Despacho político
ARMANDO MARTÍNEZ DE LA ROSA
Mucho ruido
Miércoles 12 de Diciembre de 2018 8:54 am
PREVISIBLE, la administración
lopezobradorista ha comenzado con mucho ruido y sin nueces. Se dirá que es muy
pronto para exigirle drupas. Es verdad, pero el decibelaje del estrépito haría
pensar que el mago viste una chistera holgada, pero. Sólo pero. Ha ido por encima, la superficie, lo
llamativo, el maquillaje, el decorado. La supuesta venta del avión presidencial
que no era propiedad del gobierno mexicano, sino que se utilizaba en sistema de
arrendamiento bajo un contrato que probablemente le cueste mucho dinero
cancelar. La cancelación de la pensión a los ex presidentes, jugada para la
tribuna, no para tirar a puerta. Desaparición del Estado Mayor Presidencial,
para enviarlo a la futura Guardia Nacional. Garigoleo, malabarismo,
ilusionismo. Bueno, van apenas una docena de días, paralelos al festejo
guadalupano. (Al menos, habrá que agradecerle a López Obrador que no le dio,
como a Fox, la fiebre demagógica de portar el estandarte guadalupano, pese a que
también sea místico y creyente.) El pleito abierto contra la Suprema
Corte de Justicia de la Nación, que va más allá de los sueldos de los ministros
y la alta burocracia del Poder Judicial. Si se le agrega la naturaleza de la
propuesta presidencial de tres personas cercanísimas a él y Morena –uno de la
terna, más que cuestionado y con bases por el escándalo de tráfico de
influencias en el caso Góngora Pimental– para ocupar la plaza que en la Corte
dejó el retiro, por cumplir el periodo constitucional, de José Ramón Cossío
Díaz, expone la clara intención de llenar los huecos que se presenten en el
transcurso del tiempo. O dicho de otra forma: Al dominar la
Suprema Corte, estarían en sus manos los tres Poderes: el Ejecutivo, que
preside; el Legislativo, que se le rinde (recuérdese el abominable, por
zalamero, discurso del diputado Muñoz Ledo que llamó “iluminado” al
Presidente), y el Judicial. Nada bueno puede esperarse de una concentración de
los tres Poderes constitucionales en la voluntad de un hombre, sea quien fuere,
sin importar el partido a que pertenezca. Eso sería exactamente lo contrario a
la democracia y la cancelación de toda posibilidad de equilibrios entre
Poderes, una vuelta atrás al tiempo del partido casi único. (También, por
cierto, en aquellas idas épocas, el discurso de Muñoz Ledo elogiaba
presidentes, tricolores entonces, y asesinos los elogiados, además). Se anuncian todas las mañanas que se
inició tal obra, que se presentará tal día el plan de esto o aquello, que se
comenzará esta cosa más. Y de paso, se aumenta el encono a los críticos, a los
adversarios (que no enemigos, dice el Presidente) y a los disidentes, a quienes
se les señala por ser, supone el Mandatario, parte de la mafia del poder –“ya
no lo puedo decir”, advierte, pero lo deja casi explícito, socarronamente– o
detentador de privilegios; supone, digo, porque ni los señala abiertamente ni
los nombra ni prueba sus dichos. Los problemas serios, en cambio,
empiezan a crecer en otra parte. La dinámica de la violencia criminal persiste,
se sostiene, aumenta. Ahora van más de 300, son “los muertos de López Obrador”,
y todavía ni hay estrategia ni hay Guardia Nacional ni una cabeza clara del
combate a la delincuencia organizada, salvo los formales, como el titular de la
Defensa y el de la Marina. Operativamente, no se sabe de nadie. Del secretario
de Seguridad Pública, Alfonso Durazo, ni destellos. Serio también ha sido, golpe
contundente, el rechazo de los tenedores de bonos del cancelado aeropuerto de
Texcoco, pues les insatisface la propuesta de recompra al precio que el
gobierno decidió por su cuenta. Anoche, la Secretaría de Hacienda difundió una
nueva oferta, que agrega intereses a cada bono de mil dólares –ofrece recomprar
por mil 800 millones de dólares estadounidenses–, más 10 dólares por cada uno,
por concepto de “comisión por consentimiento” (el gobierno que pretendía anular
las comisiones bancarias, ahora las ofrece a los financiadores del aeropuerto
que canceló de palabra). Es probable que los tenedores de bonos, inversores a quienes
no les urge recuperar el dinero porque les sobra, decidan esperar más por
nuevas ofertas o, al final, ir a juicio, aunque dure mucho tiempo; la ley a su
favor es parte también de su inversión, mientras López Obrador no cancele el
aeropuerto de Texcoco legalmente. Así andan las cosas en los primeros 12
días del gobierno de López Obrador, quien pretende mostrar se mandón y sereno.
Está bien, es su estilo. Muchos electores le darán crédito de mediano plazo;
los fanáticos, de largo plazo. Los problemas importantes, en cambio, no dan ni
plazo ni crédito. Ahí están, esperando que el ruido sea de nueces. MAR DE FONDO
** “Qué hermosa eres, Diablo, como un
ángel con sexo pero/ mucho más despiadada,/ cuando te llamas alba y mi noche es
más noche de esperarte,/ cuando tu pie de seda se clava de caprina pezuña en
mi/ abstinencia,/ cuando si eres silencio te rompes y en mis manos repican/ a
rebato tus dos senos,/ cuando apenas he dicho amor y ya en el aire está sin
boca/ el beso y la ternura sin empleo aceda,/ cuando apenas te nombro flor y ya
sobre el prado ruedan/ los labios del clavel,/ cuando eres poesía y mi rosa se
inclina a oler tu cifra y te/ me esfumas./ Mañana habrá en la playa otro marino
cojo”. (Gilberto Owen, mexicano, 1904-1952. Día veintisiete, Jacob y el mar,
estancia 27 del poema Sindbad el Varado.)