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Letras y Números



JOSÉ ÁNGEL BRAMBILA LEAL

¡Viva la Navidad!


Lunes 10 de Diciembre de 2018 8:04 am


NO voy a hablar de política. ¿Qué no ve que es Navidad? Yo no sé si a todos nos pasa igual, pero significa tanto para mí el mes de diciembre, que me paso la segunda mitad del año con un optimismo desbordante, como sintiendo que el dorado mes está a la vuelta de la esquina. Y cuando pasa el Día de los Reyes Magos, siento un vacío en mi alma, añorando la hermosa estación decembrina que en un abrir y cerrar de ojos se nos desaparece.

Desde luego que todo tiene que ver con la infancia que uno ha vivido, y yo pertenezco a una época donde todo era novedad para aquellos pequeños que teníamos el asombro en las pestañas, y nuestras vidas se deslizaban a lo largo de las calles llenas de adornos y faroles encendidos y en las posadas de las iglesias donde, entre cantos navideños, güijolas y piñatas, hacíamos largas filas para recoger el humilde aguinaldo, consistente en dulces y frutas, que preparaban las amorosas manos de señoras educadas y finas que nunca faltaban para amparar a los niños surgidos de aquellos barrios del Colima que tanto añoramos.

“Dale, dale, dale, no pierdas el tino”… y ahí estaba la multitud de niños en el atrio de la iglesia, esperando que les tocara el turno para que les dieran un palo e intentar golpear la piñata, que casi siempre era una estrella de siete picos y con la venda en los ojos, que simbolizaba la fe ciega, buscar echar abajo cada una de las puntas de la estrella, porque simbolizaban los siete pecados capitales.

¿A dónde se fueron aquellos pueblos nuestros, donde toda la gente nos saludábamos educada y cariñosamente, donde nos apreciábamos y, además, nuestros padres y abuelos permitían que los niños recibieran llamadas de atención de cualquier persona mayor, quienes después buscaban a los padres de aquel muchacho para hacerle saber la travesura que el niño había hecho?

Eran comunidades llenas de alegría y optimismo, donde lo material no era el objetivo principal, sino el buen comportamiento, el estudio, el trabajo y el respeto a los demás. ¿En qué momento se perdieron los valores colectivos de la sociedad? ¿Qué fue de aquellos buenos hábitos que nos inculcaban los maestros de nuestras humildes, pero dignas escuelas pueblerinas? Cómo quisiera que volviera la misa de gallo, aquella a la que nos llevaban nuestros padres a las 12 de la noche, visitando de pasadita los nacimientos, sin luces ni papelitos brillantes multicolores como los que ahora hay, pero elaborados durante días enteros por los moradores de las casas.

Cómo quisiera ver el mero 25 de diciembre a los niños corriendo por las banquetas, jugando con los regalos que les había traído el Niñito Dios y buscando a sus vecinitos para mostrárselos e intercambiar sus juguetes, que no eran sino carritos y caballitos de madera, pelotas, muñecas de trapo, y en los hogares donde había un poco más de posibilidades, modestas bicicletas que el niño cedía, sin egoísmo alguno, a sus amiguitos del barrio.

Es que éramos un pueblo unido, sin grandes ambiciones materiales y llenos de valores éticos y morales. Hoy todo ha cambiado. Vivimos en un mundo materialista, donde muchos de los que lo habitamos hemos venido perdiendo el amor al prójimo y el sentido de la solidaridad, donde, además, muchos de nuestros gobernantes, en lugar de buscar la unión de sus gobernados, realizan acciones que ayudan a dividirlos más.

Voy a hacer una acusación más grave. ¡La tecnología! Empiece a proponer desde ahora que en la Nochebuena del 24 de diciembre todos apaguen sus celulares desde las 11 de la noche y hasta la una de la mañana. ¡Sólo 2 horas! Pero hágalo formalmente, explicándoles a todos los familiares que es con el propósito de revivir en familia esa hermosa costumbre de pedir posada, en recuerdo de un niño que nació en una humilde cueva para llegar a representar al ser más grande de la historia. Si lo logra, no aspire a mejor regalo navideño y… ¡Que viva la Navidad!

PD. ¿Gusta opinar? Lo espero en Las Mentadas.

 

jbrambilaleal@yahoo.com.mx