Cargando



Innovemos algo ¡ya!



MARÍA EUGENIA GONZÁLEZ PEREYRA

Tus uvas


Domingo 30 de Diciembre de 2018 7:40 am


DE alguna forma, todo y todos estamos entretejidos; en lo profundo de nuestra humanidad y hasta en la partícula más pequeña de la nanociencia –la partícula de Dios– existe un apartado de conciencia universal que nos comunica a unos con otros; reflexión que me invita a re-citar a John Donne, cuando dice que: “Nadie es una isla, completo en sí mismo…”.

Si nos simpatizamos en conciencia, también hemos de coincidir con su buena tinta, cuando nos dice que “la muerte de cualquier hombre me disminuye porque estoy ligado a la humanidad, por eso nunca preguntes por quién doblan las campanas: (porque) doblan por ti”. Luego entonces, si tú estás bien, lo estaré yo, y viceversa; por eso hoy, yo quiero hacerte una propuesta.

Durante estas fechas nos movemos entre expectativas de dulces cariños y alegres festejos. Nos gusta recibir regalos, provocar una alegría al darlos y queremos que se nos cumplan los 12 deseos que estridente o discretamente exigimos que nos sean otorgados al universo, a la vida, a la suerte, o incluso a Dios, y a solas o en bullicio, estamos por pedir los 12 tradicionales deseos de Año Nuevo; también sé que si por alguna jugarreta de la vida éstos no se dan, ocurrirá una frustración y quizás por ello hasta culpemos a otros de nuestro triste vivir, incluso hasta nos tropezaremos con nuestras agujetas al pensar que no somos lo suficientemente amados, reconocidos o bendecidos. Y, por favor, créeme que si lo vemos así, y si además desde ese sentir elegimos decir y hacer, nada bueno nos ha de traer.

Sí, sé que sabes que la vida no es toda miel, pero recuerda que todo obra a bien; te pido, por favor, que ante lo adverso te detengas, y aprecies que únicamente nosotros somos los responsables de que dichos deseos se cumplan o no. Y aunque desde la mirada de nuestro ego esto ha de ser combatido, siempre habrá una mejor forma de reaccionar ante lo incómodo, de tal suerte que no tenga por precio el desamor.

Nos creemos maduros porque podemos brindar y salir hasta tarde, pero al no hacer y sí pedir, demostramos lo contrario. La vida es hacer, y es justamente así como se logra que el cosmos confabule a nuestro favor. Te pido que tatúes en ti la convicción de que la acción más importante de todas, para lograr abundancia y buena salud, está en darle valor y en reconocer la bendición que ya se nos entregó; es darle el crédito a la situación o a la persona que ha traído a nosotros dicho bien. 

¡Sí, así de fácil!, si quieres riquezas en todo ámbito, agradece lo que ya tienes, aprende a ver la ganancia en la amargura, y da gracias por todo lo bueno y lo no tan bueno también.

Así que mañana, justo a la medianoche y cuando redoblen las campanas que despiden y reciben, yo te propongo y agradezco, si tú, por favor, conviertes cada una de tus uvas en un agradecimiento consciente y meditado desde hoy. Te estoy proponiendo e invitando a que cambiemos el pedir, por la gratitud; celebremos lo nuevo con la gratitud de lo viejo, para que se siembre lo nuevo; si lo haces tú, lo haces en mí; si lo hago yo, lo hago para ti. Si te sumas, abrirás la abundancia que llegará, incluyendo todo aquello que estabas por exigir, bajo la forma de un deseo, sólo que ahora lo habrás creado tú para ti, para mí, para todos. Te pido ayuda para crear nuestra próspera y abundante vida desde la gratitud.

Veamos los anhelos como posibles, conectando con la convicción del merecimiento; hagamos lo próspero para todos sin atropellar, sin reclamar, sin lastimar, sin arrebatar; hemos de saber que el orgullo indigno engaña y nos convierte en tiranos demandantes, incapaces para agradecer, convirtiéndonos en mancos para el bien.

Por favor, innovemos algo ¡ya!, y modifiquemos las catacumbas emocionales, para ser amantes amados.


*Terapeuta


innovemosalgoya@gmail.com