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Despacho político



ARMANDO MARTÍNEZ DE LA ROSA

Propósitos


Martes 01 de Enero de 2019 7:36 am


PONER algo por delante,

hacia el futuro,

es el signifi cado

de propósito, proveniente

del latín propositum.

Deriva a intención

que se debe materializar en

el tiempo por venir, el más

próximo.

Entre nosotros tiene, en

el fi n de un año y el comienzo

de otro, el marcado signifi

cado de un corte, borrón y

cuenta nueva, recomienzo,

punto de partida y plataforma

de lanzamiento a conseguir

algo.

Hay quienes se proponen

guardar dieta y ejercitarse

para perder peso y

ganar salud. Otros hablan

de ser “mejores personas” y

todo aquello que cada quien

entienda por esa expresión.

Están en la lista quienes se

fi jan la meta de aprender

otro idioma, titularse en la

universidad, viajar a tales o

cuales países, ahorrar para

adquirir un bien duradero

o comprar automóvil nuevo,

construir una casa o algo

tan peculiar como dejar de

comer grasas saturadas y

azúcares, abandonar el alcohol

o el cigarro, leer más

y mejores libros.

Nos proponemos aquello

que nos falta, lo que

necesitamos, lo justo, lo

indispensable para vivir

bien. Casi nunca los propósitos

extralimitan una

cierta capacidad personal,

de alcance razonable. No

nos proponemos ganar el

Premio Nobel, un Óscar o

encontrar un río pletórico

de pepitas de oro. No. Son

metas menos ambiciosas,

porque deben ser alcanzables.

Tal es el juego.

El fi n de año es fecha

propicia a esos fi nes. Cambia

el año y podemos cambiar.

Otras culturas han

establecido diversas fechas

para saltar de un año a otro.

Por ejemplo, los hebreos lo

celebran en data variable,

que fl uctúa entre principios

de septiembre y principios

de octubre, según tradición

rabínica (Rosh hashaná).

Conforme a la Torá, debe

festejarse entre marzo y

abril.

El año nuevo islámico

tampoco es fi jo, lo mismo

puede ser en septiembre

que en febrero o marzo, habida

cuenta de que su calendario

cuenta menos días que

el solar. Los musulmanes lo

llaman Ras as sana. (Nótese

la fonética similar a Rosh

hashana de los judíos.)

Con dos calendarios diversos,

la cultura mexica

celebraba el 13 de febrero

(calendario xiuhpouhalli de

365 días) el Año Nuevo. El

otro almanaque (tonalpohualli)

era de 260 días. Cada

52 años, ambos convergían y

se festejaba el Fuego Nuevo.

Los mayas, que eran avanzados

astrónomos, medían

de manera similar el tiempo,

con el calendario haab,

idéntico al xiuhpoualli de la

cultura nahua.

En la luna nueva más

equidistante entre el solsticio

de invierno y el equinoccio

de primavera, comienza

el año nuevo chino, más o

menos en la segunda semana

de febrero, pues su calendario

se rige por los ciclos

lunares y solares.

A nuestra civilización

occidental, la norma el calendario

gregoriano. Cuando

en 1578 científi cos europeos

trataban de convencer

al papa Gregorio XIII de

la conveniencia de instaurar

esa forma de medir el

año con 365 días, mayas y

mexicas hacía siglos que se

regían por su propio almanaque

asaz preciso de 365

días. España, Italia y Portugal

instauraron el calendario

gregoriano y lo introdujeron

a sangre y fuego en

América, con la conquista.

El tiempo nace con el

espacio, según nos explican

Stephen Hawkin y otros astrofísicos.

Si no hay espacio,

tampoco puede existir el

tiempo. A medida que el Big

bang (teoría cada vez más

cuestionada) crea el espacio,

nace el tiempo, que no

existía antes del gran estallido.

Nosotros pretendemos

medirlo en las condiciones

y circunstancias de nuestro

planeta, para fi nes prácticos,

para entender cómo

pasa el tiempo y a dónde

nos lleva. Así, creamos los

conceptos día, entre un sol

y otro, semana, por la luna,

mes –a la vuelta de la luna

llena–, año, siglo, milenio y

sus múltiplos, o los eones,

que son palabras mayores.

Y también creamos las horas,

los minutos, los segundos,

los milisegundos y los

nanosegundos, que son la

millonésima parte de un segundo,

periodo de tiempo

que tarda en enterarse de un

hecho y emitir su opinión

un cibernauta de la célebre

Legión de los Imbéciles.

Como quiera que midamos

el tiempo, el comienzo

de un nuevo año permite a

muchas personas dotarse

de una línea de antes y después,

de ayer y ahora, para

modifi car cuanto crea modifi

cable. Buena cosa. Porque

ayuda a emprender una acción

que se supone benéfi ca.

Soy de aquellos que

desdeñan esos parteaguas.

Considero que cuando se

necesita algo, es tiempo de

iniciarlo, sin recurrir a un

límite temporal que lo detone.

Bien puede ser el 1 de

enero, el 18 de mayo, el 5 de

septiembre o cualquier otro

día.

Bienvenido sea 2019.

MAR DE FONDO

Tres poemas para

despedir el año:

** “En el polvo del mundo

se pierden ya mis huellas/

Me alejo sin cesar/ No

me preguntes cómo pasa

el tiempo”. (Li Kiu Ling,

en epígrafe citado por José

Emilio Pacheco. Traducción

de Marcela de Juan.)

** “Al lugar que fue

nuestro llega el invierno/ y

cruzan por el aire las bandadas

que emigran./ Después

renacerá la primavera,/

revivirán las fl ores que

sembraste./ Pero en cambio

nosotros/ ya nunca más

veremos/ la casa entre la

niebla”. (José Emilio Pacheco,

mexicano, 1939-2014.

De No me preguntes cómo

pasa el tiempo.)

** “Estallan los jardines

de la pólvora/ en el cielo

oscurísimo y su aplomo./

Estruendo frente al mar

que se encarniza/ desde la

eternidad contra las rocas./

A cada instante otro Big

bang./ Nacen astros, cometas,

aerolitos./ Todo es ala

y fugacidad/ en la galaxia

de esta lumbre./ Mundos

de luz que viven un instante./

Luego se funden y se

vuelven nada./ Como esta

noche en que hemos visto

arder/ cuerpos fugaces sobre

el mar eterno”. (José

Emilio Pacheco. Lumbre en

el aire.)