Despacho político
ARMANDO MARTÍNEZ DE LA ROSA
Justicia pendiente
Viernes 14 de Diciembre de 2018 8:09 am
SE necesita un debate sobre la
justicia mexicana. El affaire entre los Poderes Ejecutivo y Legislativo contra
el Judicial, resuelto como otros zafarranchos del nuevo gobierno, con un paso
atrás, se resuelva como se resolviere en definitiva, queda lejos de atender una
de las carencias políticas más graves del país: la falta de justicia. Tres ramas de la justicia han fallado
en México. Por un lado, la de la procuración, dependiente del Poder Ejecutivo.
Por otro, la juzgadora, del Poder Judicial. Ni una ni otra han cumplido. A su
lado, el Poder Legislativo, tercera rama, ha elaborado leyes que facilitan a
los delincuentes obtener la libertad. Cómo resolver ese grave problema que
cuesta dinero, vidas y libertad a miles de inocentes cada año, que golpea
doblemente a las víctimas y sus familiares, se ha soslayado hasta ahora por los
tres Poderes, antes y después del arribo de Andrés López Obrador. Nunca como ahora con el Nuevo Sistema
de Justicia Penal se había maniatado a quienes persiguen el delito y quienes
juzgan a los delincuentes. Por sus consecuencias, pareciera que las leyes y ese
sistema penal los elaboraron abogados de asesinos, narcotraficantes,
secuestradores y extorsionadores. El Ministerio Público sigue dormido en
la comodidad y sólo en contadas ocasiones es eficiente. También es frágil ante
la delincuencia organizada y suele comportarse con prepotencia ante ciudadanos
sin poder. Regido con frecuencia por la alternativa plata o plomo, la
corrupción ha marcado desde hace mucho tiempo a esta institución fundamental
para la obtención de justicia. Muchas injusticias se inician ahí, en el MP, sea
federal o estatal. Están implicadas las corporaciones
policíacas que del MP dependen, que ha cambiado de nombre como cambiar de
calcetines, en intentos vanos de borrar el desprestigio que arrastra desde que
se llamaba Policía Judicial, tanto la versión estatal como la federal. Varios
de los capos del narcotráfico fueron, en el país, agentes de la Policía
Judicial o jefes de la corporación. Otros han pasado a la nómina del narco, han
delinquido en el robo, el asalto, la extorsión o el secuestro. Hubo y hay
agentes y jefes honestos, pero establecen excepción, nunca la regla. En el Poder Judicial, la corrupción
también se manifiesta. El Nuevo Sistema de Justicia Penal, que ya no es tan
nuevo, ha facilitado a los juzgadores liberar delincuentes. Con el cuento de
que se viola “el debido proceso”, ordenan que toda suerte de bandido salga de
prisión cuando a la policía, al Ejército o a la Marina le ha costado sangre,
sudor y lágrimas atrapar a los hacedores de inseguridad. Jueces que, como muchos agentes del
MP, se rigen por la ley de plata o plomo. En metalistería, son expertos, qué
duda cabe, pues todavía están vivos. Es evidente que no optan por el plomo. Más arriba, las complicidades también
se tejen. Jefes de jueces o juzgadores de instancias superiores, también se las
arreglan para hacer favores. De vez en cuando, se revela que tal juez incurrió
en irregularidades graves. En vez de acusarlo penalmente y procesarlo, lo
cambian de adscripción. Depurar el Poder Judicial desde
adentro, en uso de sus facultades autónomas, debe ser una de las tareas más
relevantes inmediatas. Limpiar la administración de justicia es una de las
necesidades vitales del país. El Poder Legislativo tiene la
obligación de reformar leyes para que la justicia sea ágil, para que los
malandrines de toda laya tengan menos oportunidades de eludir el castigo y, en
el caso específico de la delincuencia organizada, se tiene que hacer agilísima la
cancelación de dominio para que los bienes materiales obtenidos mediante
delitos, pasen de inmediato a propiedad del Estado, no como ahora que hasta se
los han devuelto tras decomisarlos. Esos son los asuntos relevantes de la
justicia en sus tres líneas, la del MP (Ejecutivo), los juzgadores (Judicial) y
la emisión de leyes (Legislativo). En vez de pleitos e intentos de dominación
de unos a otros, deben trabajar para que en el país tengamos una justicia
precisa, rápida y en beneficio de las víctimas, no de los victimarios. Ágil,
sin burocracia, y sobre todo, sencilla, para que todo mundo la entienda. Y que los juzgadores tengan sueldos
buenos, pero sin privilegios ofensivos, como los seguros de gastos médicos
mayores, los aguinaldos estratosféricos y otros similares. MAR DE FONDO
** “Aquello./ No eso./ Ni/ -mucho
menos- esto./ Aquello./ Lo que está en el umbral/ de mi fortuna./ Nunca
llamado, nunca/ esperado siquiera;/ sólo presencia que no ocupa espacio,/
sombra o luz fiel al borde de mí mismo/ que ni el viento arrebata, ni la lluvia
disuelve,/ ni el sol marchita, ni la noche apaga./ Tenue cabo de brisa/ que me
ataba a la vida dulcemente./ Aquello/ que quizá hubiese sido/ posible,/ que
sería posible todavía/ hoy o mañana si no fuese/ un sueño”. (Ángel González,
español, 1922-2008. Deixis en fantasma.)