metabolismo. Estamos programados para
sobrevivir, pero cuando tenemos un permanente estado de alerta, la adrenalina
no se deja de producir, y si no aquietamos la mente y el alma, podríamos tener
un cuadro de ansiedad y un daño de nuestras glándulas suprarrenales. La
depresión, pensamientos obsesivos, fantasías suicidas o agresivas, enfermar e
incluso morir, nos llegan del estrés no resuelto; aprender a manejarlo es
vital. Realmente creo en que las dolencias del alma y del cuerpo, son
consecuencia del estrés mal administrado. Todos hemos conocido o conoceremos a
alguien que esté luchando en contra de estas aflicciones; sé que te tú te
preguntas, ¿y ahora cómo le ayudo? Primero, sólo escucha sin dar opinión
ni quererle dirigir su sentir; lo mejor que uno puede hacer es estar presente
para la persona que sufre. Con estar presentes, me refiero a que como nunca
podemos saber lo que el otro está pensando ni lo que necesita, es mejor no
asumir cosas y estar ahí; sólo escuchar, aunque a veces no tengamos respuesta;
la escucha plena puede parecer poco, pero es el mejor abrazo, y por favor, te
pido nunca les digas: “ya supéralo, échale más ganitas”. La escucha genuina crea espacio para
la empatía, sana y alivia; entonces en esa camaradería amorosa, déjale sentir
que está bien pedir ayuda profesional porque esto no es locura; que esto pasa,
que tú le aceptas con sus caídas y sus quebrantos; que está bien pisar la raya,
y que lo perfecto es ser imperfecto. Innovemos algo ¡ya!, por favor, aprendamos
a aceptarnos con la gama completa de nuestros grises con todo y sus colores;
quizás porque los hay es que podemos amar. PD. Gracias por estos 16 diciembres,
eres amor de toda mi música, te quiero JPGH. *Terapeuta
innovemosalgoya@gmail.com