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Malas compañías



MARIO ALBERTO SOLÍS ESPINOSA

La trinchera del viejo régimen


Miércoles 12 de Diciembre de 2018 8:53 am


LA polémica surgida entre el presidente Andrés Manuel López Obrador y los magistrados de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), supone la primera confrontación entre el nuevo gobierno y el viejo sistema de poder, atrincherado ahora en el Poder Judicial.

Un asunto que parecería de sentido común, la disminución de salarios ofensivos de los servidores públicos, en un país donde más del 40 por ciento de los trabajadores apenas ganan un salario mínimo, se ha convertido en una disputa política y una medición de fuerzas entre Poderes.

En una sociedad polarizada y donde un sector de la población apuesta al fracaso del nuevo régimen, simplemente por rencor, se ha desvirtuado un acto de elemental justicia, como es el adelgazamiento de las canonjías que recibe una casta divina e intocada, como son los funcionarios judiciales.

De acuerdo al Presupuesto de Egresos de la Federación de este año, el ministro que preside la SCJN recibe un sueldo anual de 4 millones 743 mil 537, además, una prima vacacional de 95 mil 475 pesos, un aguinaldo de 586 mil 317 pesos, y un seguro de gastos médicos mayores por 47 mil 770 pesos.

A lo anterior, se añaden 528 mil 782 pesos por seguro de separación individualizado, otros 48 mil 154 pesos por estímulo de antigüedad, ayuda de anteojos por 3 mil 100 pesos, y 853 mil 233 de pago por riesgo, para un total de 6 millones 938 mil pesos anuales, es decir, 578 mil 186 pesos al mes.

El Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) estima que la mitad de los mexicanos gana entre uno y tres salarios mínimos, entre 2 mil 220 pesos y 6 mil 660 pesos al mes, un sueldo que no alcanza para satisfacer las necesidades básicas.

Son esas disparidades las que generan una urgente necesidad de reajuste salarial en el sector público, medida a la que se niegan los funcionarios del Poder Judicial, argumentando falsamente una invasión a la independencia que deben tener los impartidores de justicia.

La situación está clara, se trata de un asunto de pesos y centavos, así lo demuestra la manifestación inédita, pero también inaudita, que encabezaron magistrados y jueces en la Ciudad de México. Permanecieron impertérritos ante la desgracia nacional, pero salieron a protestar cuando les tocaron el bolsillo.

Cargan los juzgadores federales con un enorme desprestigio social, pues despachan en la opacidad, sus decisiones no son escrutadas por nadie, y ahora la emprenden contra una medida no sólo necesaria, sino respaldada por la mayoría de los mexicanos, como es la reducción de sueldos.

En este conflicto subyace no solamente el interés monetario, aun cuando éste mueva como ninguna otra cosa a la alta burocracia judicial; se trata también de una apuesta para socavar el proyecto de Andrés Manuel López Obrador, sobre todo en lo que respecta a la eliminación de las canonjías oficiales.

Resulta evidente que los magistrados de la Corte y otros funcionarios del Poder Judicial Federal, se fortalecen en la complicidad con partidos políticos que deambulan sin proyecto opositor y otros grupos que no se resignan a perder los enormes cotos de poder que construyeron durante décadas.

Será vital, en los próximos días, la actuación de la sociedad en este conflicto, pues fue un mandato ciudadano, expresado en las urnas, la finalización de los excesos en el servicio público. Los altos salarios son un exceso, por más que se encuentren amparados en la ley.

Únicamente la presión social podría modificar la postura asumida por el Poder Judicial, por lo demás, conformado por instituciones creadas para el servicio colectivo, no al de las élites o individuos aferrados a un salario que si quisieran, bien podrían buscar en la iniciativa privada.

 

BREVE HISTORIA PARA CAMILA

 

Como hace muchos años, el sábado anterior, la princesa y yo colocamos nuestro Nacimiento. Es una tradición que nos une y nos llena de recuerdos. Si bien ya no es el alborozo y la sorpresa de cuando la moconeta era pequeña, ahora es el gusto de seguir tan unidos lo que nos anima, la felicidad de corroborar que los años pasan, nosotros cambiamos, pero el amor que nos tenemos sigue intacto.