Razones
JORGE FERNÁNDEZ MENÉNDEZ
La educación restaurada
Viernes 14 de Diciembre de 2018 8:08 am
EN muchas ocasiones, la “cuarta
transformación” se transforma, en realidad, en la nueva restauración. En la
fiebre por destruir el pasado reciente, en lugar de construir para el futuro,
se termina recuperando conscientemente o no, políticas que antaño no
funcionaron, o que sí lo hicieron, pero en una realidad distinta, diferente a
la de hoy. Algo de eso sucede con la nueva
reforma educativa, que en realidad termina siendo un regreso al estado de la
educación durante el sexenio de Felipe Calderón. En aquella reforma de
Calderón, el límite estuvo puesto por el sindicato y por el peso de Elba Esther
Gordillo (en aquel momento también por las profundas diferencias que existían
entre la entonces secretaria de Educación, Josefina Vázquez Mota, y Elba
Esther). Ahora la reforma López Obrador, revoca la política impulsada por Peña
Nieto para volver a darle al sindicato magisterial las posiciones que perdió.
Si “la mal llamada reforma educativa”, como dice el presidente López Obrador,
fue siempre “una reforma administrativa” y laboral contra los maestros, ésta es
una reforma sindical, para regresarle al liderazgo magisterial, el peso y la
influencia que había perdido. Y no hay mejor símbolo de ello que la
desaparición del Instituto Nacional de Evaluación de la Educación y su
transformación en un Centro Nacional para la Revalorización del Magisterio y la
Mejora Continua de la Educación, donde los maestros tendrán un papel
protagónico. No está mal que se revalorice la
función del magisterio en la transformación de la educación. Me parece que ese
fue el principal error de la pasada reforma, aunque era verdad que se partía
del supuesto de que sin arrancar de manos del magisterio el control de la
educación, no se podría avanzar en la reforma. Pero se hizo mal. El
encarcelamiento de Elba Esther Gordillo pareció una simple venganza, al SNTE de
Juan Díaz de la Torre se lo marginó de la toma de decisiones, y paradójicamente
se terminó dando oxígeno y peso político a un grupo como la Coordinadora. Ahora regresa el magisterio (sobre
todo el SNTE) a tener un papel protagónico en la estructura educativa, aunque
la corriente de Gordillo y la Coordinadora, ambos aliados del presidente López
Obrador, tendrán que tener espacios e influencia. Pero sería injusto decir que
la reforma educativa 2.0 que firmó el miércoles el Presidente, se basa sólo en
eso. Hay otras medidas que también deben ser analizadas. Una de ellas es la
política universitaria planteada en el documento. Todo joven con posibilidades de ir a
la universidad debe tener la oportunidad de hacerlo, y si es necesario, el
Estado debe proporcionarle los recursos para ello. Pero no todos los jóvenes
del país tienen que ir a la Universidad, no es lógico, ni necesario ni
conveniente. Tampoco es lógico que la enseñanza universitaria pública sea
absolutamente gratuita. Debe serlo para quien no tiene recursos, pero para
quien puede pagarla es justo que aporte a su Casa de Estudios, entre otras
razones, para que éstas tengan los recursos suficientes para impartir una
educación de calidad, que les permita competir con las universidades privadas. Eso implica también que debe haber
exámenes de ingreso para optar a las necesariamente reducidas plazas
universitarias: el mérito y los conocimientos mínimos necesarios deben ser la
norma para poder ingresar a una universidad. Ningún país desarrollado del mundo
se plantea, ni remotamente, que todos sus estudiantes lleguen al nivel
universitario, y mucho menos que lo hagan sin costos y sin demostrar que
merecen estar en ese nivel educativo. Cuanto más desarrollado es un país, más
exigentes son las condiciones para las universidades y posgrados. Esto se relaciona con la propuesta de
crear 100 nuevas universidades públicas en todo el territorio nacional. Pensar
seriamente en crear 100 nuevas universidades es imposible. No hay siquiera el
personal académico para hacerlo. Lo que se hará, será llamar universidades a
escuelas técnicas y de oficios, una suerte de Conalep de segunda generación. No
está mal, al contrario, el país necesita muchos más especialistas técnicos que
académicos en Humanidades o Derecho, lo que no tiene sentido es llamar a esos
centros, universidad. Y no se debe perder de vista el debate sobre la
desaparición de la autonomía universitaria en el texto de la propuesta de
reforma. Ya Esteban Moctezuma ha rechazado esa posibilidad, pero no es algo que
pueda quedar a la libre interpretación de los legisladores. Es evidente que hoy importa más la
extensión de la cobertura educativa (obligada por una realidad social, donde
hay millones de jóvenes sin estudio o trabajo, que necesitan estar en el cobijo
de una aula y con una posibilidad laboral en su futuro) que la calidad de la
misma. Pero sería un grave error volver a sacrificar la segunda por la primera.
Finalmente, hay que recordar otra
cosa: esta nueva reforma educativa implica profundos cambios constitucionales.
Y al oficialismo no le alcanza para tener la mayoría calificada de dos terceras
partes de los votos de diputados y senadores para sacarla adelante. Como en
muchos otros temas, tendrán que aprender a negociar con una oposición, que
aunque parezca raquítica, tiene aún cartas por jugar.