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Despacho político



ARMANDO MARTÍNEZ DE LA ROSA

Mentiras y desgaste


Martes 11 de Diciembre de 2018 8:10 am


SUCEDE que en la Suprema Corte de Justicia de la Nación los sueldos no son, ni de lejos, del monto que dijo el presidente Andrés López Obrador.

Las percepciones de los servidores públicos del Poder Judicial –uno de los tres poderes constitucionales pilares del sistema político de México– son públicas y están disponibles para quien desee consultarlas. Eso pudo hacer el Presidente, para evitar el riesgo de equivocarse. También pudo consultar a la secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, ministra jubilada del Poder Judicial, quien, si lo dicho por López Obrador fuese verdad, percibiría aproximadamente tales 600 mil pesos mensuales en condición de jubilada. Y, claro, habría que agregar a eso el sueldo de titular de Gobernación, que es inferior, no mucho, a 108 mil pesos, el ingreso presidencial.

Conforme al tabulador oficial, el salario de un ministro de la Corte es, como máximo, de 269 mil pesos mensuales, de donde debe descontarse aproximadamente 32 por ciento correspondiente al impuesto sobre la renta, de modo que el ingreso neto es de 189 mil pesos, monto al que deben restarse aportaciones al Sistema de Ahorro para el Retiro (Issste) y otras de menor cuantía. De ese monto es la más alta de las percepciones en la Suprema Corte. De ahí gradualmente hacia abajo. El empleado de menor ingreso es el oficial de servicios, cuyo mínimo es de 12 mil 490 (menos impuestos y otros pagos) y máximo de 14 mil 572 pesos mensuales.

Son sueldos altos, es verdad, pero tampoco son estratosféricos y menos cuando consideramos que ahí deben estar juzgadores y constitucionalistas capacitados, que entiendan el espíritu de las leyes y cómo resguardar la vigencia del derecho en la nación. En caso de que no lo hicieran, es asunto de otro orden y el remedio se encuentra en otro lado, no en los sueldos.

Sin embargo, si hay vicios salariales que deben cortarse de tajo en el Poder Judicial. Por ejemplo, un ministro recibe anualmente aguinaldo y prima vacacional de 444 mil 380 pesos (menos impuestos y otros descuentos) y un extraño “pago por riesgo” de 554 mil 595 pesos al año. ¿A qué riesgo se refiere la ley y cómo medio millón de pesos blinda a un ministro de la Corte?

Un secretario general de acuerdos de la misma SCJN recibe, también anualmente, 302 mil 241 pesos por aguinaldo y vacaciones y 428 mil 553 pesos al año por “asignaciones adicionales”. ¿Qué son tales “asignaciones”? Respondo con lenguaje técnico jurídico aunque resulte complicado para el lector: ¡Sepa la bola!

En opacidad de esa naturaleza, se esconden prebendas de las que pueden y deben prescindir los ministros y otros funcionarios del Poder Judicial, pues el sueldo que la Nación les paga es más que suficiente para una vida decorosa y generar un buen monto ahorrado cuando dejen la función de la Corte.

También existen conceptos como pagos por “el día del padre”, el “día de la madre”, o bien un “8.1.3. Seguro de Gastos Médicos Mayores.- Beneficio que se otorga a los servidores públicos, así como a su cónyuge, concubina o concubinario, o pareja del mismo sexo (por matrimonio civil o cualquier figura reconocida por la legislación civil) y/o (sic) hijos solteros menores de veinticinco años, ante la eventualidad de un accidente o enfermedad cubierta que requiera tratamiento médico, cirugía u hospitalización.

La suma asegurada básica es hasta de 333 unidades de medida y actualización mensuales vigentes (885 mil 194 pesos, cálculo de Despacho Político), con opción de incremento hasta una suma asegurada de 15 mil unidades de medida y actualización mensuales vigentes (9 millones 269 mil pesos, cálculo de Despacho Político), con cargo al servidor público”.

No es que les agreguen este dinero a su sueldo, sino que es la cobertura del seguro de gastos médicos mayores que puede o no utilizarse. ¿Por qué tienen esos privilegios? ¿Por qué no acuden como otros empleados de gobierno al ISSSTE o al IMSS, según su régimen, y esperan consulta, cita, intervenciones quirúrgicas igual que cualquier otro afiliado o derechohabiente? O si desean atención en el sistema de salud privado, que lo paguen de su sueldo que les da suficiente para comprar un seguro de tales montos. O para decirlo en términos jurídicos precisos del nuevo sistema de justicia penal: O todos hijos o todos entenados.

También, si se prueba, debe acabarse en nepotismo, otro vicio que al parecer ocurre en el Poder Judicial.

El error de López Obrador no está en bajar los sueldos, sino en mentir para acusar a otro poder. No necesitaba dar cifras inexistentes, sino revelar los privilegios que bien pueden desaparecer mediante diálogo con los ministros y otros privilegiados, sin recurrir al pleito y el encono. Estos deben entender que un país con más de la mitad de sus habitantes en pobreza, no puede ni debe pagarles tales privilegios.

Debe cuidarse, además, que la medida legislativa-presidencial se tome como intervención en otro poder constitucional, pues en ese caso es lo de menos. Lo importante es que ni el Ejecutivo ni el Legislativo ni el Judicial se impongan unos a otros, sino que se equilibren.

Por lo demás, una de las propuestas de López Obrador para nuevo ministro recayó en alguien que torció la ley para beneficiar a un funcionario poderoso. ¿Para qué? ¿Así cómo, pues?

 

MAR DE FONDO

 

** “Bendito el que en la tierra hizo el agua y el fuego;/ el que unció a la carreta al buey manso y amigo;/ el que encontró la azada, y el que del fango luego/ hizo brotar el oro milagroso del trigo./ El que fundió los bronces; el que talló en sosiego/ la cuna de la infancia, y el que al primer mendigo/ dio la primer limosna conmovido a su ruego,/ y el que labró este lecho que compartes conmigo./ El que echó al mar la quilla y a los vientos las velas;/ el que inventó las trovas; el que encoldó la lira;/ el que domó los rayos y aplacó las procelas./ Mas, bendito entre todos, aquel que en lo profundo/ descubrió la esperanza, la divina mentira,/ que dora las siniestras espesuras del mundo”. (Olavo Bilac, brasileño, 1865-1918. Oración.)