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GERARDO OCÓN DOMÍNGUEZ

Costumbres masculinas


Domingo 09 de Diciembre de 2018 8:51 am


HACE algunos años, en 2006, cuando se realizó el Mundial en Alemania, un personaje de la televisión, un tal Facundo, visitó el país germano para darnos a conocer algunas diferencias culturales que pueden parecer curiosas aquí en México.

Entre ellas, la mitad de los hombres hacen pipí sentados. Esa estadística me llamó mucho la atención (desde entonces hago pipí sentado).

La filosofía alemana resulta muy práctica, pues muchas conductas, como que los hombres hagan pipí sentados, tienen su razón de ser. Veremos más adelante.

Hace algunos años, cuando mi hijo iba al kínder (palabra de origen alemán, por cierto), la maestra nos entregó una hoja con criterios de desarrollo. O sea, cosas que los niños y niñas deben hacer de acuerdo a su edad. Me llamó la atención que dijera que los niños varones deban poder hacer pipí parados. Dado que el desarrollo de las personas está condicionado por la cultura, en México es normal. Ahora, yo tengo varios “pero” al respecto.

En mi país se les enseña a los niños a hacer pipí parados. Y las mujeres deben, por la forma de su cuerpo, hacer pipí sentadas. Pero los hombres podemos orinar parados y sentados. No por ello quiere decir que orinar parado sea la mejor o la única manera en que debamos hacerlo.

Podemos analizar las ventajas y desventajas de que los hombres orinemos sentados, más que decir que es bueno o malo. A riesgo de ser prosaico (parecer grosero), veamos.

Ventajas. Hay artículos científicos que dicen que permite que la próstata haga su trabajo con menos esfuerzo, mejorando el desempeño sexual masculino, y vaciaremos la vejiga con más eficacia.

Al ser conducta aprendida, podemos orinar parados cuando haya necesidad, por ejemplo, en campo abierto. También, evitará que mojemos accidentalmente el pantalón y/o los calzones. Disminuye la posibilidad de que salpiquemos la orilla del inodoro. Compañeros y compañeras de casa agradecerán este gesto, porque es muy desagradable sentarse en la taza de baño y mojarse las nalgas con orines.

Nos mojamos accidentalmente. Nos pasa a todos y todas, no sólo las mujeres. Porque nosotros, los hombres, tarde o temprano tendremos que ir al baño a hacer “del dos”. Y si por suerte, algún hombre (incluso nosotros mismos) fue y salpicó la taza pero no la secó, terminaremos con nalgas y piernas más o menos mojadas.

Es verdad, no faltará el alegativo que diga, “pero puedes secar la taza”. Claro. Y también, si hago pipí sentado, no tendré que secarla, por lo tanto no desperdiciaré papel, no me mojaré los dedos con pipí (aunque de todas maneras hay que lavarse las manos después de ir al baño). La pipí no se retira al cien por ciento con papel. Cuando intentamos limpiar, se embarra incluso donde no había caído. La orina se retira al cien, solamente cuando el baño sea lavado con detergente o jabón.

Desventajas. Los hombres quizá invertiremos 30 segundos más al ir a orinar; total, desperdiciamos más tiempo viendo memes en el celular, así que lo veo como un ahorro insignificante. Para el caso, no se me ocurren más desventajas.

En mi casa, la casa de todos ustedes, mi hijo y yo tenemos la regla de orinar sentados. Todavía estamos completos. No se nos ha caído nada (ni el “pilín” ni nada, no importa lo que digan las abuelitas). No nos hemos vuelto tantito femeninos ni nada por el estilo. Su desarrollo no se ha visto retrasado y, si es necesario, todavía puede hacer pipí de pie. Agregué un hábito: secarnos al terminar para eliminar esa gota de la punta que siempre moja los calzones.

Mi cultura no va a ser más pobre porque los hombres orinemos sentados. Sólo va a ser diferente. Pero en casa tendremos otro nivel de higiene.

Papás y mamás podemos cooperar inculcando este hábito a las nuevas generaciones. No perderemos masculinidad.

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*Integrante del Colegio Colimense de Psicólogos

 

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